Alexander Lightwood es un adolescente que está dispuesto a sacrificar todo por amor. Cuando recibe la llamada de su novio, Malcolm Fade, dónde está llorando y asustado. Él acude en su ayuda y descubre el cadáver de un hombre. Malcolm lo ha matado en...
Isabelle entró a su habitación, la noticia no había trascendido en la prensa. Mayormente se hablaba sobre la aparición de ese hombre y que ahora estaba muerto, los policías tenían mucho cuidado en que no salga ninguna infiltración de información. Isabelle se sentía triste porque no podía visitar a su hermano hasta la dichosa audiencia.
En su cama, vio acostado a su pequeño hermano de seis años de edad, le preguntaba constantemente cuando volvería a casa Alec. Ella amenazó a su padre para que no le diga nada, ella se encargaría de hacerlo. Pero no lo hizo, aunque sabía que tarde o temprano lo haría, tenía la esperanza de que Malcolm Fade declare, que diga que Alexander no asesinó a nadie, que lo estaba haciendo para protegerlo.
El timbre de la casa la sacó de sus pensamientos, eran más de las ocho de la noche, ella salió de la habitación y caminó en puntillas, dio gracias a los años de ballet en Manhattan, asomó de las escaleras, reconoció a Luke Garroway, su madre le ofreció asiento. Ella comenzó a bajar, mientras por dentro deseaba no ser descubierta.
-El fiscal y la jueza han hablado conmigo, ofrecen un acuerdo de diez años de prisión con la condición de que no se mencione nada sobre el ataque.
-¡Pero fue en defensa propia! –Reclamó Maryse.
El abogado soltó un largo suspiro –Ya te expliqué la situación, no se consumó el acto, aquél hombre ni siquiera se desabrochó el pantalón es posible que solo fue un mal entendido y sobre todo el fiscal dice que como no hay testigos, es la palabra de Alexander contra el sistema, bien pudo ser que tú hijo haya sido quien lo mató porque no deseó acostarse con él.
-¡Eso es una estupidez! –Interrumpió Isabelle.
Maryse dio la media vuelta y en su mirada mostró sorpresa a su hija. Ella sabía que tal vez pronto estaría castigada, pero no le importaba.
-Diez años, es mejor a más tiempo, Alexander puede tener una oportunidad –dijo su madre.
-¿Vas a dejar que mi hermano pase diez años en la cárcel? ¡Tú fuiste fiscal!
Isabelle se sentía desesperada, era cierto, la situación era extraña y ella no podía romper la confianza de su hermano, pero no le gustaba nada que se sacrifique por ese hombre. Algo en su interior le advertía que había algo más, algo que no estaba tomando en cuenta.
-Isabelle por eso mismo, creo que es un muy buen acuerdo, diez años pasan rápido. –Después de responderle, su madre se dio media vuelta y extendió la mano al abogado-. Gracias por tu apoyo, dile al fiscal que aceptamos el acuerdo.
-Isabelle, también creo que es lo correcto –dijo el abogado.
Ella salió de su casa enfurecida, no soltó ni una sola lágrima. No quería ver a su madre, o a su padre, ¿cómo le explicaría a Max que su hermano estaría diez años en la cárcel por proteger al hombre que ama?
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