CAPITULO 4

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PDV. HARRY

Si ahora mismo me preguntan por qué hice eso, no sabría qué decir.

Sí, Louis me había llamado la atención. No solo por no aparentar ser un niño pijo, si no porque derrochaba alegría e inocencia, y bueno, a eso hay que sumarle que era demasiado atractivo.

Me despedí de mi tío y fui hacia el coche, con Louis detrás.

Una vez dentro del coche me dispuse a preguntarle dónde vivía, respuesta que no me extrañó. Hampstead.

- Llevas una camiseta guay- dije, entablando conversación.

- Oh, gracias- respondió, mirándola- me la regaló mi hermana.

- Me sorprende que alguien de tu estatus sea asi.

- ¿Asi cómo?- preguntó, sin entender.

- Abierto de mente- añadí, encogiéndome de hombros.

- ¿Llevas mucho tiempo trabajando en la galería?- preguntó, cambiando de tema.

- Cuatro años- respondí, sin apartar la vista de la carretera.

- Debe de ser increíble poder trabajar en algo que realmente amas.

- Si bueno, no está mal. Aunque termina cansando no poder expresarse como uno realmente quiere- respondí, dirigiendo mi vista hacia el semáforo.

- ¿No te gusta lo que pintas?- preguntó, mirándome.

- No es que no me guste, simplemente son cuadros que no me llaman la atención. Siempre es la misma temática- dije encogiéndome de hombros- ya sabes, gente de tu estilo.

- Comprendo- susurró.

- ¿Tu trabajas?- le pregunté, viendo como juntaba sus manos, jugando con sus dedos.

- Estudio- respondió.

- ¿Pero no tenías 23 años?

- Sí. Pero estuve tres años ayudando a mi padre en una de sus empresas como becario.

- Interesante.

- Sí- añadió.

- ¿Qué estudias?

- Empresariales- dijo sin desviar la mirada de la ventanilla.

- Vaya, debe de molar mucho- dije sonriendo levemente.

- No tanto- dijo con un tono decaído.

Le miré, viendo que se estaba mordiendo el labio y mirando hacia sus piernas.

- ¿Te he incomodado?- pregunté.

- ¡No!- exclamó, mirándome- es solo que no me gusta hablar de ello.

- Claro, lo entiendo.

Sonrió, volviendo a mirar por la ventana.

Después de una media hora de viaje llegamos a su casa.

Aparqué en coche en doble fila, poniendo las luces.

- Muchas gracias por traerme, de verdad- dijo sonriendo. Creo que es la primera persona que conozco que sonríe a cada frase que dice.

Normal, con la casa que tenía yo también sería así de feliz.

- No es nada, en compensación por el extra del cuadro.

Asintió, quitándose el cinturón.

- Bueno.

- Bueno- repetí, sin saber qué decir.

- Que te vaya bien Harry- dijo mirándome, para acto seguido abrir la puerta del coche.

- Igualmente, Louis.

Cerró la puerta, encaminándose a la puerta de su casa, no sin antes girarse y despedirse con la mano. Hice lo mismo, arrancando el coche y saliendo de ese barrio pijo.

De repente me habían entrado unas ganas enormes de pintar.

PDV. LOUIS

Según cerré la puerta me apoyé en el marco, suspirando.

Definitivamente me gustaba Harry, y mucho. Eran tan… distinto, no sabría cómo definirle.

- ¿Qué haces ahí?- preguntó mi hermana, extrañada.

- Lottie, me he enamorado- dije poniendo mis manos en mi pecho.

- Madre mía- dijo rodando los ojos- ¿qué es esta vez? ¿Un fornido chico que se ha sentado a tu lado en el bus?

Fruncí el ceño, encaminándome hacia ella.

- No. Es el chico que ha pintado el cuadro de la abuela.

- ¿Un pintor? Definitivamente te has superado- cacajeó, dirigiéndose a la cocina.

- Lottie lo digo en serio. Es tan… diferente.

- Ajá- respondió, indiferente, siguiendo con sus cosas- Bastante le costó aceptar a papá que eras homosexual como para encima saber que te gusta un pintor.

- ¿Qué hay de malo? Es un chico normal como tú y como yo- dije sentándome en la mesa, meciendo mis piernas.

- Ahí te equivocas- dijo mirándome- tu y yo no somos normales. Mira dónde vivimos. Mira nuestros amigos, nuestra ropa, nuestra forma de vida. Nosotros no somos gente normal. Pertenecemos a otra estirpe.

- Hablas como si fuésemos alguien importante- dije rodando los ojos.

- Louis, madura. Nuestras vidas están organizadas desde antes de nacer. Si tienes que salir con alguien, lo decidirá papá. No puedes hacer lo que te de la gana. La imagen Louis. No lo olvides.

Y dicho eso se encaminó de nuevo hacia la cocina.

Suspiré. En el fondo mi hermana tenía razón. Aunque de todas formas no es como si fuese a volver a verle.

Mordí mi labio, recodando las palabras que me dijo en el coche: "me soprende que alguien de tu estatus sea asi. Abierto de mente".

De seguro él me veía como un niñato pijo y mimado.

- ¿Desayunamos?- preguntó mi hermana ocupando sus manos con mil bollos, llamando mi atencion.

Asentí, bajándome de la mesa y preparándome el café.

- Lottie- dije, sentándome a su lado- ¿Crees que nunca me enamoraré de verdad?

- Claro que lo harás.

- Si se encarga nuestro padre de buscarme novio ya te digo yo que no- dije, sorbiendo de mi bebida.

- Bueno, mira Alfred. Te gustó de verdad y no era un cualquiera.

- Oh sí, aquel chico que esperó a metérmela por el culo para ponerme los cuernos con decenas de chicos- dije, rodando los ojos.

- Bueno, pero al fin y al cabo te gustó. Y te lo presentó papá- comentó, sonriendo de oreja a oreja- Además, piensa que cuando se muera serás libre- bromeó, haciendomé reír.

- Para eso queda mucho- murmuré.

- Con el humor que se gasta no te creas.

La di un codazo, riendo, a lo que ella se encogió de hombros.
Era una verdadera mierda tener un padre asi de antiguo. Qué más le dará la pareja que yo tengo en un futuro. Es mi vida, no la suya.

Terminé de desayunar, dejando a mi hermana viendo la telelevión y subiendo a mi habitación, metiéndome en la cama, intentando recuperar las horas perdidas.

El arte de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora