Capítulo 30

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Todo cambió en Red Bank, la familia Lightwood, Morgenstern y Herondale volvieron a estar en la mira con el asunto del juicio, con las revelaciones sobre el amorío entre Stephen y Jocelyn. La publicación de Magnus Bane fueron las que dieron la verdadera sentencia de Malcolm Fade. Tal como se lo dijo Lucian a Valentine, apelaron la inocencia de Alexander Lightwood. 

Maryse leía con devoción el artículo de Magnus Bane, hace diez años se lo dejó claro a su antiguo esposo, ella apoyó la decisión de su hijo, le pidió que lea la carta que escribió. Sin embargo, Robert se rehusó. Ella recordaba las palabras que salieron de los labios del hombre que amó. 

"No solo se trata de asesinato, nuestro hijo es homosexual, está enfermo".

Ella respetó la decisión de su hijo, no es que Alexander le haya dado la opción de pedir un consejo. Fue joven, arrebatado e impulsivo, pero era su hijo. Así que eligió por él en vez de quedarse con su esposo homófobico e idiota. No se arrepentía, su amor de madre le hizo comprender que no hay reglas para el amor y que entendía que su hijo lo callara, aunque por supuesto que se hubiera opuesto que siendo menor de edad, Alec decida salir con alguien que podría ser su padre, aunque a esa edad, su hijo pudo creer que no le gustaba el hecho que sea gay, cuando no era eso.

Ella colocó el periódico sobre la mesa. Alexander bebía de su taza de café, mientras Max jugaba con su videojuego. Maryse se sentía contenta porque tiene a los mejores hijos del mundo. 

-Creo que Magnus debe ser escritor en lugar de periodista -opinó ella.

-A mí también me gustó ese artículo -respondió Alexander pensativo.

-Creo que está inspirado -expresó Maryse mientras sujetaba la mano de su hijo mayor.

-Su inspiración se llama Raphael Santiago que ya se mudó a vivir con él y ahora trabajan juntos -comentó Alexander.

-Siempre pensé que Magnus y tú se quedarían juntos -dijo de la nada Max.

Alexander observó a su hermano menor. Él también lo pensó, el también lo deseó, cuando lo conoció pero Magnus no quiso una relación con alguien que no había salido del clóset, tuvo una mala experiencia. Cuando estuvo en la cárcel pensó que lo mejor hubiera sido salir del clóset con Magnus, pero ya no había marcha atrás además tienen ambos unas bonitas relaciones, tal vez en otro universo paralelo o en otra vida, ellos hubieran podido ser algo, tener una conexión más allá de la amistad y la hermandad.

-Aunque ya entendí que tienes un gusto especial por los rubios de ojos claros -continúo su hermano pequeño.

Alexander reaccionó y empezó a reírse. 

-¿Cuál es tú gusto especial Max? -le preguntó enarcando una ceja.

-Me gustan que sean altos y mayores como Magnus y Kyle, también prefiero a los morenos.

Alexander quedó atónito y revolvió con su mano el cabello de su hermano, quien se inclinó hacia atrás para evadir el contacto, aunque fue en vano.

-¿Estás diciendo que te gustan mis amigos?

Max se encogió de hombros.

-Estoy diciendo que también me gustan los hombres, es posible que el capitán del equipo de hockey me guste y es dos años mayor que yo.

Alexander miró a su mamá, quien se sirvió más jugo de naranja. El amor no tiene límites, razas, sexo o color, no conoce de reglas y su amor por sus hijos le hizo comprender que tomó la mejor decisión.

Alexander y Jonathan tenían planes, uno de ellos que Alec termine la Universidad y Jonathan estudiar su maestría, viajarían los fines de semana. Maryse sabía que a sus hijos les iría bien porque los ha educado bien, además no son perfectos, pero saben reconocer cuando han cometido errores.

En silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora