Capítulo 11

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Una reja fue abierta, Alexander cargaba la bolsa con sus pertenencias, los rayos del sol eran bastantes fuertes, diez años, diez largos años, ya era el seis de febrero del dos mil diecisiete. Empezó a avanzar, le pidió a Isabelle que no vaya por él.

Como siempre, no le hizo caso. Su hermana corrió a su encuentro, tenía un labial rojo puesto y su ropa de ejecutiva, ahora es una abogada de veinte nueve años que trabaja en un jurídico, su cabello lo llevaba ondulado.

-Por fin –dijo contenta-, por fin eres libre.

-¿Cuándo vas hacerme caso?

Ella le plantó un beso en la mejilla y lo abrazó. Alexander se sorprendió, aunque aceptó el abrazo. Fueron diez años de conversaciones divididas por una ventana, volvían abrazarse después de mucho tiempo. Su única hermana, su confidenta, su mejor amiga, la mujer que tanto le iba a visitar, que aceptó su decisión y le dijo que lo admiraba. En realidad, era él, quien la admiraba a ella. A su Izzy, su Isabelle.

-¿Crees que ya fue demasiada privacidad?

Alexander reconoció la voz de Kyle, su amigo seguía siendo tan alto, al igual que Magnus. Alec besó la frente de su hermana y la soltó, para ir por sus dos amigos. Entre ambos hombres lo aplastaron. Muchas veces creyó caer en la oscuridad, pero siempre sus palabras lo mantuvieron a flote.

-Deberías mudarte conmigo a mi pequeño piso –dijo su hermana.

-Creo que mejor me quedaré con Kyle –contestó Alexander.

-Me siento insultado –dijo Magnus dibujando una mueca en los labios.

-Tu apartamento tiene renta más cara, con Kyle puedo ponerme al día en la renta.

Kyle empezó a reírse y a mofarse de los gustos costosos de Magnus. Alexander no rio, pero se sintió complacido, no era lo mismo, visitas uno por uno, a estar con sus tres personas favoritas del mundo.

-¿Amarillo? ¡Te compraste un coche amarillo!

Magnus se encogió de hombres –Tal vez debí pedir uno neón, o no sé más llamativo.

-Está hermoso, no es un lamborgini –dijo de la nada su hermana-, pero el color es muy Magnus.

-Estuve pensando hacerle algo así, como el programa que hubo de "Enchúlame la máquina". –Comentó Magnus.

Kyle llevó su mano a su frente –Eres capaz de ponerle unicornios.

-Un cuerno de unicornio en el capirote –dijo Magnus con una sonrisa traviesa-, ¿Será considerado ofensivo?

-Tú lo que quieres es un cuerno de unicornio pero en otro lugar –bufó Isabelle.

Magnus enarcó una ceja -¿Me sabes algo o me estás tanteando?

-Magnus tienes un dildo con forma de unicornio, hasta es dorado –reveló Kyle.

Alexander quedó atónito. Isabelle empezó a carcajearse. Magnus miró a su amigo.

-Eso lo sé yo, pero aquí la pregunta es... ¿cómo lo saben ustedes dos?

-No lo sabía, lo supuse, pero tú acabas de confirmarlo –dijo Kyle entrando al asiento del copiloto.

-¿Tienes un dildo de unicornio? –Preguntó atónito Alexander.

-¿Quieres que te lo preste? –Indagó Magnus.

-Ni siquiera dejó que yo le traiga dildos para que se consuele –comentó Isabelle.

-Créeme que lo último que hay ahí adentro es privacidad –contestó Alexander entrando en el asiento de atrás.

En silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora