CAPITULO 11

44 3 0
                                    

PDV. LOUIS

Después de un baño de una hora, me dispuse a ponerme a estudiar.

No es que tuviese examen recientemente, pero tampoco tenía nada mejor que hacer. Y cuanto mas estuviese mi cerebro distraído, mejor.

- Louis, tu padre y yo vamos a salir a hacer unas gestiones.

Llegaremos para la hora de la cena.

Asentí, sin despegar la vista de la pantalla del ordenador.

- ¿Por qué no sales con Rachel y Robert a dar una vuelta? Es sábado y hace un día muy bueno- propuso mi madre.

- No tengo ganas de salir.

- ¿Qué te pasa?- preguntó, posicionándose a mi lado.

- Nada- respondí mirándola- es solo que quiero adelantar temario.

Mi madre asintió, no muy convencida, y se despidió de mi, cerrando la puerta de la habitación.

Lo ultimo que necesitaba era tener a mi madre pegada a mi todo el día por sus preocupaciones absurdas.

Escuché la puerta cerrarse, lo que indicaba que mis padres se habían ido. Cerré el ordenador, bajando a la cocina a por algo de comer.

Siempre que estaba de bajón me gustaba comerme un par de donuts de azúcar. Eso lo arreglaba todo, o al menos esa era la intención.

Pero antes de poder sentarme en el sofá sonó el timbre. Mi madre y su costumbre de olvidarse cosas.

Me dirigí a la entrada y abrí, percatándome de una silueta mas alta que la de mi madre. Abrí los ojos, sorprendiéndome de ver a quien tenía enfrente.

- Harry- susurré, todavía sin poder creerlo.

- Siento presentarme en tu casa sin avisar, pero lo que hemos hablado no podía quedar así.

- Pasa- propuse, haciéndome a un lado.

Harry asintió, pasando por mi lado y encaminándose al salón. Cerré la puerta y le seguí, sin saber muy bien qué hacer.

- ¿Quieres tomar algo?- dije, frotando mi nuca.

- No. Gracias.

- Puedes sentarte- propuse.

Se encaminó al sofá individual, sentándose. Imité su acción, teniéndole frente a mi.

- Bonita casa- alabó, echando un rápido vistazo a su alrededor.

- Gracias. Y bueno, ¿qué es lo que quieres hablar?- dije yendo al grano.

- Quería pedirte disculpas otra vez por mi comportamiento de ayer.

Se que fui un auténtico idiota, pero normalmente soy así. Se que es algo que tengo que cambiar, y te juro que lo voy a intentar, pero por favor, vuelve a mi estudio.

Vaya, no me esperaba para nada todo ese discurso.

- Ya te perdoné Harry. Pero como te dije hoy no estoy comod-

- Te prometo que eso cambiará- interrumpió- te prometo que a partir de ahora no te sentirás incómodo. Hablaremos si es lo que quieres.

Pero por favor, realmente te necesito allí- suplicó, pasando su lengua por sus carnosos labios, nervioso.

- No se qué hacer Harry- me sinceré. Y era verdad. Una parte de mi quería seguir con la idea de antes, pero otra quería arriesgarse.

- Solo te pido una ultima oportunidad. Si vuelvo a cagarla, no te volveré a molestar- sugirió.

Visto así no era mala idea. Y qué narices, a quién quería engañar.

Estaba deseando aceptar su trato.

- Está bien- respondí, a lo que Harry sonrió, mostrándome dos lindos hoyuelos, los cuales estaban provocando que mi corazón fuese a mil por hora.

- ¡Fantástico!- exclamó- juro que no te vas a arrepentir.

- Eso espero- susurré, logrando que no me escuchase.

La puerta sonó, lo que indicaba que alguien la estaba abriendo.

Mierda. Dime que no son ellos.

- ¡Louis somos nosotr- mi madre dejó de gritar, mirándome a mi y después a Harry, extrañada.

Mi padre entró tras ella, mirando a Harry con cara de pocos amigos.

- ¿Y las gestiones?- pregunté, rompiendo el silencio.

- Han tenido que ser canceladas- respondió mi padre, sin despegar la vista de Harry.

- ¿Quién es este joven?- preguntó mi madre, sonriendo nerviosamente.

- Él es Harry, el encargado del cuadro de mi cumpleaños.

Harry le dio dos besos a mi madre, presentándose, y después le extendió la mano a mi padre, el cual la apretó sin dejar de fruncir el ceño.

- ¿Y qué hace aquí?- preguntó él, cruzándose de brazos.

- Venía a ver a Lottie, al parecer quedó con él para hablar de la entrega y demás, pero ha debido de olvidarse.

- Esta chica y su cabeza loca- interfirió mi madre, quitándose el abrigo- ¿quieres tomar algo?- le ofreció.

- Oh no, gracias- sonrío- yo ya me iba- dijo encaminándose hacia la puerta.

Le seguí, viendo como mi padre no quitaba su vista de nosotros.

- Dile a tu hermana que la llamaré.

Asentí, despidiéndome de él.

Bien, creo que ya pueden entregarme el diploma al mejor mentiroso de la historia. Tenía que llamar a mi hermana cuanto antes, para que no metiese la pata con mis padres.

- ¿Este chico fue el que pintó el cuadro de la abuela?- preguntó mamá, con un vaso de agua en sus manos.

Asentí, sentándome en el sofá, encendiendo la tele.

- No me imaginaba que fuese así- dijo mi padre, quitándose el nudo de la corbata.

- ¿Así cómo?- pregunté.

- Tan joven, y con esas pintas tan... vulgares- añadió, sentándose en el sofá independiente.

- Oh James, no digas eso. El chico iba vestido bien- le regañó mamá.

- Si con bien te refieres a unos pantalones rotos y una camiseta de lo mas paleta, sí. Iba bien vestido- se mofó, encendiéndose un puro.

Rodé los ojos, levantándome.

- Voy a terminar mis tareas.

- Me parece perfecto- contestó mi padre. Levanté una ceja, subiendo las escaleras.

Este señor me sacaba de quicio. Odiaba cuando hacía eso. Siempre tenía que sacar algún defecto de alguien que no este a la altura de su status. Cuando, por muy mal que le siente, Harry le daba mil vueltas aun vistiendo así. Por no hablar de lo bien que le quedaban esos pantalones.

Busqué mi teléfono y marqué a mi hermana, suplicando porque lo cogiese antes de volver a casa.

- ¿Qué quieres?- respondió.

- Escúchame bien, porque es importante.

- ¿Qué pasa?

- Tienes que mentir de la mejor manera posible.

- Esto se pone interesante. Cuéntame- respondió, y apuesto lo que sea a que estaba sonriendo.

El arte de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora