Capítulo 27

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Está siendo una batalla sangrienta, algunos de los soldados que Arlet había puesto a mi disposición han caído por protegerme. Ya solo quedan cuatro para custodiarnos a Luisi y a mi hasta los aposentos de mi padre. Acabamos de entrar en la mansión y, aunque fuera la guerra continúa, dentro es todo un caos. La casa está destrozada, todo por el suelo, roto, destruido. Sin perder tiempo corremos por las escaleras, y me cuesta. Me siento muy fatigada, y eso que solo llevamos media hora, pero la barriga me pesa demasiado, me duelen las piernas y me falta la respiración. Aún así hago un esfuerzo. Miro de reojo a Luisi, que camina con dificultad a mi lado, ella también está fatigada, pero por su avanzada edad. Por otro lado no dejo de pensar en Arlet, trato de conectarme con ella, pero me es imposible, su mente está tan concentrada en hacer bien su trabajo que no me permite la entrada a sus pensamientos, no quiere desconcentrarse.

Subimos hasta la tercera planta, creo que poquísimas veces en mi vida he subido hasta aquí. Cuando mi madre murió él me prohibió la entrada a su habitación y, como es la única de esta planta, no me merecía la pena subir. Su habitación está justo al fondo de un interminable y solitario pasillo. Éste está atestado de guardias. Nuestros soldados forman un círculo a nuestro alrededor y comienzan a avanzar, asestando golpes con sus armas, pistolas y espadas, entre otras. Los guardias se defienden con sus porras eléctricas y no puedo evitar recordar la herida que me hicieron con ella y la de problemas que me creó.

Uno de nuestros soldados cae y Luisi se pone de inmediato por delante de mi para protegerme. Sorprendiéndome comienza a golpear al guardia con una fuerza que jamás pensé que pudiera tener, hasta que cae derribado al suelo. A continuación manda a uno de los soldados a que acabe con su vida y los demás continuamos con nuestro camino.

-Necesitamos refuerzos -le digo a Luisi por el camino, con la respiración entrecortada.

-Están en camino.

-¿Cuándo los has llamado?

-Lo estás haciendo tú -responde en tono misterioso.

No nos podemos detener, pero no puedo evitar agarrar su brazo y retomar un poco el aliento para continuar hablando.

-No te entiendo.

-Tienes un poder mental, ¿no? Como tu madre. Tienes una conexión especial con Arlet.

-No puedo entrar en su mente, llevo todo este tiempo intentándolo.

-Lo único que hace es evitar preocuparte, pero te escucha, Lux, te escucha. Solo tienes que pedirle ayuda y ella hará hasta lo imposible por ayudarte. Concéntrate.

Me cuesta creer en sus palabras, pero no pierdo nada por intentarlo, así que trato de concentrarme y comienzo a repetir en mi cabeza: "Arlet, ayuda, manda soldados, tercera planta". Esto en bucle una y otra vez. Por momentos pienso que me llamará pesada, pero por otro lado temo que no me escuche, por mucho que Luisi diga que sí.

Cuando por fin alcanzamos la puerta, los tres soldados que seguían con nosotras se han quedado rezagados para dejarnos el camino libre de peligros. Nos encontramos frente a la puerta, miro a Luisi y ésta me devuelve la mirada con decisión. Juntas tiramos del pomo y abrimos de golpe con el claro pensamiento de que dentro nos esperará mi padre con una decena de guardias listos para matarnos. Sin embargo, lo que encontramos es algo muy distinto. Sí, hay guardias, unos seis, pero allí no se encuentra Edgar sino Eloisa, con una cínica sonrisa y los colmillos listos para asesinar a todo aquel que se le ponga por delante.

-Vosotros a por la vieja -manda a sus guardias hablando con desprecio-, yo me encargaré de ella -esboza una media sonrisa, que rápidamente transforma en una mirada llena de odio.

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