Capitulo 29: Cautiva.

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Abro los ojos con mucha pesadez, me duele el cuerpo y la cabeza, no siento mis brazos,  tengo la garganta seca y lo peor de todo es que no sé dónde estoy. Intento moverme un poco pero me es imposible y empiezo a desesperarme, ¿dónde estoy? Miro a mi alrededor pero no veo mucho, me cuesta enfocarme pero noto algo que me alarma; sangre por todos lados.
Me retuerzo y suelto un grito de dolor pues mis brazos protestan y noto inmediatamente porque no los sentía; estos se encuentran atados a una cadena de eslabones que se amarra a su vez a una gruesa columna de acero corroído. Todo viene a mi memoria; Shelddon, Dante, Mi hombro, Thomas, oh por Dios Thomas me raptó nuevamente. Miro por todo el lugar buscando una puerta, o ventana pero no tengo éxito, no reconozco el lugar así que asumo que es diferente al de la última vez.
Intento recordar todo lo que Bruno me enseñó en Florida, intento no perder la calma y ver lo que me rodea, intento no volver a gritar aunque tenga los brazos escocidos por lo pesado de las ataduras. Intento no vomitar por el olor nauseabundo del lugar.
— Oh, veo que despertaste. Bienvenida de nuevo Lizzie.
La voz de Thomas me asusta e inmediatamente lo busco con la mirada pero no logro verlo hasta que sale de las penumbras con una silla en sus manos.
Me arrastro por la húmeda superficie de concreto intentando en vano alejarme más de aquel infeliz pero no lo logro, no del todo. Thomas simplemente ríe.
— ¿Sabes? Siempre me pareciste hermosa, es una lástima que seas una sentimental.
Lo miro con los ojos entrecerrados, dolida e iracunda. No lo reconozco, es un capullo insensible que disfruta haciéndole daño a los demás. Lo veo ladear la cabeza y sonreír socarrón.
— ¿No dirás nada? —Hace un puchero mientras ladea la cabeza— anda vamos, mándame al demonio, me hace falta oír tu voz.
Me niego a llorar, maldigo en mi interior pero me niego a demostrarme débil frente al monstruo del que alguna vez me enamoré. Miro mis muñecas magulladas e intento moverlas reprimiendo un alarido de dolor, mi rostro se desfigura y escucho una risa pesada y grave.
Hay alguien más.
— ¿Acaso ya la has echado a perder?
El moreno de la primera vez camina hacia la luz con una barra de acero en sus manos, me mira con diversión en el rostro y saluda como si nada.
— Hola Elizabeth, ¿te gustan las cadenas?
Jadeo sin creer lo que estaba ocurriendo, esto Es todo, voy a morir.
— ¿Por qué haces esto?
Mi voz suena rota, ronca, débil, como si hubiese pasado horas llorando. Ambos hombres sonríen ladino y se acercan un poco y me encojo por reflejo.
— Dinero, venganza... —Thomas suspira elevando la mirada al cielo— ...varios motivos de los cuales me veo fuertemente beneficiando. Pero sinceramente Lizzie —se acerca del todo y se inclina tomando mi rostro con fuerza— quiero que te des cuenta que Shelddon no es el hombre para ti, te ha mentido sobre su vida y su pasado.
Empujo mi rostro fuera de su agarre y escupo en su dirección lo que hace que su rostro se desfigure del asco y me mire ahora molesto para luego estampar en mi rostro una fuerte bofetada.
Jadeo y cierro mis ojos con fuerza al sentir como poco a poco un hilo de sangre recorre mi barbilla desde la comisura de mi labio pero a pesar de todo sonrío y le miro con odio en mis ojos.
— ¿Ves lo que haces? Estás sangrando.
Limpia mi labio y aprovecho para golpearlo en el rostro con mi cabeza. Durante mi periodo en Florida Bruno me enseñó brevemente cómo defenderme, sabía que era un veterano y teniendo en cuenta la amenaza de Thomas le insistí que me ayudara. El golpe fue doloroso para ambos, aunque más para el que para mí pero eso no bastó para que maldiciera y estampara otro golpe en mi rostro.
— ¡Maldita zorra!
El moreno junto con Thomas me toman por la fuerza y grito ante el dolor de las manos, me retuerzo sin importar nada y grito lo más alto que puedo, pido ayuda a gritos mientras en mi interior pido que pronto Ashley que de con mi paradero.
Los hombres logran moverme a una incómoda silla en donde luchan por atarme a ella, pero aunque no se los pongo fácil pronto me dejan inmóvil en la fría superficie.
— No intentes pasarte de listilla con nosotros, aunque tengamos órdenes de mantenerte con vida no me temblará la mano para dispararte en la cabeza.
Miro al moreno quien vuelve a tomar la barra de acero con sus manos y la lleva a mi rostro. Me retraigo evitando que la deje en mis labios y aparto el rostro.
— Me gustaría no volver a tener que pedir ayuda para mantenerte viva, disfruto al verte sangrar.
Aprieto la mandíbula y elevo nuevamente la mirada a los hombres antes de decir:
— Dame una oportunidad y juro que te mato a golpes.
Tanto Thomas como Pitbull ríen a carcajadas mientras el que consideraba mi amigo se acerca por detrás a uno de mis oídos y ríe otro poco.
— La gatita tiene dientes. Elizabeth ni haciendo uso de tu amiguita Ashley podrás salirte de esta. Ni ella ni el salvaje podrán ayudarte.
Me estremezco en la silla llorando de dolor, he intentado mantenerme fuerte pero tengo miedo, miedo de Thomas y sus planes, miedo de no ver más a los que amo, miedo de no ser capaz de valerme de mis habilidades para salir de aquí.
— Ah, finalmente una lágrima, empezaba a creer que necesitaríamos torturarte un poco.
—    Vete al infierno Thomas. —Mascullo con el labio inferior temblando.
Otra bofetada se estampa en mi mejilla intacta y jadeo respirando con fuerza, algo no encajaba; mi respiración es superficial y siento cómo el pecho se contrae y se agita casi con violencia. No estamos en Atlanta, soy una mujer sana. La única razón para estos síntomas es que estemos a una altura diferente.
Estoy más jodida de lo que creía.
— No me gusta maltratarte, no permitas que lo siga haciendo.
Thomas se acerca para besar mis labios y me alejo cayendo sobre mi espalda y maldiciendo. Noto que mi dolor es la fuente de placer de estos psicopatas pues ríen y me enderezan nuevamente para solo para dejarme caer y volver a reír.
— Son unos malditos.
Me quejo sin aire antes de volver a sentir dolor, esta vez proveniente de una patada a mi estómago.
— Nos han llamado peor. —Pitbull sonríe socarrón mientras veo cómo saca un arma de su espalda y se acerca con ella hasta darme en la cabeza y alejarme nuevamente a la pacífica oscuridad.

Apasionado TormentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora