Capitulo 12

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Alexander admiró el trayecto hasta La CLAVE, el edificio fue remodelado. Ahora eran dos torres, Alexander quedó sorprendido, hace unos años tuvo ilusión de hacer en ese lugar su residencia. Un guardia les dejó entrar al estacionamiento. El estacionamiento era enorme, debía de ser de cinco pisos y se encontraba vacío. El Mazda subió hasta el último piso del estacionamiento, se aparcó junto a un auto Mercedes Benz negro. Alec sospechó que era del presidente Morgenstern.

Los dos apearon del vehículo y después siguió a la mujer hasta el elevador. Ni en sueños, imaginó estar en aquel lugar. El elevador se abrió enseguida, los dos entraron. Alexander observó que la mujer tenía ciertas arrugas que se vislumbraban por su piel blanca, definitivamente debía ser mayor, tal vez como la edad de su madre.

Cuando el elevador volvió a abrirse. Alexander topó con una fuente que tenía una escultura de mujeres desnudas sosteniendo jarrones, desde dónde caía agua. El trabajo era fenomenal, solo que para su gusto no lo pondría en la recepción de su oficina. Por supuesto, que el presidente de la compañía lo podía poner hasta en el estacionamiento y nadie le diría nada.

-Por fin... estás libre.

Alexander vio al hombre sentado en una silla ejecutiva y que sostenía en su mano una copa de vino. El hombre, ahora tenía el cabello completamente blanco de eso no tenía duda, lucía diferente a como el día que lo conoció, sin embargo, él tampoco lucía como el mismo adolescente.

-Licenciado Morgenstern.

-Déjanos a solas Amatis, por favor –indicó sin dejar de mirar al joven que tenía frente a él.

Alexander estuvo en silencio, ni siquiera escuchó que la directora se retirara.

-Tome asiento, por favor –señaló la silla de enfrente.

Alexander vio que en su escritorio hay dos fotografías, uno con su esposa y dos de sus hijos, en otra está nada más con Jace, reconocería esos ojos ámbar y ese cabello rubio oscuro casi tirando a dorado, seguía siendo atractivo, sostenía un diploma en sus manos.

-¿Por qué deseaba verme?

-Sabe que la prisión estatal dónde estuvo es de máxima seguridad y todas las visitas quedan registradas, no podía permitirme aparecer ahí a mí o a alguien que yo mande, porque mi objetivo es personal y deseo que sea discreto.

Alexander sacudió su cabeza –Solo tengo unas horas libres...

-Lo sé, contraté a un hombre que lo siguió a usted y sus amigos desde la salida de la prisión hasta llegar a aquel bar de muerte, más adelante hablaremos sobre eso –dijo plácidamente.

Alexander estaba atónito, Valentine Morgenstern le mandó seguir y todo era demasiado confuso. Al parecer comprendió su mirada.

-Dígame la verdad... ¿Por qué mató a Stephen Herondale?

Alexander frunció el entrecejo –Creo que sabe muy bien mi declaración no oficial, ese hombre...

-Stephen se estuvo escondiendo, no iría a un restaurante a buscar a alguien para llevarse a la cama y sobre todo jamás se hubiera llevado a un hombre a la cama –dijo con voz firme y sin apartar la vista ni un solo segundo.

-¿Para esto quería hablar conmigo? –Preguntó ofendido.

-Cuando Stephen desapareció, lo hizo con unos documentos originales del año 1989, en esos tiempos no existía la impresora, ni la documentación era como el día de hoy.

Alexander quedó sorprendido, Malcolm le había dicho que se reuniría con según una fuente sobre la investigación que estaba trabajando. Malcolm por secreto profesional, nunca le habló sobre sus investigaciones. ¿Y si realmente era una fuente pero al ver a Malcolm lo deseó y las cosas se complicaron? ¿De qué documentos originales se referirá el señor Morgenstern?

En silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora