Capítulo 2

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Recuerdo la primera vez que entré en la mina agarrada de la mano de mi padre. Yo contaba con 11 años y todo este lugar me parecía espantoso. Me daba miedo la profunda oscuridad que parecía tragarte sin darte cuenta. Temía la claustrofobia que la mina me hacía sentir. A mi mente se me venían terribles imágenes de las paredes hundiéndose y dejándome aquí atrapada para siempre. Sin embargo, mi padre nunca supo de estos miedo. Siempre me he mostrado fuerte delante de él. Siempre con la cabeza bien alta y afrontando con fuerza todo lo que se me venía encima. Desde que nací mi padre solo me contaba para dormir la historia de como se hizo con el pueblo. Su historia. Y después vi con mis propios ojos como conquistaba a base de fuerza el pueblo vecino. Vi como de vivir encerrada siempre en la mansión, sin salir del submundo, protegiéndome siempre de peligros, pasé a recorrer las calles de ambos pueblos mientras los humanos bajaban la cabeza ante mi. Eso me hizo sentir poderosa. Me hizo sentir que podría con todos ellos. Siempre he sabido, desde que tengo uso de razón, el poder que tenemos nosotros y el poder del que carecen ellos. Por eso es tan importante que seamos nosotros los que mandemos en este mundo. Y también es una manera de dar escarmiento a todos aquellos humanos que trataron de acabar con nuestra existencia. Ahora son ellos los que están en peligro y sienten el mismo miedo a morir que los vampiros sintieron en su día. La vida es como un boomerang, te lo devuelve todo, o al menos es lo que siempre me ha dicho mi madre.

Todos me respetan, incluso los guardias nocturnos. Yo soy especial. Soy más fuerte que todos ellos. Tengo un poder que ellos no tienen y eso les hace respetarme el doble. Mi madre era bruja y al nacer me traspasó dos de sus poderes: la posibilidad de mover objetos no muy pesados sin necesidad de tocarlos y la capacidad de penetrar en las mentes de los humanos, ver sus miedos y controlarlos a mi antojo. Soy incluso más poderosa que mi padre aunque él no lo quiera reconocer. Por eso anhelo hacerme con Fall Ville para demostrarle que estoy preparada para tener el control de todo.

La imagen de un hombre de unos 70 años cayendo al suelo me despierta de mis pensamientos. Odio la debilidad de estos seres. Le quito de las manos un látigo a uno de los guardias y camino con paso seguro hacia el anciano. Nada más verme sabe qué es lo que voy a hacer y se lleva las manos a la cara para protegerse. Le golpeo con fuerza en la espalda deleitándome con la sangre que se va derramando con cada golpe. El olor me hace abrir mis fosas nasales hinundándolas de oxígeno, y vuelvo a azotarlo una vez más. Sangre. Amo la sangre. Siempre causa un efecto en mi diferente al resto de vampiros. Al nacer estuve apunto de morir por falta de sangre en mi cuerpo por lo que me tuvieron durante 24 horas inyectada a un tubo que me pasaba por la garganta hasta el estómago donde me metían litros y litros de sangre. Desde entonces siempre necesito beber más que los demás vampiros. Bebo a todas horas. Continuamente. A veces por necesidad y otras veces porque me gusta tanto que no puedo controlarme las ganas de sentir su rico sabor en mi boca.

Voy a pegarle de nuevo cuando alguien se pone entre medias y detiene el golpe.

-¡Para! ¡Acabarás matándolo!

Ese grito me pone los pies en el suelo. La persona que ha osado retarme provecha mi distracción para quitarme el látigo de las manos y lanzarlo lejos de mi. Con la oscuridad no le veo bien la cara, pero por la voz deduzco que es una chica sin miedos. No puedo quedarme parada después de lo que ha hecho, me ha plantado cara y ahora toca devolvérselo. Utilizo mi visión animal para interceptar su cuello y lo aprieto con todas mis fuerzas. Ella pone sus manos sobre las mías con bastante fuerza también y trata de separarme de ella. Me sorprende que tenga esa fuerza y sobre todo esa valentía, es la primera vez que alguien intenta luchar contra mi.

Las voces de los guardias me animan a que acabe con ella mientras que la de los esclavos animan a la chica que, por lo que escucho, se llama Arlet. Clavo mis ojos en los suyos e intento penetrar en su mente, pero me es imposible, es como si tuviera una barrera defensiva que impide perturbar su mente. ¿Quién es este ser? No me creo que un humano tenga este poder. ¿Será un vampiro traidor? Finalmente suelto su cuello y le propino un puñetazo en el costado que la hace caer de rodillas al suelo.

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