Capítulo 8

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Algún guardia debió de verme cuando le quité el pan a ese esclavo, entonces llamó a dos más para que me siguieran porque supondrían que ese pan sería para un humano, ya que nosotros no comemos nada sólido. No son tontos y debieron suponer que sería para Arlet. Pensarían que iría en su busca y sin decirme nada me siguieron para ayudarme a apresarla. Los acompañé hasta la mansión y, aunque quería hablar con Arlet, preferí mejor no hacerlo delante de ellos, por lo que cuando la metieron en la celda les insistí para que me dejaran verla.

Tuve que dar falsos argumentos para lograrlo, cosas como "para seguir burlándome de ella" o "para divertirme un poco haciéndole daño" (cogí una porra eléctrica para que resultara más verídico). Al final conseguí mi objetivo y me dejaron entrar. Mi intención no era ni burlarme ni mucho menos hacerle daño, solo quería que supiera que yo no la he traicionado, que no vine acompañada de los guardias, que no les dije donde estaba. Necesitaba que lo supiera.

Al verme entrar con la porra me mira con recelo y un poco de miedo, supongo que recordando como la traté la última vez. Qué curioso: la misma situación de hace unos días, pero con pensamiento distinto.

-¿Vienes a matarme de una vez? -dice sin levantarse del suelo. Está sentada, apoyando la espalda en la pared y abrazada a sus rodillas.

-Yo no he tenido nada que ver en esto, me han seguido.

-Claro, y yo me lo creo -responde con desdén.

-Te digo la verdad. Yo no sabía que me estaban siguiendo. De haberlo sabido no hubiera ido a verte.

-No disimules más, todo ha sido una farsa. Y yo he sido una tonta por pensar que me estabas ayudando de verdad. Lo único que estabas haciendo era ganarte mi confianza para después apresarme. Eres lo peor.

Rabia, rencor e incluso dolor es lo que noto en sus palabras, y no me extraña, yo también lo sentiría en su lugar.

-¿Qué tengo que hacer para que me creas? -pregunto casi suplicante. Odio que no crean en mi palabra, sea quien sea.

-¿Acaso te importa si te creo o no? -contesta con indiferencia.

-¿Acaso crees que te he mantenido a salvo todo este tiempo solo para que te acaben cogiendo? Eres estúpida. Y más estúpida soy yo por haberte ayudado. Debí dejar que te murieras o haberte entregado en ese momento.

No soporto esta situación y después de hablarle así me marcho de la celda sin permitirle decir una sola palabra más. Es su problema si no quiere creerme, no el mío. Nada más salir me encuentro con mi padre. Casi me choco con él y me llevo la mano al pecho del susto.

-Ya me han dicho que conseguiste encontrar a la fugitiva -comienza diciendo-. Al parecer estuviste esperando a ganarte su confianza para después traerla aquí, pero ya conoces a los guardias nocturnos, les gusta llevarse los méritos y no pudieron esperar a cogerla ellos mismo.

Miserables, encima querían ser ellos los que se colgaran las medallas. Toca actuar un poco, aunque parte de mi actuación tiene verdad.

-Pero, ¿reconoces que fui yo quien la encontró y la mantuvo allí en el bosque viva para traerla de vuelta?

-Por supuesto, Lux, eso no te lo quita nadie. Hiciste bien, solo te demoraste un poco, no sé a qué estabas esperando para ponerle los grilletes, pero bueno, lo importante es que ya está aquí.

Por esa parte me siento aliviada, por fin me reconoce algo.

-Entonces, ¿ya me dejas ir a por Fall Ville? -le pregunto con la misma ilusión que de pequeña le preguntaba si me dejaría convertirme en animal cuando tuviera la edad vampírica necesaria. Él siempre se oponía, pero a mi madre le hacía ilusión y finalmente me dejó hacerlo en su memoria.

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