Todos Ganamos

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Cuando Milo terminó de ser abrazado y besado por Abock y Mirlión, y la cena fue consumida entre miradas asombradas y sonrisas tontas, comenzaron con el intercambio necesario de información:

- El Colegiado, por lo poco que pudimos deducir, está buscándote.

- Suena terriblemente inconveniente. Si ellos te atrapan, hay pocas posibilidades de salvar estas tierras. Y olvídense de los naturales. Sin un heredero, los planes del Colegiado continuarán su cauce actual y llegaremos a la guerra que tanto deseamos evitar.

- No hace falta que nos recuerdes lo mal parados que estamos, Abock, muchas gracias. -Gruñó Teo mientras servía siete tazas de té.

- No me atraparán, no lo hicieron cuando escapé al mundo natural, no lo harán ahora.

- Antes no sabían que eras el heredero, tu valor en el mercado mercenario ha aumentado sustancialmente. -Mirlión tenía un punto. Milo no era una amenaza para su orden mística, pero ahora su existencia implicaba una posible disolución de su poder y un irreversible cambio de planes. Era mucho lo que perdían si Milo no era eliminado.

- ¿Algo más?

- Mandaron patrullas y publicaron una abundante recompensa por tu cabeza. Vendido como el místico que trata con humanos para asesinar más hadas o intercambiarlas con circos y espectáculos de monstruos. No parece haber generado mucha popularidad aún, pero lo hará. Será un peligro.

- ¿Algo más?

- Las salidas hacia la superficie están siendo muy vigiladas. El paso hacia el exterior se redujo contundentemente debido a la posibilidad de que el heredero escape. Es probable que crean que Mina sigue aquí y quieran encontrarla para continuar con su otro plan malvado, las opciones son variadas.

- Parece que tienen varios asuntos inconclusos.

- ¿Qué gobierno no los tiene? En fin, si Mina luchará, es probable que estén ideando algún arma para desequilibrar o borrar su poder, El Lazo.

- Solo funciona estando juntos.

- Exacto. Juntos son imparables. Separados se elimina la amenaza hasta donde sabemos, y ya no habría de qué preocuparse. Con matar a uno basta, y mejor si es el heredero. Por eso lo ejecutarían hace unos días.

- Ya tengo miedo de preguntar esto, pero ¿algo más?

- No. No que yo sepa, ¿Abock? ¿Tienes algo qué decir?

- No, no. Nada. -Sonrió nervioso e intranquilo-. Iré a dar una vuelta. Necesito estirar las piernas un poco. -Salió como estampida. Mirlión sabía que a Abock no le gustaban las peleas ni los enfrentamientos, sabía también que todo lo que ocurría le daba mucho miedo.

- Milo, quisiera que entrenes con Mina, es necesario que vuelvan a aclimatarse y funcionen como una unidad, casi como un mismo ser de energía. -Sugirió con atino Teo al tiempo que servía otra taza de té.

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La parte trasera de la cascada tenía una salida pequeña tras un túnel estrecho. Ambos decidieron entrenar luego de comer, contraproducente según Teo pero, como era costumbre, no le hicieron caso.

El pequeño claro verde de afuera los cubría casi por completo, como una versión en miniatura de cenote tropical. Goteras finas y lianas verdes descendían desde ese cielo rastrero, pero pasaban realmente inadvertidas.

Milo estaba nervioso. Se sentía raro, débil y sumamente tímido. Sentía en su corazón una inusual e inexplicable aceleración ahora que estaban solos. Tronaba los dedos y parpadeaba como si quisiera acomodar la vista o como si no supiera para qué había salido de la cueva.

Yo No Creo En Las HadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora