Capítulo 10

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Al final el sueño ha podido conmigo y después de estar tanto rato en silencio he acabado quedándome dormida. Cuando me despierto tengo a Arlet a mi lado también dormida, salgo de la cueva en silencio para no despertarla y me doy cuenta de que ya es mediodía lo cual significa que no he dormido las horas suficientes, pero al menos ya estoy más descansada. Mi estómago ruge de hambre y no me he traído ni una sola botella, tendré que cazar alguna ardilla y beberme su sangre. Me pongo a mirar en las copas de los árboles cuando de repente escucho un ruido. Uno solo. El simple crujido de una rama que acaba de ser pisada. No estamos solas. Me apresuro a entrar de nuevo en la cueva y avisar a Arlet. La despierto de una sacudida y le tapo la boca para que no grite del susto. Le susurro que hay alguien merodeando por el bosque y que es mejor que se vaya. Arlet asiente y preparamos la huida.

Cuando salgo a ver si hay alguien veo a un par de guardias merodeando por la zona. Por la suavidad de sus pisadas está claro que no han venido de paseo, buscan algo, o peor aún, a alguien. Aprovecho que aún están lejos y despistados mirando hacia otro lado para empujar a Arlet fuera de la cueva y hacerla correr en dirección a Fall Ville, allí tendrá más posibilidades para salvarse que si vuelve a Rose Ville. Mientras ella corre para salvarse los guardias ya la han alertado, así que me transformo en zorro para correr hacia ellos y atacarlos.

No se esperan mi aparición y logro morder a uno de ellos en la pierna, pero el otro aprovecha el momento para atacarme con la porra eléctrica. Me da justo en el estómago, la descarga me atraviesa todo el cuerpo y me deja tirada en el suelo sin fuerzas para intentar frenarlos. He atacado de esta forma a muchos esclavos, incluso a Arlet, pero es la primera vez que soy yo quien recibe una descarga eléctrica. La sensación es como si un fuego se metiera por todo tu interior, viajara por tus venas y te provocara una quemazón en la zona del impacto que duele de solo mirarlo.

Tengo todo el estómago chamuscado y la piel en carne viva. Esta descarga ha sido más fuerte que las que normalmente solemos hacer. Los guardias han salido disparados hacia Arlet, espero que sea rápida y consiga darles esquinazo. Con esfuerzo logro ponerme en pie y deambulo por el bosque un poco desorientada intentando encontrar el rastro de la mestiza. Con pasos inseguros consigo llegar hasta la cueva donde sé que encontraré su olor, pero lo que no me esperaba es encontrarlo en la dirección contraria a la que la envié. Debió de dar la vuelta para perderles de vista, pero su rastro me lleva hasta el submundo lo que me hace pensar que es una descerebrada por meterse de nuevo en la boca del lobo, ¿es que esta chica no puede hacer nada bien?



Me encuentro sola, en mitad del bosque, con una herida en el estómago que no deja de dolerme cada vez más, me encuentro mal y necesito beber sangre. No puedo ir a la mansión porque seguro que ha sido mi padre quien les ha ordenado ir en mi busca, no es tonto y se habrá enterado de mi escapada al bosque. Solo tengo a Arlet para que me ayude y no se cuan lejos estará ya de mi. Pero si me quedo aquí parada tardaré aún más en encontrarla, así que comienzo a seguir su rastro a paso lento.



Es cayendo la tarde cuando consigo llegar al submundo, nunca imaginé que pudiera estar tan lejos, pero claro, mi actual condición física me ha hecho ir más lenta de lo normal y haciendo paradas cada dos por tres para descansar. El dolor es insoportable y creo que cada minuto que pasa me duele más y la quemadura se pone peor.

El rastro de Arlet me lleva hasta las pobres viviendas de los humanos. ¿Ha sido tan atrevida como para ir a su casa? La mayoría de casas de los humanos están en muy malas condiciones, algunas incluso ruinosas. Sin embargo, la casa a la que me lleva el rastro está mínimamente bien en comparación con las demás, al menos sus paredes se mantienen rectas. Aún temo volver a mi forma humana, alguien podría reconocerme o algún guardia verme. Cuando estoy parada frente a la puerta de la casa comienzo a arañarla con la esperanza de que sea Arlet quien me abra, pero todo lo contrario, es una mujer de mediana edad, pelo apagado con varias canas y la cara llena de arrugas que la hace aparentar más edad de la que supongo tendrá. Al verme se aparta de la puerta asustada y contiene un grito. A continuación saca una escoba con la intención de golpearme y echarme de allí. A mi aún me queda algo de fuerzas para alejarme antes de recibir un golpe más que acabaría conmigo en ese momento, pero por suerte una voz la detiene. Una voz que reconozco al instante.

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