Capítulo 6: ¿Galán o Papá?

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No recordaba la última vez que había pasado toda una noche durmiendo junto a una mujer sin haberle tocado un pelo. El calor, el aroma dulce de alguien a mí lado, ese espectáculo maravilloso del enredo de cabellos sobre la almohada era lo que más echaba de menos de mi vieja vida.

Las mujeres con las que solía tener sexo me invitaban a pasar la noche, pero aquello no era mi estilo. Aunque debo admitir que he lamentado muchas veces  dejar pasar chicas buenas, pero ninguna era como Angie, ninguna se parecía siquiera un poco.  Excepto la mujer aquí a mi lado, de hecho, Elizabeth tampoco es Angie, digo… el que se parezca a ella no quiere decir que lo sea. “Shelddon, viejo, estás más jodido de lo que piensan todos”

Ver a Elizabeth dormida en el sofá despertó en mí tal melancolía que apenas pude contenerme, necesitaba tocarla, sostenerla contra mi pecho. Aquel delicioso beso, joder ¡y que beso! Dios sabe que aquello hizo acelerar mi corazón incluso mucho más que cualquier noche de sexo ocasional.

Toda la noche había querido probarle los labios, pero mis forzados intentos de contenerme hicieron que la bestia que vive en mí se hiciera cargo del asunto. Lo hizo a su modo, voraz y rápido, pero ella tomó las riendas después, para finalmente dejarme al mando. Y yo solo, me detuve. Puedo sentirlos sobre los míos aún, de terciopelo, con sabor a dulce miel y unas gotas de agua ardiente, todo lo que mi animal necesitaba para saciarse, o eso supuse, porque la verdad era que para mi sorpresa ahora quiero más.

La tormenta afuera no cesa, y mi cabeza está partida en dos, el enano al otro lado de la ciudad durmiendo con su nana y la mujer que sostengo ahora mismo entre mis brazos, ¿Qué estará haciendo mi pequeño? ¿Qué artimañas debe estar tramando para que Marta no apague la luz aún? ¿Qué sueña Elizabeth? ¿Por qué sonríe?

Necesito un cigarro. Me levanto con sumo cuidado de la cama y salgo en bóxers​ del cuarto para ir hacia el balcón.

Dante, que antes estaba en el sofá ahora se encuentra en la puerta del cuarto, sonrió, pues no me está dejando muchas opciones, así que sin más la dejo abierta, el muy grandulón corre inmediatamente para subirse a la cama ocupando mi lugar y yo me alejo por el pasillo negando. Al llegar a la sala veo que la luz de la lámpara junto al sofá donde antes se hallaba Lizzie está encendida y me sorprendo, ya que recuerdo con exactitud haberla apagado cuando la llevé conmigo. Ashley. Joder. Desearía regresar al cuarto, pero mi lugar ya fue ocupado en aquella cama, así que solo suspiro.

- ¿Insomnio? -pregunta sin levantar la vista de sus carpetas e informes, sin darme oportunidad a girar sobre mis talones para alejarme.

- Un poco, ¿Tú? -respondo con otra pregunta y me recargo en la pared.

- tal vez no sea insomnio, tal vez sea tu conciencia… yo en cambio no puedo conciliar el sueño cuando un traidor hijo de puta duerme bajo el mismo techo que yo. -responde sin verme- ¿Quién sabe qué podría pasar? Matarme, drogarme, amarrarme o simplemente entregarme a los narcotraficantes…

- Estas muy equivocada. -dije para cortar con firmeza aquel ridículo número.

- Equivocada…-repite con ironía y me mira finalmente por encima de sus gafas. - ¿Sabes, Parker? Yo tendría un poco más de dignidad y me largaría de aquí. Dejaría a Lizzie en paz y me regresaría a mi puto pueblo marginal de mierda si fuera tú. -Su odio seguía intacto, y que insultara a mi tierra desató cierta furia que me hizo terminar con la distancia que había entre nosotros y justo cuando estaba a dos pies de ella, tenía un arma sin seguro apuntándome. - Inténtalo, tú conoces mejor que nadie cómo sé usar estos chiches, un paso más y te vuelo las pelotas.

- Ashley… -suspiro resignado- Yo no soy tu enemigo, nunca lo fui. Yo quería lo mejor para ambas… -ella se pone de pie sin dejar de apuntarme y lanza sus gafas a un lado en el sofá con su mano libre.

Apasionado TormentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora