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YJ

Entre el ligero arrullo la respiración tibia del otro en su cabello, el consuelo de los brazos y la calidez del cuerpo ajeno, empezaba a dormirse como un pequeño cachorro. Muy débil y frágil. Muy protegido y cómodamente tibio. Cierta parte de su testaruda conciencia le decía que no debería estarse mostrando como la frágil tontería de cristal que no quería ser, y menos ante un Alfa. Se sentía estúpido por ser tan sensible y susceptible. Youngjae quería ser fuerte siempre, todo lo que pudiese. Al parecer no lo era tanto como para terminar cediendo por su dolor y dejarse consolar como si nada por alguien a quien apenas conoce.

Mentiría si dijese que no se sentía bien tener un hombro en el que apoyarse en ese momento. Y que sentirse delicado y bien cuidado por algo tan simple como la fortaleza de alguien más no le daba paz, sería algo que no podría negar con una porquería de mentira, pero que seguramente no aceptaría tan sencillamente. Se enterró más en su cuerpo y cerró los ojos tratando de olvidar la situación y pensar en nada. Se distrajo con el llamativo aroma de Jaebum, reconociendo los aromas y asociándolos para distraerse.

La luna era la única a quien podría culpar. Tenía la culpa de la situación de su madre; tenía la culpa de que su fuerte corazón siendo tan suave como una fruta. Tenía la culpa de que el no pudiera sobrellevarlo. Tenía la culpa de que su Omega estuviera tan despierto y queriendo saltar sobre su piel. Tenía la culpa de volverse tan sumisamente suave y sentir la necesidad de ser protegido. Tenía la culpa de que él fuera débil por naturaleza.

Como odiaba ser Omega.

Jaebum acarició su cabello, enredando sus dedos entre las esponjosas hebras y dando masajes en su cabeza. Apoyó la mejilla en el centro de sus clavículas y suspiró. ¿Estaba mal lo que hacía? Jaebum no le daba mala espina, a pesar de su apariencia intimidante había notado que él sólo era una persona agradable, torpe y poco habladora, pero sincera. Y si hubiese querido hacerle algo, las oportunidades sobraron.

Youngjae decidió que confiaría en él, al menos por ahora.

El viento sólo traía fuertes ráfagas frías que partían la noche y agrietaban los labios del Alfa. Jaebum era friolento, tenía las manos, orejas y nariz heladas y entumecidas, ya rojas, a pesar de eso; sostuvo a Youngjae todo el tiempo sin quejarse.

Acarició el cabello de su nuca, sus dedos helados provocaron que el rubio se estremeciera.

—Deberíamos volver ya —murmuró Youngjae.

—Mm —soltó como respuesta.

Aún así ninguno se movió de dónde estaba, muy perezosos y calmados. Después de un tiempo, Youngjae se separó del exageradamente largo abrazo le dio una sonrisa corta que Jaebum correspondió. Se dirigieron a los dormitorios es un silencio tímido y vergonzoso. Youngjae caminaba detrás de él, tomando detalle de su alta figura, anchos hombros, cabello oscuro y despeinado y de su paso tranquilo.

Youngjae se preguntaba como un hombre como aquel podía tener algún interés en él, supuesto interés que no creía por más que sus amigos insistieran. Él no es de tomar las primeras impresiones que las personas le dan, porque nadie actúa como si mismo a la primera, así que Youngjae se mantenía esperando y observando. El tal interés del que sus amigos hablan, podría ser sólo caballerismo o cortesía de parte de un educado Alfa nada más. Jaebum podría ser el tipo de persona que trata de esa manera los Omegas por su moral como Alfa. Él sabe de lo que habla, le ha pasado que sus actitudes amistosas han sido confundidas con insinuaciones de otra índole más de una vez. Claro que él también se ha confundido con otras personas. El mismo Jaebum lo confunde.

Las personas son singularmente complicadas para Youngjae. Con su cabeza en la complicada incógnita que son los sentimientos y las personas, vagamente nota cuando llegan a la recepción de los dormitorios. La sonrisa amable de Hoseok los recibe al entrar, ambos se acercan a hablar con el sonriente bailarín.

Oh, shit! I'm an Omega [2Jae] ||ABANDONADO||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora