Capítulo Tres:

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Los ojos verdes de mi abuela miraron los míos cuando abrió la puerta, le sonreí de oreja a oreja y me lancé a sus brazos; abrazandola como hace tantos años no lo hacia.
Sin soltarme de sus brazos, noté como el resto de mi familia se unía a ver la escena.

-Mi princesa. -susurró mi abuela en medio de un sollozo. -Mi vida... -me dijo, esta vez, llorando.
-Te extrañé tanto. -dije abrazandola más fuerte.
-¡Idiota! -escuché la voz de Sean y me separé de mi abuela.
-¡Imbécil! -le dije riendo cuando lo vi bajar corriendo las escaleras.
-¡Mami! -exclamó mi pequeño. -¡No digas malas palabras! -dijo, frunciendo el ceño.

Y fue cuándo todos lo miraron. Los ojitos azules de Matteo tomaron un brillo y una pizca de timidez.

Cuando terminaron de darnos la bienvenida, entramos a mi antigua casa. A mi punto de vista nada había cambiado, todo se encontraba en el mismo estado y lugar, a diferencia de las paredes que ahora eran de un color crema y había uno que otro cuadro colgado de ésta.
Con ayuda de papá y de Sean subimos nuestras cosas a la recámara de huéspedes. Matteo se quería en mi habitación.

-Es un cuarto de nena. -me dijo Matteo apenas entramos a la habitación.
-Lo sé. Era mío, cielo. -le conté mientras dejaba su pequeña maleta a un lado del closet.
-No quiero dormir aquí, mami. -dijo, volteandose para mirarme.
-¿Por qué, amor? -me senté en la gran cama, mirando como él trataba de treparla.
-Porque no... -alargó haciendo puchero.

Sonreí y él gateo hacia a mi, tirándose sobre mis brazos.

-¿Y dónde quieres dormir? -le pregunté, besando su cabello.
-Con Chriz. -sonrió.
-Ya sabes las reglas, cielo. -lo miré.
-Pero se pueden romper. -dijo pestañeando. Sonrió. -Él siempre duerme contigo.

Me reí y lo observe, una preciosa sonrisa apreció en su rostro.

-Tal vez si le preguntas... -alargué.
-Está bien. -dijo y se bajó de mis brazos.

Cuando sus pies tocaron el suelo, salió corriendo escaleras abajo.
Un suspiró salió de mi y me levanté de mi cómoda cama. Caminé por toda la habitación hasta llegar a mi antiguo closet. Sonreí cuando vi que aún toda mi ropa se encontraba en éste. Cerré las puertas suavemente y me di vuelta, observando una gran caja que descansaba tranquilamente en una esquina, cubierta por una fina capa de polvo.
Caminé hacia ésta con cautela y de un movimiento rápido la abrí, encontrándome con aquél viejo retrato que un día mi hermana me había obsequiado.
Me senté en el piso con el cuadro en mis manos temblorosas. Sonreí con melancolía y la vista se volvió borrosa. Las lágrimas estaban apareciendo.

-¿Aún sigues llorando por ese vago recuerdo?

Una voz masculina rompió el silencio de la habitación. Escuché como la puerta se cerró y pronto la cama se hundió bajo un peso.

-Aún no entiendo porque no logras olvidarlo, Alli.

Miré un momento a mi padre y luego volví mi vista a la foto.

-Tengo un mini Austin corriendo todos los días por casa, papá. Supongo que eso ya es un gran obstáculo.
-A tu madre le parecía una buena idea deshacerse de la foto. -dijo, ignorandome en lo anterior.
-¿Por qué no lo hizo? -lo miré.

Los ojos azules de mi padre se clavaron en los mios.

-No quise que lo hiciera. -respondió tranquilo.
-¿Por qué? -pregunté en un hilo de voz.

Él junto sus manos y suspiró.

-Nadie supo más nada de Austin, Alison. Desde que Emily murió al dar a luz...
-¿Emily qué? -pregunté sorprendida.
-Emily no resistió el parto. Era el bebé o ella.
-Oh por Dios, ¿Cómo es que no me lo dijeron nunca? -lo miré.
-Tal vez nunca se dio el tema. -finalizó serio.
-Entonces...
-Tomó a su hija y se fue, desde hace cuatro largos años nadie sabe de Austin Bass, a excepción de su familia.
-Él... ¿sólo se fue y ya? -fruncí el ceño.
-¿Qué esperabas que hiciera, Alli? Había perdido a su esposa, sin embargo, mucho antes perdió al amor de su vida. Quería alejarse de todo.

Bajé la mirada.

-Aún no respondes mi pregunta, papá.
-Lo hice por Matteo, en algún momento querrá saber quién es su padre y será tu oportunidad para darle esa foto.
-Pero...
-Tal vez no vuelvas a verlo nunca más en tu vida, hija. Y para tu hijo, esa foto, será lo único que tenga de su padre.

Lo miré y me quedé en silencio.

-Matteo... antes de venir me preguntó si vería a su padre.
-¿Le hablaste de Austin? -preguntó.

Asentí.

-Si, le dije que su nombre era Austin, incluso le mostré una fotografía. -le conté.
-Entiendo... -habló mirándome.

Una sonrisa forzada apareció en mi boca. Él me miró serio (como siempre) y se puso de pie, sin decir nada caminó hacia la puerta.

-No olvides que tu prometido espera por ti abajo.
-Lo sé. -murmuré.
-Me cae bien. -me hizo saber.
-Chris es un buen chico. -lo miré.
-Lo sé, pero al final de cuentas, no logras amarlo de la misma forma que lo hiciste con Austin.

Lo miré.

-Papá. -dije en tono de advertencia.
-Alison. -dijo en el mismo tono.

Tragué en seco y negué.

-La comida está lista, baja. -me miró por última vez y salió.

Suspiré y dejé caer mi cuerpo en la pared, sin soltar el cuadro.

Viejo Amor  (Segunda temporada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora