Capítulo 17: El Paraíso

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Lo miro, lo miro y lo miro hasta que mueve sus dedos en señal de nerviosismo.

― Shel yo ―respiro profundo mientras siento como una sonrisa amenaza con partir mi rostro en dos― nada me haría más feliz pero debemos aclarar un par de cosas ―lo miro con ojos entusiasmados.

Shelddon me besa rápidamente mientras asiente y acomoda su peso en la cama.

― ¿Qué es hermosa? ―Inquiere un tanto inquieto.

― No más desconfianza ―lo miro a los ojos― si queremos que esto funciones debemos ser honestos, hablar con el otro ante las dificultades, no puedes simplemente huir.

Su rostro se relaja de manera evidente pero entre sonrisas me asegura que lo que pasó aquella vez en casa no volverá a ocurrir y no sé si es por el maravilloso sexo que tuvimos anoche o si realmente estoy sintiendo algo fuerte por él, pero le creo, le creo completamente por lo que le lleno el rostro de besos.

― Aclarado esto cariño dame un beso que me dure hasta la próxima vez y ve con el diablillo ―comento sonriendo mientras me tiro encima de él aún desnuda.

Shelddon me atrapa y me aprieta contra su pecho mientras me besa lleno de sentimientos, luego de esto se aparta a regañadientes.

― Llámame apenas llegues a casa, ¿de acuerdo? ―Asiento levantándome y contoneando mi trasero hasta vestirlo con las diminutas prendas obsequiadas por mi rubia favorita.

― Llamaré a Marta para decirle que voy más tarde. ―Gruñe lascivo.

Río con diversión y le lanzo el vestido que iba a ponerme.

― No le vas a cancelar a tu hijo. Ya, vete.

Riendo toma sus cosas y sale de la habitación mientras yo quedo pasmada (de la mejor manera) al ver la bandeja de desayuno y el hermoso ramo de flores que me deja antes de finalmente marcharse.

Canturreo camino a casa después de un perfecto sábado, Ashley ignora mis llamadas por lo cual desisto tras el tercer intento pero recibo un solo texto que pone "deja follar en paz" a lo cual carcajeo sin poder evitarlo, gracias al cielo estoy en mi auto con los vidrios tintados, de lo contrario creerían que estoy de remate.

Para cuando llego a casa ha pasado al menos una hora; la distancia del mismo junto con el pésimo clima me retrasaron por completo, paso por mi Dante a la casa de Karen y lo lleno de besos cuando este salta.

― Ya, ya ―sonrío acariciando su oscuro pelaje.

Relleno los cuencos de agua y croquetas. Luego me cambio por ropa más cómoda y mando un texto a Shelddon como le prometí.

― ¡Buenos días, llegué yo!

Saco la cabeza del refrigerador y frunzo el ceño al escuchar la voz de Ashley.

― No salgas, yo voy a tu encuentro ―canturrea hasta llegar a mi campo de visión, luce perfecta como es usual pero tiene su ya estipulada ropa de ejercicio.― Vaya. ―enarca ambas cejas― me sorprende no verte en silla de ruedas.

Ruedo los ojos y río.

― Digo lo mismo, no recordaba lo alto que era tu italiano ―comento sugerente.

Hablando del rey de Roma, Bruno D'Leone entra también en mi rango de visión usando también ropa de ejercicio y con mi perro olisqueando sus zapatos, inevitablemente me sonrojo apenada.

<<Ojalá no me haya escuchado>>

― Bruno ―sonrío como puedo mientras siento a Ashley carcajearse en silencio.

Apasionado TormentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora