Capítulo 36: "¿Quieres? Parte1"

323 38 13
                                    


Terminamos nuestra cena entre demasiadas charlas, risas y miradas cautivadoras. Volvimos al auto después de esperar a que este sea devuelto a nosotros y seguimos un rumbo que tampoco conocía.

— ¿Ya vamos camino a casa? —pregunté un poco decepcionada, quería más que una cena en un restaurante caro.

— ¿Cómo crees? Me ofendes.

Sonreí ante su respuesta, pues cambio mi decepción por sorpresa en cuestión de segundos y eso me aceleraba el corazón.

Llegamos rápido a nuestro segundo destino, atrapó mi mano en el segundo que quise salir del auto para recorrer el lugar.

—Debes ponerte esto, aún no hemos llegado —me tendió una bufanda de color verde azulado Enseguida la tomé sonriente y la enrollé alrededor de cuello—. No preciosa, así no —sonrió el desenvolviendo la tela de mi cuerpo.

Desabrochó su cinturón de seguridad para acercase mejor a mí, tomó la bufanda y me envolvió la parte superior de la cabeza con ella dejándome totalmente ciega.

— ¿Es necesario? —cuestioné temerosa.

—Sí, pero no tengas miedo, confía ángel.

Lo siguiente fue sus labios haciendo un ligero contacto con los míos, suave y dulce, demasiado romántico y puro.

Sentí como el auto volvía a ponerse en marcha, solo fue cuestión de segundos para que este se detuviera de nuevo. Trataba de agudizar mi oído para tratar de entender todo lo que sucedía a mí alrededor. Se bajó del auto, después de un corto momento abrió mi puerta y tomó mi mano para ayudarme a bajar, una vez con los pies sobre el suelo terroso, se colocó detrás de mí, sin soltar mi mano, abrazó mi cintura haciéndome avanzar con breves pasos. Podía sentir su respiración impactar en mi hombro, susurraba en mi piel que confiara, que no tuviera miedo y repetía una y otra vez lo estupendo que me quedaba el vestido.

— ¿Hemos llegado? Estoy empezando a desesperarme.

—Tranquila, ángel... Ya estamos aquí.

Sentí el suave roce de la tela caer sobre mi rostro, abrí los ojos despacio mientras esta era quitada definitivamente de mí por él. La imagen que vi era mágica, no podía creer que Mattías River había sido capaz de hacer algo así por mí.

Estábamos en el barranco, en el mismo barranco donde nos habíamos besado por primera vez, en nuestro barranco. Pero esta vez, todo era diferente, todo lucía diferente, estaba decorado con farolillos con velas de diferentes colores, telas de seda color blanco y la naturaleza del lugar resplandecía entre la oscuridad de la noche y la luminosidad de las velas. Todo era tan irreal, tan mágico, tan perfecto, tan único.

—Hey, hey, hey ¿he hecho algo mal? ¿Por qué lloras, cariño? —secó una de mis mejillas por la cual rodaba una lagrima que yo misma había sido incapaz de detectar. ¿Por qué lloraba? Si mi corazón era incapaz de soportar más felicidad.

Tome su mano entre las mías y no respondí ninguna de sus preguntas, sólo pude acercarme más para besarlo, besarlo de la manera que jamás lo había hecho, y que jamás ninguna otra persona podrá besarlo.

Abracé su cuerpo tratando de encontrar la manera de acercarlo más a mí, totalmente imposible, nuestros cuerpos complementaban de forma inhumana haciendo que el espacio entre nosotros dos sea tan nulo como el de dos imanes que se atraen. Pero esto era más que una atracción física, mucho más.

—Me alegra que te haya gustado tanto —respondió sonriendo.

—Me gusta tanto, me gustas tanto —respondí si miedos ni ataduras.

Infiltrada [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora