XIX. Aliados inesperados

1.8K 178 142
                                    

"Los hombres solo se unen socialmente,

Cuando se trata de reventar a un tercero."

-Enrique Jardiel Poncela



Totalmente avergonzada por las preguntas indiscretas que Anna le lanzaba durante el desayuno, Opal me mira pidiéndome auxilio.

—Ya basta, Anna —corto el parloteo de mi hermana. Ella me mira con el ceño fruncido.

—Pero quiero saber más. Es la única novia que te he conocido. ¡Es algo sorprendente! —contesta. Opal suelta una risita, a Anna era imposible no quererla.

—Hablamos después, Anna —Le dice Opal acariciándole el cabello—. Yo debo volver con mi Manada, he desaparecido por demasiado tiempo.

—¡Quédate! Le haces un bien a mi hermano que ni te imaginas.

—Anna, cierra el pico —digo con los dientes apretados levantándome junto a Opal, ésta solamente reía ante lo dicho por mi hermana. Antes de salir por la puerta principal, Opal se despide de Anna con la mano.

—Un gusto conocerte bien, Anna.

—¡Un gusto conocerte bien, cuñada! —exclama en respuesta Anna, despidiéndose. Me cubro la cara con las manos, completamente avergonzado por mi hermana. Escucho a Opal reír mientras nos alejamos de mi casa dejando a Anna sola, ya que mis padres estaban en la forja inspeccionando la nueva armería.

—Recomendación —digo—: cuando tengas un hermano, cósele la boca para que deje de hablar.

—Es muy linda —dice Opal—. Se nota lo mucho que te quiere.

—Demuestra su amor de formas muy peculiares, como lanzarse y caer sobre mí mientras dormía —respondo de forma sarcástica. Opal vuelve a reír.

Mientras íbamos caminando atravesando el terreno, me doy cuenta que de la mordedura en su brazo, tan solo queda una clara cicatriz. Opal, al parecer se da cuenta de mi mirada, y la cubre con su mano.

—Sabes que no es necesario que vuelvas —Le digo—. Mis padres dicen que no es molestia que te quedes en mi casa, al menos hasta que esto pase —Ella niega con la cabeza.

—Si se acerca una guerra, lo mejor es tener a alguien de confianza en las líneas enemigas —contesta—. Puedo ser de ayuda para ustedes si les paso información... Si finjo estar de su lado...

—Ellos ya deben saber que tenemos algo, ¿no? —Opal niega con la cabeza con una sonrisa.

—La única que sabe lo nuestro es Mia, y ella no ha dicho ni una palabra, además, ellos no tienen idea de lo que soy, y por eso soy completamente ignorada —Hago una mueca, no podía creer que las sirenas fueran tan despistadas, y no creía que Angela hiciera tratos con ellos sin brindarles algo, sin decirles que tenían algo a su favor. Un arma—. Oye —Opal llama mi atención y me toma el rostro entre las manos—. Todo saldrá bien —Ni su sonrisa podía tranquilizarme.

La tomo de la cintura y la beso con tanta intensidad que se quedó sin aire al principio. Me sumerjo en su boca con desesperación, tal y como la primera vez que nos besamos.

Nos besamos un buen rato, y en ese beso demostraba toda la preocupación que sentía por la batalla que se nos venía encima.

Y como siempre que sucedía esto, el tiempo perdía sentido. No me interesaba saber nada del mundo que no fueran sus labios y el calor que brotaba de ella hacia mí.

Príncipe de sangre [Los Traidores #1] «TERMINADA»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora