C.9

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—¿Qué es esto?—preguntó Hoseok mientras miraba sobre un pequeño plato unas galletas con varias y pequeñas chibolitas negras de aspecto lijoso que posaban sobre unas redondas galletitas saladas.

Realmente por más que quería pensar que era, no daba, su imagen mental de no ignorancia no parecía darle una respuesta. Subió su mirada a Jungkook, quien parecía muy entusiasmado preparándole aquella pequeña merienda. Frente al chicho se encontraban pequeños paquetitos de galletas saladas y les untaba esas chibolitas negras.

El mayor contempló aquellos ojos, parecían tan brillantes y oscuros al mismo tiempo, dos mundos diferentes cohabitaban entre ellos, la oscuridad, la esperanza. Hoseok no lo comprendía, como ese joven que poseía una enorme carga sobre sus hombros, podía seguir poseyendo una sonrisa casta, sin esforzarla.

¿Cómo..era incluso posible? Para Hoseok sonreír era más como un deber, y a decir verdad, no mucho recordaba lo que era sonreía sin esforzarse.

Jungkook llegaba a visitarle cada dos días, a veces había sexo en medio, otras veces no, algunas momentos parecían entablar conversaciones como de psicólogo y paciente. El menor estaba más interesado en conocer a Hobi, y nunca llegaba con las manos vacías, llevaba una pequeña merienda, un postrecito, otras veces le regalaba pequeños jaboncitos que a decir verdad, a Hobi le encantaban las fragancias y el menor siempre solía preguntarle: ¿Te falta algo musa?.

Hoseok mentiría si dijera que no le gustaba ser atendido como todo un rey, si es que su humildad no fuera parte de su vida. Talvez su baja autoestima era la causante que no se viera como algo digno, no lo era, lo tenía muy bien pensado. Volvió a dejar su sonrisa dulce en el rostro, bueno, por el momento tenía algo que hacer, compensarle al chico todo su esfuerzo.

—Es caviar—dijo haciendo un leve puchero.

—¿Cuánto...te costó?.

— No le diré el precio porque me lo va rechazar—dijo mirándole de un solo para luego volver su vista a su quehacer.

Hobi se rió ante aquello.

—¿Qué te hace pensar que lo rechazaré?—preguntó con leve curiosidad buscando que sus ojos y el del menor se cruzaran; pero no fue así. Jungkook estaba muy concentrado en terminar de untar las galletitas.

—Porque...ya lo ha hecho. —esta vez subió su rostro concentrándose con los de su mayor, le entregó una sonrisa llena de cariño y comprensión—No me molesta. Que usted sea así; pero...si tengo los recursos y puedo hacerlo. Entonces déjeme hacerle feliz.

—Sabes que mi corazón no puede pertenecerte. ¿Cierto?. Soy un hombre que vende su cuerpo a quien le ofrece dinero.—comentó con tristeza—una persona como yo no soy digna de tener amor.

—¿Entonces yo tampoco lo soy?—preguntó de un solo—.Yo soy un hombre que mata porque le conviene, soy un ser que quita la vida a personas. Pero mire...estoy aquí frente a usted. Todos tenemos un punto débil, usted es el mio, Musa. Todas las personas en el mundo tienen derecho al amor, aunque sea el peor de los monstruos...aunque claro, hay unos que nunca lo encuentran y es por eso que son seres que vagan en este mundo, sin saber lo que es el sentido de la vida. Almas muertas, cuerpos vacios.Talvez es el amor, lo que muchas veces nos impi-...

Hobi le interrumpió.—¿Se puede saber de donde sacas tantas cosas?—preguntó de un solo—Siento como si conversara con un anciano sabio que lleva décadas en este mundo.

—Musa, uno no tiene que tener cien años o ser un anciano para poder saber cosas simples y dignas de la vida. Talvez...tuve que madurar en muchos aspectos.—le sonrió dulcemente tomando una de las galletas—.Yo nunca tuve una infancia sabe?. Nací en el mundo del pecado y en la maldad de los adultos, el dinero maldito fue la cuna de mi existencia, por eso...cuando vengo a este lugar. Puedo simplemente sentirme bien—contempló al mayor—Porque usted no me juzgará y es...una persona cálida.

Junghope||Daddy issues: MusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora