XIV. El silencio de los muertos

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Se dice que hay secretos que se llevan hasta la tumba.

Pero, ¿qué pasa cuando el espíritu del difunto realmente quiere que sean descubiertos?

Los muertos, con su silencio, pueden revelar muchas cosas.



Fue después de que se celebró año nuevo que nos permitieron salir de nuestros hogares. Y esa misma noche, Opal y yo quedamos en encontrarnos en el sombrío cementerio de la ciudad de Nashwauk. Llegué corriendo y me di cuenta que ella me esperaba en la puerta, envuelta en un abrigo negro que en realidad no necesitaba. Me sonríe y antes de que pronunciara palabra, la tomo en brazos y doy un salto para pasar la reja.

—Listo, ya estoy aquí —Le digo metiéndome las manos en los bolsillos, luego de bajarla. Ella me toma del brazo y me lleva en la oscuridad del lugar. Me pareció extraño que escogiera este lugar para encontrarnos, y aún más que le fuese posible leer las inscripciones de las lápidas, cuando se suponía que las sirenas no veían en la oscuridad. Recuerdo entonces, que la Dama poseía diversos poderes de las distintas especies.

—Llegamos —dice al detenerse frente a una lápida. Mi vista se adaptó rápido y leí el nombre escrito.

«Chione Nasser. 29 julio 1976- 30 noviembre 2011»

—Es la tumba de tu madre —digo, como si no fuese algo obvio.

—Yo... nunca había traído a alguien aquí... —suspira y luego me mira—. Y por esa razón es más seguro. Podemos hablar aquí sin que nos escuchen, incluso el guardia se la pasa durmiendo en la caseta —Suelto una risita y vuelvo a mirar la lápida.

—¿Cómo hiciste que Angela no pudiera obtener la información de mi mente? —Le pregunto, ella se encoge de hombros.

—No sé... Simplemente, sabes que puedo leer la mente de vez en cuando, al parecer, también puedo manipular un poco los pensamientos que quiero que se muestren. No fue intencional, simplemente, estaba asustada y luego sentí que estaba dentro de tu mente, arreglando engranajes de los recuerdos —Se vuelve a encoger de hombros—. Aún sigue siendo un misterio para mí el que yo pueda hacer eso.

Yo sabía por qué ella podía hacerlo. Nosotros teníamos ese poder, el de modificar los recuerdos de otras personas y el de nosotros mismos.

—Ahora cuéntame, ¿por qué estás tan seguro que estamos en guerra?

—Ese día en la biblioteca —comienzo a contarle—, encontré un diario que hablaba de los intentos para que la Dama reencarnara.

—¿Y por qué no me habías dicho? —Hago una mueca desviando la mirada—. Oh, entiendo, es algo personal.

—Ha hecho experimentos con todas las especies y le funcionó una vez —continúo—. Una vampiresa pudo albergar el alma de la traidora, pero el espíritu provocó la muerte de la niña. Opal, no te imaginas todas las atrocidades que están narradas en esas páginas.

—Pero debes seguirlo, ¿no? —Ella mete sus manos en su abrigo— Te llevará hacia la Dama, hacia el final de todo esto.

—Dudo que sea el final. Esto es una guerra de poder, algo que Caillic sabía desde hace mucho —Y decido contarle todo lo que sabía, todo lo que había podido saber por medio del diario. Y ella me escucha pacientemente, analizando cada palabra dicha, buscando la forma de encontrarle lógica a las cosas.

—No sé por qué siento que hizo algo así con el bebé de Naomi —digo. Opal niega con la cabeza.

—Pero fueron solo tres meses los que ella estuvo con los hechiceros. En total cuatro meses de embarazo, una criatura con esa edad gestacional no puede sobrevivir. Tendría que tener seis o siete meses al menos para que sobreviviera.

Príncipe de sangre [Los Traidores #1] «TERMINADA»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora