VIII. Los traidores

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La sangre traidora que corre por tus venas.

Más dulce que cualquier otra.

Tarde o temprano vas a dejarla relucir.

No te imaginas lo que pasaría cuando te pongan las manos encima.


Le tuve que pedir a mi madre que nos dejaran solos, y no rechistó puesto que sabían que Naomi no iba a hablar si había más gente. Me acerco a ella, notando su piel pálida sin marcas, a diferencia de todas sus apariciones en mis sueños: magullada, cortada y con sangre seca en brazos y rostro. Una parte de mí respiró con alivio.

Estaba sentada en una silla de madera, su tobillo encadenado con metal bendito a una de las paredes de la cueva, justo como estaba Draco.

—¿Necesitabas hablar conmigo? —pregunto.

Naomi me vuelve a sonreír y se levanta con la elegancia que siempre la caracterizaba, aquella elegancia que tenían todas las vampiresas.

—¿Te parece familiar el vestido, Alex? —Me dice. Niego con la cabeza, aunque mintiera—. En un pasado, una traidora lo usó. Y siempre se lo ponen a las chicas que traicionan, como un tipo de castigo.

¿Eran ideas mías, o su voz era más chillona?

—No sé qué tiene que ver eso conmigo.

—Sé que la viste, Alex. Durante mi estancia con los hechiceros, después de que me sacaran a mi bebé, me mantuvieron encerrada, me torturaron, porque sabían que el heredero del Príncipe de Sangre estaba en el Clan... solo que no sabían quién era.

—¿El heredero del Príncipe de Sangre? —Naomi ladea su rostro, sus ojos oscuros se veían completamente perdidos.

—Eres tú, Alex. Tuve unos sueños durante mi estancia, en los que te veía a ti. En los que te veía claramente frente a mí, con el traje con el cual él fue ejecutado.

—¿Y quién es el Príncipe de Sangre? —Ella me sonríe. Sus colmillos brillaban.

—En la segunda generación, en los niños que nacieron justo después de la ejecución de Nightshade, hubo dos traidores, o así los llamaron. Un vampiro poderoso que era heredero de su Clan, un príncipe. No me dijeron qué fue lo que hizo. Sólo se sabe que fue condenado junto a una dama, la misma que usaba este vestido —Se señala—. Creo que lo que hicieron fue tan humillante para los hechiceros que prefieren ocultarlo. Ambos fueron condenados, pero los hechiceros sabían que se reencarnarían, y henos aquí.

—¿Tú eres la reencarnación de la Dama? —pregunto, ella suelta una risita.

—Si lo fuera, no estaría aquí. Ellos la quieren para matarla, para matarlos. El Príncipe de Sangre y la Dama de la Noche son un peligro para ellos. La Dama es un arma, y el Príncipe el único que puede controlarla —Ella vuelve a ladear la cabeza—. Te protegí, Alex. Ahora me debes un favor.

—No me creo ni una palabra —gruño. Naomi vuelve a reír, como si todo aquel asunto le provocara gracia.

—Tú verás. Sólo te advertiré, Alex: ten cuidado. Los hechiceros harán todo lo posible por encontrar a sus traidores reencarnados.

Con aquello concluyó y vuelve a sentarse, dándome a entender que no diría una palabra más

Salí de allí y me dirijo a casa casi como un autómata, tratando de creer y dar significado a las palabras de Naomi.

Príncipe de sangre [Los Traidores #1] «TERMINADA»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora