Infiltrada [EN EDICIÓN]

Capítulo 42: "Secretos de Papá".

—¿Cuál es el plan? —cuestioné creando una nueva interrogante.

Dani al escuchar esta nueva versión de la historia, pareció entender lo que aparentemente sólo Yuko y yo entendíamos anteriormente, alguien quiere hacerme daño. Y no, no es una locura.

—Fácil —respondió alzando los hombros, restándole importancia—, sí la persona que te quiere lastimar, quiere que estés fuera del grupo, la oportunidad perfecta para atraparlo es que tu vuelvas a éste, así cuando quiera sacarte, tendremos las piezas más claras. Esta vez, no nos dejaremos engañar de cualquier truquito, estaremos preparadas.

—Espera... ¿estás tratando de decir qué...?

—Estás dentro, gata. Sólo hay que informarle a Cris, este sábado tendremos la presentación final, quien trate de sabotearla será quien nos dé información precisa de todo esto.

Así fue como de un momento a otro, volví al ruedo. Sin previo aviso, estaba siendo porrista de nuevo.

—¿Estás segura de todo esto?

—No del todo, pero a estas alturas, donde ni siquiera tú me crees, toda opción es válida.

—No es que no te crea, princesa —pasó su pesado brazo sobre mis hombros atrayéndome a su pecho—, simplemente no me parece que esto sea cierto.

—¡Es exactamente lo mismo, Jay! —empujé su cuerpo lejos del mío riendo.

Contemplábamos el paisaje bajo nuestros pies, sentados en el ventanal de mi habitación el mundo parecía perfecto, sólo parecía... Recuperar un poco del tiempo que ya no nos dábamos entre nosotros, nos venía bien.

—¿Cómo van las cosas con Kate?

—Perdón, ahora es Kateniss —respondió con una sonrisa que iluminó todo su rostro—. No tienes idea de cuánto la amo, ella llegó a mi vida a restaurar hasta la más mínima fisura que había en ella.

—¿Debo ponerme celosa? —alcé una ceja y crucé mis brazos.

—Claro que no, tu todavía eres mi favorita.

—Ese "todavía" no es muy convincente —entrecerré mis ojos remarcando las comillas con mis dedos.

—Tranquila, tranquila, yo cuidaré de ti, ven conmigo, todo va a estar bien —volvió a apegarme a su cuerpo, pero esta vez su mano desordenaba mi cabello en falsas caricias mientras hablaba como si se tratase de alguien que estaba fuera de sus cabales.

—Te odio —balbuceé con mis labios pegados a su pecho el cual vibró durante su ronca risa.

Después de unos minutos en silencio, donde sus caricias se volvieron más reales y el forcejeo en un abrazo de verdad, le pedí que se quedara a cenar, lo cual negó rotundamente, pues la presencia de mis padres no le venía del todo bien a él.

—Lamento que mis padres ocasionen esto.

—Tranquila —respondió elevando sus anchos hombros—, al menos eso ya no me afecta. No como cuando era un niño.

Reímos ante el recuerdo, pues cuando éramos niños, el hecho de mis padres le prohibiesen venir aquí, fue el motivo de muchas aventuras de prófugos.

Jay se fue de casa, dejándome aún con miles de cosas remordiéndome por dentro, no sabía si el camino por el que iba estaba del todo firme, sin embargo, esta vez ante la caída no estaría sola. Tengo amigas que vienen conmigo, mis hermanos más unidos que nunca, una enorme familia de veinticuatro, además de un apuesto e idiota humano cuidando de mí.