Capítulo 14: "El engaño"

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- No vuelvas a tomar mi teléfono sin mi permiso, ya te lo he dicho mil veces. -regaño a mi hijo- Estás castigado, no solo por usar mis cosas sin mi permiso, sino que también por meterte en asuntos de los adultos.

- Papá, lo siento...- niego obligándome a no caer en sus ojos de borrego.

- Dile a tus abuelos que hoy no vas a salir al cine con ellos.

- Pero pap...

- Jaydan.

El pequeño baja la cabeza frunciendo el ceño y haciendo pucheros mientras sale de la sala para buscar a su abuela. Suspiro pesadamente y paso ambas manos por mi cabello mientras me dejo caer en el sofá de terciopelo frente al ventanal que mira al jardín. Marta, que ha visto toda la escena desde el pasillo que une al living con la sala principal, sale de su escondite y se sienta a mi lado.

- Regla número uno de una empleada doméstica responsable. Nunca te metas en las discusiones entre los patrones, pero realmente aquí entre nos, se ha pasado. No era para tanto, el niño solo cometió una travesura, como de las que hace en casa.

- Lo sé, me puse nervioso, no pude manejarlo. Es algo duro estar en este lugar.

- ¿Estar aquí o haber hablado con la señorita misteriosa después de la pelea? – miro a Marta y elevo una ceja.

- ¿Cómo sabes que estamos...?

- Como dije antes, una empleada doméstica responsable sabe hasta cuándo las paredes murmuran. -la sonrisa de la morena hace que me relaje un poco y ella palmea mi pierna – no sea tan duro con el niño, vayan todos a divertirse. Al fin y al cabo...-se acerca a mi- no sabemos cuándo el viejito va a estirar la pata.

- ¡Marta Beatriz Cavalheiro! -digo mientras rio fuertemente. Después de esa embarazosa conversación, ella decide salir por su cuenta a pasear y yo después de hablar con mi hijo y disculparme por haber exagerado con algo tan tonto como una travesura, le ayudo a preparase para su salida con sus abuelos.

Darcy va vestida con un elegante traje color marfil y unos costosos zapatos claros, Stephan lleva unos pantalones claros, una camisa azul y un chaleco tejido como los que suelen llevar los ricachones. Ambos al ver como Jaydan iba vestido, sugirieron que debería cambiar su atuendo, pero Jay y yo nos miramos cómplices decidiendo que los jeans desgastados y la camisa a cuadros estaban más que bien.

Me despido de ellos con la mano después de ayudar a meter la silla de ruedas de Stephan al coche. Mi hijo en todo momento llevaba una enorme sonrisa en su rostro.

Él los ama. Pero yo no me creo todo esto de la repentina bondad y arrepentimiento, algo no me huele bien, sobre todo por parte de Darcy, es una mujer inteligente y con mucho dinero. Algo debe estar tramando. No soy rencoroso, pero no olvido sus ojos llenos de odio cuando vino a golpear las puertas de mi casa con una orden de un juez y la policía para quitarme a mi hijo de apenas unas semanas de nacido.

Camino por la casa solitaria, es jodidamente grande y perturbadora. Subo las escaleras para ir al cuarto donde Jaydan y yo dormimos, pero no me detengo allí, sino que en unas puertas más adelante en el dormitorio que solía ser de Angie.

Darcy ha dejado que Jay husmee cada parte del lugar, incluso ya se ha apartado fotografías y cosas de su madre que quiere llevarse a casa, y de las que yo, claramente no me he opuesto.

Su hermosa sonrisa está en todas partes, puedo sentirla allí, las paredes tienen un toque a ella, que me es imposible no sentir su esencia. Tomo asiento en un enorme sofá rosa a los pies de la cama cuya posición es frente a un televisor y la caja que está a mis pies contiene cassettes y VHS, me acerco a la televisión y pongo uno:

Apasionado TormentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora