Ya pasada una semana desde el casamiento de Florencia y Jazmín y de la horrible noticia que habían tenido, ambas mujeres se encontraban totalmente abatidas, no podían recuperarse de aquel acontecimiento vivido. Se sentían las personas más desafortunadas del mundo, creían que ya nada valía la pena, a pesar de eso, cada una por su lado, intentaba olvidarlo, intentaba ocultar la tristeza que llevaba en su interior para evitar poner mal a la otra.
No paraban de hacer planes, salían a comer a restaurantes, iban al cine y al teatro, en siete días habían salido más veces de las que lo habían hecho los dos años que llevaban juntas. Todo esto lo realizaban con el objetivo de mantener la mente ocupada en otra cosa, en temas banales, tales como qué plato comerían, a quién iba a elegir el personaje de la película en la historia de amor; si bien, no era del todo sano lo que estaban haciendo, las ayudaba bastante a "olvidar". Entre ellas no tocaban el asunto de Alelí, el resto de las personas que formaban parte de su vida y entorno tampoco hacían énfasis en los hijos, ya que sabían que era muy delicado hablarlo al frente de ellas.
Era jueves, la noche había llegado, Jaz y Flor se encontraban en su hogar, acababan de llegar, entre ellas había una tensión inexplicable, algo en su relación se había apagado, en el lugar se respiraba una energía triste y apagada, muy poco común, ya que algo que caracterizaba la casa de ellas era la alegría y armonía, pero esta vez, era todo lo contrario.
Preferían mantener distancia con el tema, preferían no hablarlo, no se sentían preparadas para encarar la situación como personas adultas y fuertes, a pesar de ello, intentaban que las cosas fluyan, pero era inevitable, parecía que todo fluía por encima de un papel de lija, nada avanzaba, todo quedaba en su lugar, atascado. A pesar de ello, algo en el interior de Flor generó la necesidad de hablar, de "escupir" de cierta forma lo que tenía adentro, porque si bien estaba dolida, era algo que podía suceder, algo que a pesar de que le lastimaba, estaba dentro de las posibilidades de que pasara.
- Jaz... - dijo la morena mientras se colocaba el mechón de pelo que tenía sobre la mejilla, detrás de la oreja, con la mirada fijada en el suelo.
Jazmín, quien se encontraba sentada en un banco, al frente de su atril con un pincel en una de sus manos y la paleta de colores en la otra, se giró en dirección a Flor, quedando enfrentada a la misma, con cierta duda, fijó su mirada en la morocha.
- ¿Qué pasa?- en el iris de sus ojos verdes podía expresarse la intriga.
- Nada que... nunca te pregunté cómo te sentías... cómo estás...- su mirada permanecía en el suelo, su mano derecha ascendía y descendía en contacto con el otro brazo, las uñas rascaban la piel de la morena sin parar, era un indicio total de nerviosismo. Una necesidad hizo que Flor se lanzara a tocar el tema, necesitaba acercarse a su mujer que, a pesar de tenerla cerca, en el mismo espacio y hacer todo con ella, la sentía más lejos que nunca, la quería de nuevo, de vuelta.
Los ojos de Jazmín se entrecerraron, un brillo particular se desprendió de su mirada y una leve sonrisa se dibujó en sus labios rojos y carnosos.
- Estoy como puedo- dijo tajante- ¿y vos?
- ¿La verdad?, siento que un pedazo de mi corazón se cayó y sigo sin encontrarlo- sus ojos comenzaron a tornarse vidriosos, se mordió el labio inferior con sus dientes, con el objetivo de evitar que las lágrimas cayeran.
Al ver el dolor que portaba Flor, Jazmín se levantó del banco en el que se encontraba sentada y se abalanzó a su esposa abrazándola fuerte.
- Ya lo sé, no tenés que decirme nada, puedo verlo en tus ojos, yo también estoy triste, pero tenemos que ser fuertes Flor, no nos puede vencer, nosotras podemos, tranquila, es cuestión de tiempo... ¿no?

ESTÁS LEYENDO
Destinadas a ser
Fiksi PenggemarFlorencia Estrella encuentra refugio en Jazmín del Río quien la cuida y acompaña todos los días. Esta historia refleja el amor genuino que hay entre ellas y ,que a pesar de ciertos obstáculos que se presentarán a lo largo del camino, ellas saben...