Capítulo 16:

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Me obligué a entrar en aquella cabaña. Había olvidado por completo lo hermosa que era.
Contuve la respiración en todo el trayecto en dónde la observé.
Lo primero que noté fueron los grandes y elegantes sofás color rojo vino que había en la sala, en medio de ellos había una diminuta mesa de vidrio con un frutero encima.
Vi el piso, hecho de un roble rojo. Lo seguí con la mirada hasta que terminó y en dónde empezaban las escaleras, adornadas por una larga alfombra del mismo color que el piso.
Y ni hablar del enorme candelabro que colgaba del limpio techo.
Definitivamente, Cat siempre quiso lo mejor.

La nostalgia me invadió el cuerpo.

-Siempre te gustó Malibú, así que pensé... ya sabes. -escuché a Austin a mis espaldas.

En cuento los niños corrieron escaleras arriba y no se los vio más, volteé y lo miré, con un profundo odio en mis ojos.

-Eres un completo idiota. -le dije seria.
-¿Por qué? -sonrió.
-¿No podrías haber rentado otra cabaña?
-Por qué rentaría otra, si mis padres tienen una propia. -me miró. -¿Acaso te recuerda a algo?
-Cállate. -lo miré mal. -En serio hazlo.

Volví a mirar la cabaña. Cuando éramos adolecentes habíamos visitado por primera vez Malibú, haciendo de esa visita la mejor de todas.

Lo escuché reírse, y sin que me viera, hice aparecer una sonrisa divertida en mi rostro.

-No sé si recuerdas, pero sólo hay dos habitaciones disponibles. -dijo.

Puse mis ojos en blanco, ya sabía a dónde quería llegar.

-Tranquilo, Matteo dormirá conmigo.-me dije sonriendo.

Él borró su estúpida y hermosa sonrisa.
Sonreí aún más.

-Yo... estaba pensando en que... ellos duerman juntos, ya sabes, para conocerse más.

Ladeé mi cabeza y lo miré como si fuera un idiota, y lo era.

-Austin, tu estúpido plan para que duerma contigo no funcionará. Deberías desistir.
-Se trata de ti, ¿como piensas que podría desistir en algo?

Me quedé sin respiración.

Maldito Bass.

-Deberías terminar con todo esto. -moví mis manos y caminé hacia la cocina.

Él me siguió.

Apoyé mis manos con fuerza en la mesa de madera. Suspiré como tres veces y me giré a mirarlo.

-Es en serio. -murmuré.
-¿Con qué debería terminar? -preguntó, mirándome.
-¡Con esto, Austin! -exclamé.
-No hago nada.
-Intentar que duerma contigo ¿no es hacer nada?
-Ni siquiera pensé en tocarte... -me dijo y sonrió de lado. -A menos que tú quieras.
-¿Puedes hablar seriamente una vez en tu fracasada vida? -pregunté mirándolo mal, luchando por no sonreír.
-Fracasada es tu vida, te vas a casar con un idiota que ni siquiera quieres. Eso sí es fracasar en la vida, Alison.

Solté una carcajada sin humor.

-Tú también lo hiciste, imbécil.
-¿Por qué no niegas lo que acabo de decir? ¿Por qué no me gritas en la cara que si lo quieres? ¿Por qué?

Tomé aire y me sostuve firmemente.

-Porque no me interesa que tú lo sepas.
-No lo quieres. -me atacó.
-Por supuesto que lo quiero.
-No como a mi. -dijo seguro y serio.
-A cada persona se la quiere de diferentes formas, Bass. -golpee la mesa suavemente y salí de la cocina.

Me apresuré a subir las escaleras.
Entré en la primer habitación que mis ojos vieron. Cerré la puerta y con los ojos cerrados se deslicé por esta.

Solté un largo suspiro y empecé a abrir los ojos lentamente, encontrándome con una ducha, un lavado y varias cosas más. Estaba en el baño.
Mierda.

Salí rápidamente del baño y volví a estar en el pasillo derecho. Dos puertas más se encontraban frente al baño. Caminé hacia una y la abrí lentamente. Sonreí.
Matteo y Mía se encontratan abrazados y profundamente dormidos.

-Siempre huyendo, Black. -dijo subiendo las escaleras.
-Cállate. -murmuré.

Seguí observando a los niños.

-Deberías dormir. -dijo Austin a mi lado.

Se cruzó de brazos y observó a los niños.

-Pensé que sería difícil esto. -admitió y me miró.
-¿A qué te refieres? -lo miré.
-Decirle a Mía que tiene un hermano. Decirle a Matteo que tenía un padre.
-Entiendo. -susurré y los miré de nuevo.

Nos quedamos en silencio unos segundos contemplando a nuestros hijos dormir.

-Son casi las cinco de la mañana, Alli. Deberías dormir un poco más. -dijo en voz baja y cerró la puerta de la habitación de los niños.

Me crucé de brazos y lo miré. Él sonrió de lado, sin mostrar los dientes.

-Dormirás en el sofá. -dije seria.
-Deberíamos volver a los viejos tiempos, Black. -dijo divertido.
-No. -dije y caminé hacia la otra puerta.

Abrí la puerta y entré, seguida de él y de su estúpida sonrisa arrogante.

-Es una cama enorme, sería algo aburrido si no tienes compañía. - dijo él, mirando la cama.
-Tienes un hermoso y cómodo sillón allí, puedes dormir ahí. -miré el sillón que estaba cerca de la ventana.
-¿Quieres que duerma sentado? -preguntó alzando una ceja.
-Mientras te mantengas alejado de mi persona, no me interesa como duermas o lo que hagas. -respondí dejando mi bolso sobre la enorme cama.
-Tu vida sería aburrida si yo me mantuviera alejado, muñeca.
-Estuve mejor sin ti en estos cuatro años.

Cerré los ojos y apreté los labios.
Mierda.
¿Por qué siempre abría la boca cuando no tenía que hacerlo?

Me giré lentamente y lo miré.
Austin me miraba sin expresión, pero con una tristeza inmensa en sus ojos claros.
Su mandíbula estaba tensa, y sus manos hechas puños.
Estaba molesto, o decepcionado, tal vez... ambas.

-Yo... yo no quise decir... eso. -murmuré.
-Pero lo dijiste. -me dijo duramente.
-Lo siento. -susurré.
-Siempre lo haces.

Levanté mi cabeza y lo miré.

-¿Qué? -pregunté sin voz.
-Nada. -dijo serio y negó. -Iré abajo, traeré las maletas. -dijo perdido y tomó el pomo de la puerta.
-Austin. -lo llamé y volteó a mirarme.-En serio lo siento, yo... -me callé.

Él me miró, negó y salió, cerrando la puerta y dejándome sola en aquella gigante habitación.

-Alison Black, eres una completa y gran idiota. Dios. -susurré escondiendo mi cara en un almohadón.

Viejo Amor  (Segunda temporada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora