Capítulo 14:

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Austin Bass:

Cerré la última valija de Mía y me lancé a la enorme cama de mi habitación. Mirando el techo, suspiré. El blanco pálido de ésta comenzaba a marearme y a darme náuseas, pero aún así no dejé de mirar.

-Creo que la última vez que te vi así tenías unos dieciocho años. -la voz de mi padre llenó el cuarto.
-Supongo que no estuviste en casa el tiempo suficiente. -le respondí sin mirarlo.
-Lo sé. -susurró y se acercó. -¿Estás bien, hijo?

Tomé una gran bocanada de aire.

-Aún estoy procesando la noticia papá. Estoy... luchando con todo mi ser para no odiarla, para no guardarle rencor, para no gritarle todo lo que realmente se merece... -dije serio y me senté en la cama.

Mi padre me observaba con cautela y en silencio.

-Y a veces es muy difícil. -terminé en un susurró.

Papá tomó una silla y se sentó en frente mío, con la mirada fija en mis ojos y su rostro más serio que nunca.

-No estás luchando por eso. -habló confirmandolo y negó. -Estás luchando por odiarla y te enoja no poder hacerlo, y la verdad, no vas a conseguirlo.
-No es eso.
-Austin, puede que no haya pasado el mayor tiempo con ustedes por mi trabajo, pero eres mi hijo y te conozco como la palma de mi mano, además de que Dustin me lo dijo.

Reí y negué repetidas veces.

-Dustin no sabe absolutamente nada. -susurré.
-Oh claro que si, por supuesto que lo sabe. Además de hermanos son los mejores amigos. Ustedes se dicen todo.
-Nos estás haciendo quedar como dos niñas adolescentes. -le dije riendo.

Mi padre rio conmigo y se levantó, inspeccionando mi habitación.
Los lugares en donde se podía apreciar la belleza de Los Ángeles eran sus favoritos, por eso siempre estaba observando desde los balcones o las enormes ventanas y, esta vez no fue la excepción. Se quedó parado en el ventanal y desde allí me miró.

-Me dijiste que Mía lo sabe. -dijo.
-Así es. -asentí. -Ella... gritó de felicidad cuando se lo dije, se lo tomó mucho mejor de lo que esperé.
-Es una buena niña. -me dijo.
-Lo es.
-¿Y Matteo? -preguntó y lo miré. -¿Cómo es él?

Sonreí al recordar al pequeño.

-Él... tiene unos ojos alucinantes, papá, un cabello rubio brillante... y una carita tan perfecta y angelical, tan angelical como la de su madre, tan... perfecta como lo es ella. -murmuré lo último casi sin voz. -Y... una voz que hace que quieras abrazarlo y mimarlo todo el tiempo.

Él sonrió orgulloso y suspiró.

-Ya amas a ese pequeño.
-Desde el momento en que Alli me dijo que era mi hijo. -sonreí. -Me enamoré por tercera vez.
-¿Qué planeas hacer?-preguntó.
-Los llevaré a la playa unos días. Creo que Matteo y Mía necesitan pasar un tiempo de hermanos. -expliqué tranquilo.

Mi padre se rio.

-No me refiero a ellos, hijo. -dijo y lo miré algo confundido. -¿Qué planeas hacer con todo eso que sientes por Alison? ¿Ocultarlo? ¿Dejarás que se case con ese muchacho?

Mi rostro se transformó y le quité la mirada.

-Ella merece ser feliz, papá. Estoy seguro de que ese tal Chris la ama y será capaz de lograrlo. Sólo la quiero ver bien. -dije en un hilo de voz.
-¿Y que hay de lo que Alli siente?
-¿A que te refieres? -pregunté.
-¿Tú crees que el amor que ustedes se tenían se olvida tan fácil?
-Ella lo olvidó. -dije entre dientes.

Y joder, como dolía reconocer aquello.

-¿Y tú? -preguntó papá. -¿Que hay de ti?

Entrelacé mis manos y un suspiro tras otro salió. Pensé, ¿Que hay de mi?

Ella era lo único que estaba bien en mi jodido mundo, ella y los niños.
Aún deseaba despertarme con ella a mi lado cada maldito amanecer y ver esa sonrisa que amaba desde el primer día en que la vi. Aún deseaba besarla, abrazarla y mirarla solo a ella, aún moría por hacerle el amor únicamente a ella. Quería ser el único que la toque. Quería que ella fuera mía en todas las formas posibles.
No importaba que tan tarde podía ser, soñaba con el momento en que los dos estemos juntos. Alison era lo único que yo quería en la vida.
Y aunque no estaba como yo anhelaba, sólo al tenerla cerca me hacía bien al alma.
Su sonrisa y su mirada arreglaban en un segundo mi vida entera.
Así que si... desear tanto una vida junto a ella me hace amarla igual o aún más que en los últimos trece años.

-La amo. -le respondí a papá. -Aún la amo como el primer día. -tragué en seco.
-Lucha por ella, Austin. -me miró. -Lucha como nunca hayas luchado antes. Alison es tu felicidad, y siempre, sin importar que pase, debes seguirla y jamás te des por vencido.

Me quedé en silencio, escuchandolo atentamente.

-Alli no es como las demás, ella... ella es magia pura. Y ama como hoy ya no aman, y lo más importante, cuando ama... ama para siempre y afortunadamente a ti te tocó ser el tipo..., su amado. -me guiñó un ojo y caminó hacia la puerta.

Fruncí el ceño y lo seguí con la mirada. Abrió la puerta.

-¿Qué quieres decir? -le pregunté antes de que saliera.

Mi padre se volteó y me regaló una mirada divertida.

-Aún me pregunto si alguna vez tú me escuchas, Austin. -dijo riendo.
-Papá.

Él tomó aire y volvió a mirarme.

-Tu peor castigo es que esa chica te pertenece para siempre. Ella es tuya y eres tan idiota siquiera para saberlo.
-Yo...
-La perdiste dos veces, y la verdad, no creo que los Bass seamos tan imbéciles para perder a la mujer que amamos por segunda vez... o tercera.
-Aún no sé qué quieres decir. -dije confundido.
-¡No permitas que ella se case! -gritó -Así como tú la amas, estoy seguro que ella también lo hace. Tú mismo viviste en carne propia lo que es casarse sin amor, ¿vas a permitir que ella pase por todo eso?

Me quedé en silencio... como casi siempre que hablaba con él.

-Piénsalo. -dijo serio y salió de mi habitación, dejándome con un millón de preguntas sin respuestas.

Viejo Amor  (Segunda temporada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora