La única.

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~Calle~

La tarde se había hecho presente demasiado rápido, me encontraba en la plaza que se iba a inaugurar designando espacios y discutiendo el asunto de los cócteles que se servirían, así como los bocadillos que se ofrecerían.

—Calle, el señor pregunta a que hora será la recepción, y le informé pero quiere que tu se lo digas personalmente—Laurel se acercaba a mi con el propietario de la tienda Gucci en esa plaza, un señor de al menos 40 años, vistiendo prendas de su marca.

—¿Qué tal?—Lo saludé  con una sonrisa— El acceso para propietarios será a las 02:00pm, invitados entran a las 05:00pm, el evento comienza a las 06:00pm.

—¿Y una cena contigo a qué hora?—Preguntó el muy descarado de forma directa.

—¿Disculpe?—Me hice la que no había entendido recibiendo una sonrisa de su parte.

—Para cenar contigo, ¿A qué hora?—Pregunto sereno sin titubeos.

—Lo siento señor Collins pero esa noche no me será posible, además de que no suelo asistir a cenas con personas involucradas de manera directa con la persona que me contrata —Expresé de manera clara.

—La persona qué te contrató y yo no tenemos nada que ver, yo solo accedí a rentarle el espacio por las marcas que ya habían firmado contrato con el, no le veo problema en que salgamos esa noche.

—Yo si tengo problema porque me tengo que quedar al final del evento, en otra ocasión sería lo mejor—Intentaba evadirlo realmente me estaba incomodando.

—¿Qué te parece hoy?—Preguntó depositando su mano en mi cintura.

—Hoy no puedo ya tengo planes—Me negué dando un paso hacia atrás.

—Señorita Calle, ¿Puede venir un momento?—Habló un chico de Logística salvándome del ese señor.

—Una disculpa, tengo que ir a ver que sucede—Caminé hacia el chico pero antes sentí como el señor tomaba mi mano y dejaba un beso en ella advirtiendo que nos veríamos el sábado.

Sonreí con desagrado y en cuanto me fui de su vista limpié la parte en la que había puesto sus labios.


—Juro que te voy a despedir cuando me vuelvas a dejar a solas con el—Dije molesta hacia Laurel una vez que había atendido el problema.

—No me quería creer, estaba insistiendo mucho en verte.

—Sí porque quiere que salga con el— Lo que dije la hizo abrir la boca con asombro.

—Calle, ¿Qué tienes que haces que todos se mueran por ti?—Preguntó sonriendo—Que suerte tiene Poché al tenerte.

Sonreí estúpidamente cuando escuche a Laurel mencionar a Poché, recordé de momento la noche que habíamos tenido, estaba tan enamorada.

—Te estoy hablando—Laurel agitaba su mano frente a mi cara intentando llamar mi atención, —Te dije que se iba a enojar si iba a su casa.

—¿Quién?—Cuestioné aún sin entender que tanto cacareaba la castaña que tenía enfrente.

—Poché, fue evidente que le molesto verme ayer—Levante mis hombros en señal de indiferencia y le comenté que ya no estaba enojada.



Al poco rato habíamos acordado todo y motivaba a mi equipo a que el sábado tenía que salir mejor de lo esperado citándolos a las 08:00am, aunque el viernes por la tarde tendría que venir para revisar que la loza rentada estuviera completa.

Manejé hasta la casa con Laurel de copiloto, ahora hablábamos de lo que sería su graduación, además de que estaban a una sesión de que lo de la danza aérea se aceptara en la Universidad.

Eran a la rededor de las cuatro de la tarde cuando frené frente al portón de la casa, la castaña salió del auto y se fue a su casa, entre saludando al vigilante en turno, estacioné el auto a un lado del de Poché.

Entré a la casa viendo a Poché sobre el sofá mirando una película de personajes animados, la escena se me hizo tierna, cuando me acerqué noté que estaba durmiendo, así que decidí quitar la película y poner un poco de música.

Hice un par de llamadas más para confirmar la asistencia al evento que tendríamos y posteriormente hice la reservación en Tao, un restaurante de comida japonesa para ir con Poché.


—¿Calle?—Escuché que me llamaron desde la plantaba baja. Sonreí al saber que ya había despertado y bajé de manera rápida las escaleras.

—Hola—Alcancé a decir antes de tomarla entre mis brazos y besarla.

—Espera— Me alejé un poco y la vi pasar su lengua por su labio.

—¿Se abrió de nuevo?—Pregunté sosteniendo sus mejillas entre mis manos.

—Anoche me mordiste fuerte—Me explico sonriendo.

Le pedí disculpas y ella me silencio con un par de besos más.

—¿Cómo te fue?—Preguntó llevándome hacía el sillón para tomáramos asiento.

Le conté lo que había sucedido pero evite la parte de dueño de la tienda de Gucci y su invitación a cenar nada agradable pues conocía mi chica, y la forma en la que tal vez lo pudo haber tomado, aunque no descartaba la idea de contarle después.

Le avisé también sobre la reservación que había hecho, cosa que le hacía muy feliz porque ambas amábamos la comida de ahí además de la decoración, y el ambiente que el establecimiento ofrecía.

Me contó sobre su día de manera general, a los pocos minutos subimos a cambiarnos y arreglarnos un poco para salir.

Quiéreme de una vez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora