Los sueños.
¿Deseos del inconsciente?
¿Fantasías? ¿Predicciones del futuro?
No se estaba claro, pues siempre han sido una incógnita.
Pero de algo se estaba seguro: La oscuridad en uno nunca era buena señal.
Significa la perdición.
Oscuridad.
Aquella que inundaba todo y, a través de la cual, era imposible distinguir algo, aunque poseyera una increíble visión nocturna. Ni siquiera podía ver mis propias manos frente a mis ojos.
Una oscuridad abrumadora que había sido la protagonista de mis pesadillas todas las noches desde hace dos meses. En ella, me sentía perdido y asustado, como si fuera un niño pequeño separado de sus padres.
Cuando se está soñando no se tiene una percepción acertada del paso del tiempo. Podía sentirse una eternidad y solo pasar diez minutos en realidad. Podía sentirse una pequeña porción de tiempo y haber pasado toda la noche soñando. Es casi como si éste se detuviera, como si se estuviera atrapado en la eternidad.
En un determinado momento el sueño cambiaba: las sombras de los árboles comenzaban a aparecer y me sentía corriendo, libre, con el viento golpeándome en la cara mientras los árboles se volvían tan solo unas manchas a mi alrededor. Me detenía en uno de los lagos que había a nuestro lado del bosque, y ahí, sentada en el césped, estaba la chica.
No recordaba ningún rasgo de ella, pero la miraba como si no existiera nada más. Ella estaba de espaldas y yo me acercaba con sigilo y pronunciaba su nombre como si fuera lo más importante del mundo.
Pero mis actos contradecían todo, ya que me acercaba a ella acechándola como a una presa. Y mordía su cuello logrando que su sangre explotara en mi boca. Era deliciosa y caliente, y me provocaba miles de sensaciones placenteras.
Ni sus gritos aterradores, ni sus uñas arañándome las manos que apretaban sus hombros, evitaban que disfrutara de mi alimentación.
Y ella se quedaba quieta, muriendo entre mis brazos...
—Alex...
Y así terminaba todo, con aquellas pequeñas manos palmeando mi mejilla suavemente haciéndome tomar conciencia de dónde estaba y aquella vocecita dulcemente chillona, que podría reconocer en cualquier lado.
—Alex, levántate —Vuelve a llamarme la voz, mientras siento cómo mi cuerpo despierta. Siento a la pequeña figura preparándose para el salto matutino y abro un ojo cuando la vi venir—. ¡Arriba, tonto!
Ruedo hacia un lado del colchón antes de que el cuerpo de mi hermana cayera con fuerza sobre mí, y noto que el lugar que había escogido Anna para caer me hubiera hecho retorcer de dolor por horas.
Revuelvo mi oscuro cabello con las manos y lo noto húmedo, como si me hubiera duchado mientras dormía. Me toco la frente para verificar: sí, hay gotas de sudor rodando por mi frente, lo cual es extraño ya que nosotros no sentíamos el calor como los humanos lo hacían. Así que no debería estar sudando.
Miro a Anna lanzarme una sonrisa dulce y saltar en la cama con su oscuro cabello recogido en dos saltarinas trenzas, unos rizos se le escapaban y caen sobre su frente. Ya estaba usando su uniforme de la primaria.
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Príncipe de sangre [Los Traidores #1] «TERMINADA»
Vampirgeschichten«Una corona de huesos adornando sus cabellos. Tus colmillos brillando, mostrando que acabas de alimentarte. La sangre fresca, humana, caliente y deliciosa corriendo en tu interior. La traición, aquella por la que fueron juzgados y condenados... ¿Qué...