No pienso ir hoy a verla, me da igual como esté, me da igual si se queda en el bosque o se va, me da igual ella, en general. No quiero que me traiga más quebraderos de cabeza, ya bastante humillante ha sido volver a la mansión sin ella. Por suerte aún no me he cruzado con mi padre, al parecer ha ido con Gorka hasta Fall Ville para ver la situación que hay ahora mismo con los vampiros que viven allí. La verdad es que me ha sentado bastante mal que no contara conmigo para este viaje, me está dando otra señal de que no piensa contar conmigo para la conquista de este pueblo.
Al bajar a la cocina para la cena me encuentro allí a Eloisa. Trato de esquivarla, no tengo ganas de hablar con nadie, pero me pilla por banda y me es imposible escaparme de ella.
-¿Qué tal la caza? -me pregunta con ese tonito arrogante que pone siempre.
Cuando dice la caza supongo que se refiere a la búsqueda de la mestiza.
-Por lo que he oído no has podido encontrarla.
-Eso es un asunto que no te interesa -le espeto intentando escapar de ella y dirigirme a mi cuarto, necesito estar sola.
-Así que es verdad, no la has encontrado.
-¿Por qué no vas tú en su busca a ver si la encuentras?
-Porque yo no tengo que demostrarle nada a nadie, yo ya lo hice en su momento. Deja de comportarte como una cría caprichosa y lograrás que tu padre te tenga en cuenta para sus planes.
-No soy ninguna cría caprichosa -le replico a la defensiva.
-Oh, claro que lo eres. Caprichosa e inmadura, aún tienes mucho que aprender. Fall Ville te queda muy grande, yo que tú dejaría que Edgar hiciera su trabajo sin molestarle.
-Fall Ville me viene a la perfección y pienso demostrarte a ti, a mi padre y a todos los vampiros de este submundo que soy la mejor heredera que los Von Lamp puedan tener.
La aparto con el hombro para marcharme por fin, pero Eloisa no está dispuesta a dejarme la última palabra para mi.
-El futuro heredero será Pietro, mi hijo, con el que te casarás en próximas nupcias.
Oír su risa ridícula y maliciosa acompañada de esas palabras me hace enfadarme aún más. Me ha dado donde más me duele, y lo sabe. Cambio de dirección y en vez de irme a mi cuarto salgo de la mansión. Respiro el aire profundamente y miro hacia el bosque. La ramas de los árboles se mecen al ritmo que el viento les marca y siento como si me estuvieran pidiendo que entre, me esconda allí, respire su oxígeno y me olvide de todo por un rato, y eso es justamente lo que hago. Bajo al suelo transformada en zorro, mi forma animal, y entro en el bosque. Gracias al color negro de mi pelaje me camuflo en la oscuridad sin problemas, lo único que brillan son mis felinos ojos amarillos. Cuando cumplí los 50 años vampíricos lo celebré eligiendo un animal en el que poder transformarme, llevaba desde pequeña deseando que llegara ese día. La elección fue bien sencilla, siempre me habían encantado los zorros, pero no quería uno común, pedí ser un zorro negro, una especie muy poco conocida y casi extinguida.
Me dirijo hasta donde está Arlet porque una parte de mi desea asegurarse de que sigue allí, de que no ha huido a ninguna parte. No tardo mucho en llegar, los zorros son paticortos, pero saben correr a buena velocidad. Cuando ya estoy cerca del lago veo un poco de humo salir de entre los matorrales, me acerco sigilosamente y veo una pequeña fogata encendida y a Arlet comiendo un trozo de pescado que parece haber cogido del lago. Me sorprende la facilidad con la que está sobreviviendo ella sola en el bosque sin más recursos que sus manos.
De repente, Arlet se queda mirando en mi dirección y me doy cuenta de que no estoy escondida del todo, solo me he quedado a unos metros de distancia, pero al alcance de su vista. Me fijo en como rápidamente echa mano de una especie de puñal que ha echo con una piedra de punta afilada y se prepara para un posible ataque por mi parte. Comienzo a acercarme con cautela, pisando despacio el suelo, sin dejar de mirar a Arlet que parece tensa y asustada. Me pongo en guardia cuando la veo coger la piedra con más intensidad y sostenerla en alto como si estuviera lista para atacarme, yo le enseño los dientes y le bufo.
-Tranquilo, bonito -me dice en voz baja-. Si tú no me atacas a mi, yo no te ataco a ti.
¿Se creerá que un animal puede entenderla? Vale, yo puedo, pero no soy un animal en todos los sentidos, sigo pensando como persona. Arlet deja otra vez la piedra en el suelo y destensa los brazos. Yo cierro la boca y sigo acercándome a ella con cautela, sin terminar de fiarme aún, es capaz de cazarme y comerme después. Cuando estoy a pocos metros, Arlet alarga su mano hacia mi sin dejar de mirarme a los ojos. Acerco mi hocico hasta su mano y la rozo levemente. A continuación ella pasa a acariciarme poco a poco por debajo de mi mandíbula haciéndome cosquillas. Nunca nadie me había acariciado en mi forma animal, y creo que ni en mi forma humana, soy un poco arisca. Arlet pasa de mi mandíbula a mi cabeza mientras su otra mano pasea por mi lomo, sin darme cuenta estoy pegada a ella dejándome colmar de caricias y mimos.
-Eres precioso -me habla en masculino y le bufo. Ella parece entenderlo-. Perdón, preciosa -Es la primera vez que la veo reír.
Me acerco más a su cuerpo y me dejo caer en su regazo, ella me sostiene entre sus piernas cruzadas y comienza a rascarme la barriga. Es una sensación muy dulce, me relajo al instante, cierro los ojos y disfruto de este momento de tranquilidad. No existe nada, simplemente soy un zorro acostado en las piernas de una chica que me está haciendo cosquillas.
¿Qué narices estoy haciendo? Me alejo de ella bruscamente y comienzo a correr en dirección a la mansión. Esto no tenía que haber ocurrido. No tenía que haber dejado que me tocara y mucho menos tendría que haberme acostado sobre ella. Estoy perdiendo la cabeza, todo se me va de las manos, no soy capaz de controlarme ni un solo momento. ¿Qué me está pasando? Estoy segura de que si ella supiera que a quien ha estado dando cariño es a mi no hubiera dudado en clavarme esa piedra en cuanto me pillara desprevenida. Estoy cruzando unos límites que no debería, no puedo dejar que la compasión interfiera en mi camino, aunque creo que ya bastante ha interferido. Ni la compasión ni la falta de cariño que hasta ahora no me había dado cuenta que sentía. Muy a mi pesar esas caricias, aunque hayan sido en forma animal, me han gustado, por eso no puedo dejar que me afecte, tengo que poner un límite a todo esto y terminar lo que empecé.
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La Heredera
VampireUn pueblo en penumbra donde los vampiros mandan y los humanos son meros esclavos. Una chica tendrá el poder de acabar con todo el mal y volver a la paz. Han pasado 60 años desde que Edgar Von Lamp se hiciera con el poder de Rose Ville y ahora su hij...