Capítulo 33: "Presentación."

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—Entonces, Carly te odia, crees que detrás de ella hay alguien que la maneja pero todas tus sospechas y las de la chinita van hacia Leyla. Tienes un tórrido y secreto romance con el capitán del equipo de básquet y dejaste a Bruno por él, ahora no sabes que tiene que ver el chico este con todo lo de Carly y Leyla además de que no sabes cómo hacerle saber a Bruno que estas con su peor enemigo.

—Sí, ese sería el mejor resumen de todo esto.

— ¿Acaso tu vida es una novela juvenil escrita por una chica de 15 años bajo un seudónimo acerca del color de sus ojos en Wattpad? —cuestionó mirando a la nada.

— ¡Esto va en serio! —exclamé riendo— No es una broma, Jay... Acá hay algo que realmente está muy mal.

—No creo que sea así Carol, creo que estás un poquito paranoica y deberías dejarlo de lado y concentrarte en estudiar, se viene la semana de exámenes, nos graduaremos nena... No te desenfoques de lo que realmente importa.

—Bueno, creo que en eso tienes razón.
— ¿Ya sabes qué carrera vas a seguir? Y no me digas que Hostelería y Turismo porque sabemos perfectamente que eso no te agrada ni un poco.

—No... Aún no, tampoco sé como decirle a papá que no quiero sus hoteles.

—Piensa en ello, ya no hay tiempo, se acerca el final de todo esto —continúo estirando las piernas y mirando al cielo.

«El final...» —pensé llena de miedo.

Bajamos para seguir en nuestra rutina escolar, lo que dijo Jay es muy cierto, la semana que viene son mis exámenes finales, si quiero graduarme debo concentrarme en ello y dejar de lado todas las historias que recorren mi cabeza.

Con ese pensamiento de finales de curso y graduación, seguí todo mi día prestando la mayor atención posible en mis clases, hasta que mi cerebro no dio más y rogaba porque sonara la deliciosa campanada que anunciaba nuestra liberación.

Trataba de concentrarme, pero mis ojos se desviaban a la ventana donde cualquier cosa podía distraerme. Y cuando digo cualquier cosa... Es cualquier cosa, literal. Cerré mis ojos acariciando mi cien en movimientos circulares para relajarme un poco, al volver a abrirlos fueron directo a un punto específico.

Matt elevaba sus brazos tratando de hacerme señas para captar mi atención, cosa que funcionó además de hacerme sonreír. Lo poco que entendí con sus maniobras, era que quería que fuese con él a la cancha al final de las clases, a lo que asentí un poco confusa sin saber si había entendido bien o no.

Empecé a sonar mis dedos sobre él pupitre en modo ansioso queriendo terminar con la aburrida clase lo más pronto posible. Si, la motivación por mis estudios me dura poco.

Provocaba sonidos con mis dedos y con la punta de un tacón rítmicamente hasta que...

— ¿Muy aburrida Manson? Entonces dígame, ¿cuál es la razón de cambio entre X² y Y³?

—Sí, eh... La razón de cambio entre lo que dijo es... —hablaba muy lento esperando respuestas a mis alrededores donde más allá de las miradas divertidas de mis estúpidos compañeros no veía más— Claro, si, ehm... la razón de cambio ¿no?

—Si Manson, la razón de cambio ¿cuál es?

—La... Razón... De... Cambio —medité esas palabras contemplando el ejercicio en la pizarra, subí la mirada al reloj de pared encima de ésta y una sonrisa se ensanchó en mis labios—. Me muero por decirle la razón de cambio pero es una lástima que... — ¡Bingo!— suene la alarma y deba ir a casa. Será para la próxima.

Recogí todas mis cosas al apuro bajo la mirada aún más divertida de los mismos estúpidos compañeros y la de fastidio y odio de mi profesor de matemática. Hoy, la suerte estaba de mi lado.

Infiltrada [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora