El arte de amar

CAPITULO 35

PDV. LOUIS

Me costó convencer a mi madre para quedarme esta noche con Harry, pero gracias a mi maravillosa labia conseguí mi propósito.

Me pasé todo el día estudiando, ya los parciales estaban a la vuelta de la esquina, y no podía desatenderlos.

- Voy a salir- dijo mi hermana, colocándose la chaqueta.

- ¿Con Robert?

Asintió, untándose vaselina en los labios.

- No me extraña que no pare de suspender- susurré, guardando los apuntes.

- Oye, aunque no lo creas, no nos acostamos cada vez que nos vemos.

- Claro- dije riendo.

- Mira quién habla. El que mañana aparecerá con el culo mas abierto que la puerta de una iglesia.

- Eres idiota- dije, levantándome y subiendo a mi habitación.

Metí un par de calzoncillos en la mochila, junto con ropa de cambio.

Según me dispuse a salir mi madre me llamó.

- Louis, quería preguntarte una cosa un poco... íntima- dijo, posicionándose frente a mí.

- Dime.

- Harry y tu usáis... ya sabes- dijo haciendo gestos con las manos.

- ¿Usamos qué?- dije frunciendo el ceño.

- Protección. Cuando estáis juntos.

Abrí los ojos, sin esperar aquella pregunta.

- Claro- susurré, sonrojado.

- Vale genial- sonrió.

- ¿A qué viene esa pregunta?

- Bueno, ya sabes, aunque seáis chicos corréis riesgos.

- Mamá, he salido con otros chicos. Sé cómo funcionan estas cosas y estoy enterado de todo.

- Sí, lo se, era solo por quedarme tranquilla.

Asentí, despidiéndome de ella y metiéndome en el coche, aún en estado de shock.

PDV. HARRY

Metí las palomitas en el microondas y saqué las bebidas, dejando todo preparado.

Convencí a Gemma de que hoy pasara la noche en casa de alguna amiga, ya que quería disfrutar al máximo de Louis.

Observé todo, viendo si me dejaba algo. Todo perfecto.

Dos golpecitos sonaron en la puerta, indicándome que había llegado.

- ¡Hola!- exclamó, dejando un beso en mis labios.

Cerré la puerta, observando como Louis dejaba la mochila en mi cama.

- ¿Te has traído los libros?- pregunté, sonriendo.

- Claro. Esta noche tengo que repasar- dijo serio, sentándose en el sofá. Fruncí el ceño, imitando su acción.

- ¿De verdad te los has traído?

Empezó a reír, negando con a cabeza.

- Qué ingenuo eres. Es la ropa de cambio- respondió, dejando un casto beso en mi mandíbula.

El pitido del microondas sonó, así que fui a la cocina y metí las palomitas en el bol, volviendo al sofá.

- ¿Qué peli veremos?

- Kill Bill- dije, dándole al play.

- No me gusta- protestó, frunciendo el ceño.

- Pero si no la has visto.