Capítulo 25:

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Narra Austin:

-Alison. -la llamé antes de que se perdiera por la puerta.

Ella paró en seco y volteó lentamente hasta quedar frente a mi.

-¿Si?
-¿Puedo saber a que se refería tu padre con lo de la historia y la leyenda? -pregunté, temeroso.

Alison abrió los ojos, y se abrazó a si misma. Estaba nerviosa.

-¿Qué? -hizo una mueca.
-Lo que escuchaste. -le dije serio.

Ella suspiró y tiró su cabeza hacia atrás, luego me miró.

-Escuchaste nuestra conversación, ¿verdad?
-Puede que algo. -murmuré.
-Él no sabe lo que habla, Austin. Tú lo sabes y yo lo sé.

Me reí, sin humor.

-Por supuesto que lo sabe. -me crucé de brazos, sin dejar de mirar sus preciosos ojos -La que no sabe lo que dice eres tú.

Alli soltó un suspiro de dolor y me miró a los ojos. Sus ojos azules se volvieron oscuros gracias a la noche y a las lágrimas que estos estaban reteniendo.

-¿No me dirás? -la miré -¿Acaso no confías en mi?
 
Ella asintió, bajando la mirada.

-¿Entonces?
-Él solo... -suspiró y me miró -él solo me contó su historia con mi madre, desde cuando se conocieron hasta cuando él dejó plantada a una mujer en el altar.

Levanté mis cejas y apreté los labios, sorprendido. Pero rápidamente cambié mi expresión.

-¿Tú me estás diciendo que James... dejó... plantada... a una mujer por... tu madre?

Ella asintió.

-Vaya... -solté un suspiro.
-Increíble, ¿cierto? -me miró.

La miré fijamente, serio.

-¿Y tú no puedes dejar a ese idiota por mi?

Ella blanqueo los ojos y yo sonreí.

-Austin... -alargó cansada.
-Ya, sólo bromeo. -sonreí de lado, ella asintió lentamente. -o tal vez no. -la miré y suspiré  -¿entramos?

Ella se quedó quieta en su lugar, entrelanzando sus dedos me miró, tan tímidamente que me derritió por dentro.

-Tienes... -suspiró -tienes que dejar de hacerme las cosas tan difíciles.

Me crucé de brazos, prestandole toda mi atención.

-No entiendo que quieres decir.
-¿Era necesario una fiesta tan elegante, con tantos invitados?
-Por supuesto, presentaré a Matteo como un Bass. Es mi hijo y se merece lo mejor de lo mejor.
-Él se habría conformado sólo con que tú lo supieras.
-No dejaré que nadie más piense que mi hijo es hijo de ese imbécil.

Ella negó, mirándome.

-¿Todo esto es por Christopher? -preguntó.
-Por supuesto que es por él, Alison. Se llevó los mejores años de mi hijo.
-Pero aún es pequeño, pueden hacer tantas cosas juntos.
-Y te aseguro que lo haremos, pero aún no puedo perdonarme no haber estado en todo momento, no haberte atendido ni consentido en todos tus deseos. No haber visto a mi propio hijo dar sus primeros pasos ni escuchar su primer palabra, y él lo hizo. -la miré, apretando la mandíbula. -Juro que si pudiera alejar a Matteo de él, lo haría. Pero no sería justo, lo vio crecer y los cuido, a ambos, y supongo que es lo único que le agradezco.
-Eres su padre y eso no lo cambiará nadie. Chris estuvo con Matteo, pero...
-No es su padre. -la interrumpí. -Lo sé, muñeca, lo sé.
-¿Entonces? -me miró.

Me acerqué a ella, logrando hacer que retrocediera unos pasos. Sonreí dolido y Alison me miró.

-¿Me tienes miedo? -volví a acercarme.

Ella bajó la mirada y negó rápidamente.

-No llores. -le susurré, tomando su mejilla derecha.
-No lo haré. -chilló, aún sin mirarme.

Suspirando, le tomé ambos lados de la cara, obligándole a mirarme. Le sonreí con un amor increíble mientras miraba sus ojitos ya brillosos.

-Lo harás. -le besé la frente y volví a mirarla.
-No, ya no te mereces ni un sola lágrima, Austin. Esto es una jodida mierda. -murmuró. 
-Increíblemente siempre será nuestra mierda, Alli, siempre lo fue. -hablé tranquilamente.

Ella negó y se alejó de mi.

-Ya no, estoy a punto de casarme y tú estás con esa mujer de allí dentro. -me dijo seria.

Fruncí el ceño, ¿qué mujer? Oh, Stephany.

-¿Piensas que estoy con ella? -sonreí de lado.
-Eso suponen todos, ¿no? Ya que dirán la dichosa noticia esa.

Mi sonrisa se agrandó mucho más.
Estaba celosa.

-¿Estás celosa? -pregunté, pícaro.

Ella se rió, muy exageradamente a decir verdad.

-¿Celosa? ¿yo? ¿de ella? -soltó una carcajada muy fuerte. -ni en tus más grandes sueños.
-Eso es lo que dicen las mujeres cuando están más que celosas.
-Yo no lo estoy.
-¿Segura? -levanté una ceja.
-Eres un idiota.
-Un idiota que tiene que ir a buscar a una sexy mujer que lo espera.
-Imbécil. -dijo entre dientes.
-Loca. -dije burlón.
-Estúpido.
-Histérica.
-Capullo.

Me hice el sorprendido y la miré, fingiendo estar ofendido.

-Guau, que innovador insulto.
-Maldito.
-Mi amor. -le sonreí.
-Cállate.
-Mi cielo.
-Austin.
-Princesa.
-Que te calles, joder.
-Mi más hermosa muñeca.
-Maldito idiota. -murmuró enojada.
-Acepta que estás celosa, sino, de lo contrario, esta boca -señalé mi boca, felizmente. -comerá, literalmente, tu tan roja y apetecible boca. Tienes cinco segundos.
-Vete al diablo, Bass. -respondió ella, condenadamente seria.

Le sonreí lo más burlón que pude y sin dudarlo me acerqué rápidamente a ella, haciendo que se sobresalte. La encerré entre mi pecho y mis brazos.

-Amo advertirte las cosas y que no me creas, ¿sabes? Es muy divertido.
-Suéltame. -no me miró.
-¿Por que tiemblas? -susurré en su oído.

Alison se quitó, dejándome su cuello malditamente libre. Luche con todas mis fuerzas para no saltar sobre él. Me obligué a mirar sus ojos.

-Sigo poniéndote nerviosa, bonita. -le dije, hundiendo mi nariz en su rubio cabello.
-Alejate de mi. -peleó para liberarse.
-Es lo que menos quieres.
-Según tú. -me miró.
-Y esos hermosos ojos que tienes. -la miré.

Aún no podía entender como lo hacía. No entendía como hacía que me enamorara de ella cada maldito día de mi vida, que pensara la mayoría del tiempo en ella, y tampoco entendía por qué razón no había dejado de quererla después de tanto tiempo.

-No puedo. -le susurré, mirándola.
-¿Qué? -dijo de igual modo.
-Contigo, Alli, no puedo. -apoyé mi frente en la suya.
-¿No puedes qué? -tragó saliva.

Negué lentamente.

-No puedo, muñeca...

Nuestras narices se rozaron. La tenía a escasos centímetros, su boca pedía a gritos que la besara, y la mía pedía sentir sus labios de nuevo. No aguantaba más.

-Austin... -gimió.
-¿Interrumpo algo? -una voz, dura, fría y masculina se escuchó, mandando a la basura aquel perfecto momento.

Viejo Amor  (Segunda temporada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora