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El silencio inundaba el lugar, las agujas del reloj sonaban al compás del tamborileo de los dedos de Jazmín sobre su pierna. Había llegado, el momento de la verdad, el paso crucial en sus vidas, lo que iba a determinar el futuro de ambas mujeres.

Flor estaba totalmente brotada, todos los tics habidos y por haber en ese pequeño y delgado cuerpito se expresaban y se hacían notar. Las manos de las dos mujeres estaban entrelazadas, el sudor generaba que estas se resbalen, pero nada en el mundo iba a hacer que se separen la una de la otra.

La espera era agonizante, esa mañana habían recibido una llamada de la secretaria del Instituto Médico avisándoles que el resultado de los estudios estaba listo.

Jazmín y Flor se encontraban sentadas en la sala de espera del lugar, el tiempo parecía que no transcurría y que todo estaba paralizado, la sensación de que algo andaba mal en el interior de Flor hacia que esta se encontrara totalmente destrozada y eso podía evidenciarse, sus hombros se movían hacia adelante y hacia atrás sin parar, el pestañeo de sus ojos era incesante, la respiración de la Estrella era agitada y los dedos de la mano que tenía libre se movían sin cesar. Intentaba respirar profundo, intentaba convencerse de que nada iba a salir mal, que todo lo estaba imaginando en su cabeza, que nada malo iba a pasar.

Durante media hora se encontraron así, quietas, sin inmutarse, era la espera más agonizante de toda su vida, la paciencia se les estaba agotando. Flor quería salir corriendo, quería escapar, desaparecer, necesitaba hacer un pozo en la tierra y hundirse, bien en la profundidad, estaba negada a escuchar a su médico, estaba negada a aceptar que algo malo andaba con ella.

Al fin, la puerta del consultorio se abrió, seguido de la aparición del médico de cabecera de Flor, quien la llamó para que pasara, solo a ella. Jazmín, quien podía notar en los ojos de su novia el temor que invadía todo su cuerpo, le dio un abrazo y la dejó ir.

- Bueno, bueno, a ver qué tenemos acá- el doctor de Florencia se encontraba sentado en la silla del escritorio con los sobres que contenían los resultados de los diferentes estudios - cómo estás Florencia?

Flor no podía gesticular palabras, solo necesitaba pasar ese mal trago e irse de una vez por todas de ese lugar. La mirada de Florencia era desorbitada, no podía concentrarse en otra cosa que no sea en las manos de su doctor quien tenía en ellas la verdad.

El hombre pudo notar que Flor no tenía ganas de hablar, por lo que no insistió a que esta le respondiera sino que prosiguió a abrir el primer sobre de cuatro.

Flor, en un estado total de nerviosismo, observaba el rostro de su doctor mientras miraba el primer resultado, tardaba mucho en responder, ella intentaba contener las ganas de gritar y escapar que tenía en ese momento. De repente, pudo ver que en los labios del hombre se dibujó una sonrisa.

- Los análisis de sangre están perfectos- dijo alegre- todo está más que bien, el colesterol, los triglicéridos, la cantidad de glóbulos rojos, blancos, todo está en orden, estás muy sana- el doctor intentaba calmar a su paciente con un tono tranquilizador.

Flor se limitaba a sonreír y largar grandes suspiros aliviadores a medida que las palabras de su médico salían por su boca.

Prosiguieron a abrir el siguiente sobre que provenía de traumatología para corroborar que no hubiera ningún "trauma" en su cuerpo, las radiografías se veían en orden, así que continuaron con el siguiente, el cual contenía los resultados del endocrinólogo.

Al comenzar a leer el papel, pudo ver que las expresiones en el hombre comenzaban a cambiar, su sonrisa había desaparecido y sus ojos notaban cierto dejo de preocupación.

Destinadas a serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora