Capítulo 13

2.7K 257 19
                                    

El sonido de los pájaros cantando me despiertan de un sueño bastante extraño. En el sueño estaba en la cueva, me ocultaba de alguien. Estaba sola y con la quemadura... No, no es la quemadura, es una herida abierta y no dejo de sangrar. Llamo desesperada a Arlet, pero no está. Intento salir de la cueva, pero mi cuerpo parece pegado al suelo y no soy capaz de levantarme.

Suerte que esos pájaros me han despertado de esta pesadilla, no quiero saber el final.

Estoy en mi habitación, en mi cama, con el dosel cubriéndome en una especie de burbuja. Rápidamente me llevo las manos a mi barriga y veo que todo mi cuerpo lo cubre un camisón de un blanco impoluto. Una sombra pasa corriendo por delante del dosel y sale de la habitación. El corazón me da un vuelco del susto y oigo voces en el pasillo, al momento el dosel se abre llenando mis pulmones de aire fresco. Una mujer canosa, con joroba y dientes amarillentos acompaña a una esclava sirvienta, supongo que mi padre la habrá puesto para vigilar que no vuelva a escaparme. La mugrienta mujer posa sus manos sobre mi y yo me muevo bruscamente para esquivarla.

-Déjeme en paz -le gruño.

-Solo voy a verte la quemadura -responde con voz ronca y bastante siniestra para mi gusto.

-Ni se le ocurra ponerme una mano encima o...

-¿O qué, Lux? -la voz de mi padre entrando en la habitación interrumpe mi berrinche.

-Tiene una hija muy temperamental, señor Von Lamp.

-Como un caballo indomable -responde él con una media sonrisa, intentando parecer simpático ante esta mujer-. Lux, es una curandera. Te ha estado tratando desde que te encontraron los guardias. Venías en muy mal estado, si no llega a ser por esta mujer habrías muerto. Creo que se merece una disculpa por tu parte.

Miro a la anciana curandera con desconfianza y murmullo un perdón con la boca muy chica. Prefiero a la joven que me trajo Arlet, se la veía más simpática. Tras oírlo, la curandera me sube el camisón para verme el estómago. Alcanzo a verlo un poco y me parece que ya está prácticamente curado.

-Bien, parece que no necesitaremos más sus servicios.

Se adelanta mi padre para echar cuanto antes a la mujer. Ésta intenta replicar y poner excusas para quedarse un día más y seguir cobrando, pero mi padre llama a un par de guardias para que la saquen de la mansión inmediatamente. Después hace salir de la habitación a la esclava y me quedo a solas con él. Este es el momento que más temía, estar a solas con Edgar Von Lamp, porque la figura de padre va a desaparecer en este momento. Se acerca lentamente a mi y me fijo en como sus dedos le dan vueltas al anillo que siempre lleva. Un anillo de piedra negra y brillante, herencia de mi abuelo. Se saca el anillo de su dedo índice cuando está junto a mi cama. No quiero ver lo que va a hacer, así que cierro los ojos y espero a lo que tiene que venir. Como un látigo, su mano recorre mi cara. En menos de un segundo siento el picor del golpe y me llevo mi mano a la mejilla. Eso ha dolido, pero más va a doler la reprimenda que me va tocar escuchar.

-Me has engañado -comienza a decir con voz tensa y siniestra-. Siempre supiste donde estaba esa chica. Desde el primer día que se escapó de los calabozos. La has tenido oculta de nosotros todo este tiempo mientras tú me pedías que confiara en ti. ¿Cómo piensas que voy a confiar en alguien que me traiciona?

-Se me fue de las manos... -intento replicar, pero me interrumpe.

-Sabes lo que hago con los que me traicionan, ¿verdad?

Un escalofrío me recorre todo el cuerpo. Claro que lo sé, su pulso no tiembla a la hora de dar una orden directa.

-Si no fueras mi hija -continúa-, te mataría ahora mismo, pero aún puedo sentir algo de compasión por ti.

La HerederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora