Capítulo 38: Una verdad a medias

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Supe que dormía con Elizabeth desde la primera noche que se escabulló en mi cama, inicialmente había pensado que se trataban de sueños, pero una noche desperté y la vi profundamente dormida a mi lado con sus mejillas sonrojadas y sus labios entreabiertos, desde entonces he pretendido no saber nada para evitar que se vuelva a alejar y sin embargo hoy a intentado hacerlo.

La miro necesitado, no puedo dormir sin su menudo cuerpo a mi lado otra noche más, afianzo mi agarre sin hacerle daño a su brazo y dudo un poco antes de seguir hablando.

— Esto ha sido un error, no he debido entrar aquí.

Su voz suplicante y baja hace que se forme un nudo en mi garganta. He sido considerado todo este tiempo, pero no me gusta la idea de volver a dormir solo por lo que tanteando terreno tiro levemente del agarre invitándola a volver a entrar en la cama.

— No tiene que significar nada, no queremos estar solos. Regresa a la cama por favor.

Al decirlo en voz alta una parte de mí me reprocha porque es consciente que significa todo y que solo estoy mintiendo como un acto egoísta de mis sentimientos hacia la mujer frente a mí.

Noto como se debate por unos instantes antes de finalmente adentrase nuevamente a mi lado en completo silencio. Debo admitirlo, no debería estar contento por ello, pero no puedo evitarlo; rodeo su cuerpo con uno de mis brazos y la pego por completo a mi costado.

— Gracias.

Susurro justo antes de besar su frente y poco después caigo completamente rendido.

Despierto al momento de sentir los rayos de luz atravesar las cortinas en un viaje directo a mis ojos, me quejo y me remuevo dándoles la espalda y soy recompensado con un suspiro profundo y femenino me hace abrir los ojos y mirar de frente y muy de cerca el rostro pacífico de labios entreabiertos, mejillas ligeramente sonrosadas y largas y pesadas pestañas.

Sonrío automáticamente y me acerco dejando un suave beso en su frente, aunque lo de anoche fue un gran gesto de su parte debo confesar que necesito despejarme para poder saber que decir cuando ella decida echarme la bronca, si decide hacerlo, además de agradecerle su presencia en mi cama así que aprovechando que aún duerme profundamente salgo de la cama a regañadientes para cerrar del todo las cortinas para que el sol no le sea una molestia y con ganas de seguirme ganando su corazón camino a la cocina para prepararle algo de desayunar.

En el camino miro la hora y noto que aún es un poco temprano y que además soy el único despierto por lo que me tomo mi tiempo preparando un desayuno brasileño para todos que consiste en el respectivo café cargado y algunas piezas de pan francés tostado al sartén, para acompañar decido enrollar trozos de jamón ahumado y camón de pavo y hago lo mismo con rebanadas de diferentes quesos además de cortar algo de piña, papaya, sandía y fresas.

Me muevo libremente por la cocina dejando todos los platos tapados y el pal en el calienta platos tomando todo lo necesario para armar una sencilla pero detallada bandeja de desayunos que luego de un par de minutos llevo de regreso a mi habitación, por fortuna mi Elizabeth aún sigue para cuando regreso. Dejo todo en la mesa de noche y me valgo de mi agenda para escribir una nota que dejo junto a la comida que pone:

"No hay nada malo en las segundas oportunidades si no hay secretos de por medio. Gracias por dormir conmigo anoche".

Luego de eso desaparezco detrás de la ducha para poder asearme y empezar el día.

Luego de desayunar junto a Marta me dirijo hacia el gimnasio en donde pongo algo de música en el reproductor y amarro mi cabello en un moño alto para luego ponerme los guantes de boxeo y así poder golpear repetitivamente el saco frente a mí, dejo que el tiempo vuele entre golpe y golpe mientras mi respiración se va agitando como signo del esfuerzo junto con el sudor de mi frente y espalda.

Apasionado TormentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora