CAPITULO 7

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PDV. HARRY

He metido la pata hasta el fondo, y no por lo que dije, si no por cómo lo dije. Quizás no tenía que haber insistido tanto. He quedado como un desesperado.

Solo espero que si decide llamarme, fuese para decirme que sí.

Me quedé dos horas más definiendo el cuadro de Louis y su hermana. No me cósto mucho, ya que los dos tenían los rasgos muy definidos.

Al finalizar recogí y me fui al apartamento.

He estado mirando seriamente apartamentos que puedan ser accesibles a mi sueldo, y la verdad que solo he visto uno o dos.

Suficiente para mí. Con tal de tener habitación me es suficiente.

Desde la muerte de nuestra madre mi hermana y yo no nos soportamos. No paramos de echarnos mierda o simplemente no dirigirnos la palabra. Y que no me pregunten el por qué, porque ni yo mismo lo sé.

En cuanto entré al apartamento divisé a mi hermana sentada en el sofá con el ordenador en sus piernas. Mi ordenador.

- ¿Qué narices haces?- dije arrebatándole el ordenador, frunciendo el ceño.

- Oh tranquilo, la carpeta del porno gay ni la he abierto- dijo cogiendo su móvil, carcajeando.

- Tienes un sueldo lo bastante alto como para comprarte uno- dije mientras apagaba el ordenador y lo dejaba en la mesa.

- Lo llevé a arreglar. Tenía virus, simpático.

- Qué pena- ironicé, metiéndome en la cocina.

Me preparé un café bien cargado junto con un par de galletas de chocolate. Eso me hará lidiar con mi hermana el resto del día.

- Harry- dijo la voz de mi hermana a mis espaldas.

- ¿Qué?- dije sin ni siquiera voltearme.

- El sábado hace dos años- susurró.

Cerré la puerta del microondas y me volteé, mirándola.

- Ya lo se- respondí, serio.

- Iremos al cementerio, ¿no?

- ¿Para qué?- dije, volviendo a mis cosas.

- Oh vamos, ¿en serio?- dijo frunciendo el ceño- ¿ni siquiera ese día irás?

- ¿Crees que por ir ella lo sabrá? Mamá está conmigo siempre. En el trabajo, en casa, por la calle. En todos lados. No voy a hacer el papelón por el hecho de que lo haga todo el mundo.

El microondas sonó, haciendo que sacase el café y le echase azúcar.

- ¡Su cuerpo esta allí!- exclamó.

- ¡Pero su alma no!- grité, sobresaltándola.

Suspiré, cerrando los ojos.

- ¿Cómo hemos llegado a esto?- susurró, con los ojos humedecidos.

- Oh vamos, no te hagas la santa. Tu fuiste la primera que cambiaste- dije saliendo al salón, con ella detrás.

- Su muerte me afectó, como a ti. Pero yo no te insulto ni te hago sentir como la mierda.

Carcajeé, negando con la cabeza.

- Tu simple carácter me hace sentir como una mierda. Tu inmadurez, soberbia. Ver la persona que eres.

- ¿La persona que soy?- dijo acercándose a mí- y tú cómo eres Harry.

Eres un amargado. Incapaz de disfrutar de la vida. Vives como un viejo. No tienes amigos, ni novio. Ni siquiera echas un polvo. De la galería a casa y viceversa. Yo seré una inmadura, pero he aprendido a vivir de nuevo.

Y dicho eso se encerró en su habitación, dando un portazo.
Sí, había  dolido, y no mentía, pero eso no quitaba que pudiese hablarme así.

Me dirigí a su habitación, abriéndola sin llamar.

La miré a los ojos, y estaba llorando. Aun así, no me ablandé.

- He encontrado un apartamento. Me iré en cuanto pueda. Ni yo voy a seguir soportándote ni tu a mí. Apáñatelas como quieras. No me importa. No pienso seguir aguantándote.

Y dicho eso volví a dejarla sola, volviendo al salón, con mi café y mis galletas.

PDV. LOUIS

- Espero que le hayas dicho que sí- dijo mi hermana, como siempre, tirada en mi cama.

- Le he dicho que lo pensaría- susurré, a lo que mi hermana se incorporó.

- Luego soy yo la del problema mental- carcajeó.

- Lottie, tengo responsabilidades. No puedo irme cada día a que me pinte y que papá y mamá me dejen como si nada.

- Pues miente- dijo, encogiéndose de hombros.

- Tú serás la reina de las mentiras, pero yo no.

Rodó los ojos, levantándose.

- Imagínate a Harry enfrente de ti todos los días. Centrando sus ojos solo en ti, a cada milímetro de tu cuerpo. La tensión sexual ya se huele.

Oh dios, solo eso ya me estaba poniendo cachondo.

- Le he dicho que lo pensaría. No es un no rotundo.

- Louis, no pienses tanto. Siempre lo haces. Por una vez déjate llevar.

Visto de esa manera mi hermana tenía razón. Por primera vez había encontrado algo que realmente me hacía ilusión. Harry.

- Venga llámale. Ya- ordenó, acercándome el teléfono y la tarjeta de Harry.

Suspiré, dudándolo unos segundos, para finalmente cogerlo y marcar el numero.

Mi hermana cruzó los dedos, pegando su oreja al teléfono. Rodé los ojos.

- ¿Sí?

Su voz sonaba mas ronca por teléfono. Madre mía.

- Hola Harry.

- Oh Louis. Hola- dijo, carraspeando.

- ¡Te ha reconocido!- exclamó mi hermana, susurrando. Fruncí el ceño, alejándome de ella.

- Verás, quería decirte mi respuesta a la propuesta de antes.

- Vaya, pensé que me lo dirías mañana- respondió, con una pizca de humor en su voz.

- Sí bueno, hay cosas que no hay que pensar mucho- dije mirado a mi hermana, guiñándola un ojo, mientras ella daba saltitos en el sitio.

- ¿Y cual es tu respuesta?

- Sí. Acepto- dije mordiéndome el labio inferior.

- Fantástico- dijo alegre, haciendo que sonriese- ¿Qué te parece si empezamos el viernes?

- Me parece genial- susurré, conteniendo mis ganas de gritar.

- Perfecto. ¿A las 6?

- Sí, bien. Allí estaré.

- Genial. Hasta el viernes, Louis.

- Adiós, Harry- Colgué, suspirando.

- ¡Estoy muy orgullosa de ti!- gritó mi hermana, abrazándome. Reí, devolviéndole el abrazo.

- En serio, no me creo que haya dicho que sí.

- Has sido muy valiente. Espero que cuando estés con él no parezcas autista.

Frunci el ceño, golpeando su brazo. Mi hermana comenzó a reír, saliendo de mi habitación.

El arte de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora