10. Prueba de amor.

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Inspecciono por octava vez mi vestuario frente al espejo. No estoy para nada convencida con mi aspecto, pero es lo mejor que puedo ofrecer bajo las condiciones que puso Vincent. Ato mi cabello en una cola alta y desordenada.

Tomo mi bolso de mano y salgo de mi habitación. Camino hacia las escaleras a paso lento, no quiero hacer esto.

Mi definición de prueba de amor es totalmente distinta a la de mi novio y eso me pone los nervios de punta.

Vincent está sumamente concentrado rascando la espalda de mi madre, él ni siquiera nota mi presencia cuando bajo por las escaleras. Apoyo mi peso sobre el final del posamanos mientras aguanto la risa y sigo observando.

Mamá debió sentirse muy frustrada como para terminar pidiendo ayuda con algo así. Su enorme vientre le prohíbe hacer cosas tan sencillas. Repite constantemente ahí, ahí, ahí. Mi novio se esfuerza en complacerla. Su ceño está fruncido, es una mezcla entre frustración y esfuerzo.

—Estoy lista—Digo. Ninguno de los dos me escucha. Ruedo los ojos—¡Estoy lista!—Grito.

Ambos me observan como si hubiesen sido pillados cometiendo un delito. Me río.

—Ese traje te queda muy bien—Dice mamá. Vincent esboza una gran sonrisa burlona. Vuelvo a la seriedad con la que había estado cuando ví mi reflejo en el espejo.

—Eres la peor mamá del universo—Le respondo—Y tú Vincent, mueve tu trasero hasta aquí o me voy a arrepentir de salir de esta manera—Le ordeno.

—Pero cariño, si estás guapísima—Habla él. Intento asesinarlo con mi mente. Como no funciona lanzo un bufido exasperada.

Vincent se acerca a mí y me besa suavemente en los labios. Sonríe contra mi boca y después se aleja un poco para verme a los ojos. Estoy que exploto de la furia, así que le doy un puntapié en la pantorrilla. Se queja solo un poco y vuelve a su sonrisa burlona.

—Esta tarde será inolvidable, lo prometo, Sam—Dice.

—Permíteme dudarlo luego de que me hicieras usar esto—Digo indicando a esta especie de traje deportivo de color naranjo fluerecente.

Paso de él, camino hasta mamá, quien está rascando su espalda con el control de la televisión y me despido para después salir de la casa. Vin me sigue en silencio.

—¡Hey! Amor, espera—Me dice. Doy media vuelta y lo miro.

Aprovecho de inspeccionar su aspecto. Está guapísimo con toda esa ropa deportiva. Ya quisiera arracarselo con los dientes, mmmh.

¿Por qué él se ve tan atractivo con su traje?

¡Esto es totalmente injusto!

—¿Qué?—Pregunto cruzándome de brazos después de mi análisis.

—Realmente será divertido, amor—Dice acercándose y envolviéndome en sus brazos— No estés enfadada, Sam. Te quiero—Y le creo. Le creo porque ¿Quién podría negarse a creer en Vincent cuando dice que te quiere?

—Más te vale—Contesto besando su mejilla.

••••

—¡Quiero olvidar esta tarde!—Grito cerrando con fuerza la puerta de la camioneta del padre de Vincent.

—Amor, por favor, no fue tan malo—Habla mi novio intentando alcanzarme.

—Vincent, por Dios, casi caigo por un puto barranco, joder—Me quejo recordando horrorizada la escena. Estuve a punto de morir.

_Pero aparte de eso todo fue maravilloso, ¿A que sí?—Pregunta tomándome por la cintura. Frunzo los labios y alzo una ceja. Él me aprieta un poco para incentivar mi respuesta. No puedo ocultar una diminuta sonrisa.

—Tal vez—Confieso de mala gana.

La increíble idea que tuvo Vincent para celebrar nuestro cuarto mes de noviazgo, fue inscribirnos en una competencia de ciclismo amateur llamada "Prueba de amor". Esta consistía en desarrollar un circuito en un parque cercano a la montaña, todas las etapas eran en parejas y luego teníamos que optar por elegir una cena romántica en un prestigioso restaurante o un día completo en un spa.

Lo que no tenía en mente era que, el maldito circuito estaba más difícil que desarrollar ecuaciones de cuarto grado, si es que existían. Yo no soy una experta ciclista, hace unos días ni tenía una bicicleta. Mamá me compró una porque le parecía adorable el gesto de Vincent. Y ni hablar de cuánto se esmeró por conseguirme este estúpido mono completo de colores fluorescentes que utilizan los ciclistas profesionales. Demonios, odio todo. ¡Estuve a punto de caer por un barranco!

—Ya me arrepentí. No me gustó nada de lo que hicimos.

—Dame un beso—Habla el chico con sonrisa burlona que aún me aprisiona entre sus brazos—Por favor—Insiste ahora haciendo un puchero. Ruedo los ojos. A veces quisiera darle un buen golpe con mi puño en el rostro. Así deja de tener esa sonrisa tan hermosa.

No importa si sonríe arrogante, burlón o divertido. Siempre está comestible cuando lo hace.

—Estás siendo patético—Le digo indignada. Mi novio finge estar ofendido—Pero funciona conmigo—Admito con una sonrisa completa.

Entrelazo mis dedos en la parte trasera de su cuello. Primero rozo su mentón con mi nariz. Sé que eso lo enloquece. Luego busco su boca con la mía. Siempre tan cálida y dispuesta a hacerme sentir en las nubes. Lo quiero tanto. Vincent mueve sus manos hacia mi rostro, acuna mis mejillas con ternura y profundiza nuestro beso como solo él sabe hacerlo. Cuando nos separamos ambos con respiración agitada, pregunta:

—¿Iremos a la cena, entonces?—Le doy una mala mirada.

—Mejor, ¡Vete al demonio!—Él me regala una sonrisa ladeada.

—Esa es mi chica—Afirma. yo solo puedo mirar al cielo suplicando por paciencia.

La cena es en dos horas, debo averiguar qué ponerme, tomar una ducha, maquillarme y mil detalles que solo una mujer conoce antes de salir a algún lugar exclusivo y elegante. El tiempo corre y yo aún sigo besando a mi novio.

—¡Ya lárgate!—Le digo soltándome de su agarre—Tengo mucho por hacer. Nos vemos a las 10. Adiós.

Después de despedirme corro a la puerta de mi casa para poder llevar a cabo el ritual de belleza intenso que necesito.

Tengo la sensación que después de tanto esfuerzo durante el día, cerraremos con broche de oro con una velada maravillosa.

Different Life [#Changes 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora