Capítulo 32

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Los meses pasaron, los arduos entrenamiento que advertían eran tan intensos como los hacían oír. Sin embargo, entre pequeñas torpezas que salieron a relucir cuando no debían, Tabitha cumplía al pie de la letra lo que se le decía.

- ¡Tabithaaa! –llamó Petra agitando su mano de la cual, su palma estaba rodeada de un vendaje muy bien colocado. Esa misma mañana se hizo una herida dolorosa mientras manipulaba los sables del equipo de maniobras tridimensionales, Tabitha automáticamente trató la herida antes de que llegaran los de la enfermería. La azabache se sentó junto a esta en la mesa que ya predeterminaron era de ellos.

- ¿Qué se siente perder contra una chica Auruo? – Gunther sonrió burlón y el nombrado chasqueó su lengua mirando a otro lado.

- Por dios Erd, fui gentil con ella por ser una chica. –Tabitha enarcó una ceja con una sonrisa divertida, no se cansaba de tirar al suelo al rubio osuro, hasta que hizo que se mordiera la lengua y se detuvieran porque estaba sangrando mucho.

- ¿Ah? ¿Fuiste gentil? –comentó sarcástica. – Entonces muéstrame todo lo que tienes mañana. –Auruo sonrió confianzudo.

- Hahg, una niña como tú no lo soportaría. –Tabitha se recargó de la mesa mirándolo fijamente a los ojos.

- Insisto. –este ladeó una sonrisa imitando su acción.

- Está bien, es tu problema si te pones a llorar. –se recargó del espaldar de su silla cruzándose de brazos. – No aceptaré súplicas. -la azabache sonrió burlona.

- Ya veremos quién súplica. –comentó entre dientes antes de terminar su pan.

- Ah, Auruo, como te gusta Tabitha te pegue. –suspiró Erd y Petra rió suavemente acompañada del resto menos de Auruo que miró a otro lado chasqueando su lengua.

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El tiempo pasó volando, Tabitha ganó reputación no en sus excelentes habilidades en el combate cuerpo a cuerpo o con el equipo de maniobras, ella se centró más en el campo de la medicina. Se la pasaba la mayoría de su corto tiempo libre en la enfermería, ayudando a los heridos de menor gravedad o asistiendo como ayuda cuando hay alguna emergencia, lo cual, no suele ser tan frecuente por lo que escucha atentamente los consejos de la médico del sitio.

Ese día tuvieron toda la tarde libre, por lo que se juntaron en una zona en el bosque, claro, no tan alejada e hicieron una fogata y se sentaron a conversar en un ambiente más cálido y agradable.

Tabitha se recargó de sus brazos mirando el cielo estrellado.

- ¡Rueda de preguntas! –chilló Petra sobresaltando a la risueña castaña.

- ¡Madre mía que susto, Petra! –respiró hondo con una mano en su pecho antes de fruncir sus labios. Es el mismo vocabulario de su madre, luego miró alrededor a los chicos mirarla con una ceja enarcada.

- ¿Eres tan decente para todo? –preguntó Erd burlón a lo que esta se sonrojó suavemente mirando a otro lado.

- ¡N-No! E-Es decir... O-Olvídenlo. –Petra rió suavemente.

- Déjenla tranquila. –se sentó a su lado mirándola traviesa cosa que tensó suavemente a Tabitha. – Ahora, prosigo. –carraspeó su garganta torpemente.- ¡Rueda de preguntas comenzando por Taby! –esta miró el cielo nocturno esperando cualquier cosa. - ¿Te gusta alguien? –hizo una mueca de contrariedad ante la pregunta.

- ¿Disculpa? –miró a Petra extrañada la cual subió las cejas aclamando respuestas. Tabitha rió suavemente.

- No, no... Nada de eso. –la castaña hizo morritos.

- ¿Nadie? –Tabitha negó divertida. – Ouuugh... -infló sus mejillas mirando el fuego.

- Pensaré que te gustan las mujeres entonces... -Tabitha abrió los ojos sintiendo un sonrojo avergonzado en su rostro ante la acusación de Gunther.

- ¡N-No! ¡N-No es eso! –suspiró suavemente mientras acariciaba el pasto con su dedo. – Yo... Tengo novio. –Petra sonrió ampliamente.

- ¡Awwh! ¿Quién es?

- Como dije antes, no es nadie de aquí. –aclaró. – Él... Él Está en la legión de exploración. –la castaña juntó sus manos conmovida.

- ¿Se puede saber el nombre del afortunado? –Tabitha tardó unos segundos debatiendo consigo misma y sus nervios.

- L-Levi. –respondió a duras penas.

- ¡Qué tiernos! ¡Me muero por conocerle! –exclamó Petra. – Debe ser una monada igual que tú. –Tabitha miró a otro lado ahogando una risita.

- Claro... -Petra clavó sus ojos verdes en Auruo.

- Ahora tú, Auruo. –este brincó levemente en su asiento.

- ¿Huuhg? ¿Yo qué? –la castaña sonrió traviesa.

- Te gusta Tabitha. –este miró a la castaña a muerte mientras Erd y Gunther se carcajeaban, Tabitha lo miraba graciosa.

- ¿¡D-DE QUÉ ESTÁS HABLANDO MALDITA HORMIGA!? ¿ACASO ESTÁS LOCA!? ¡DEJA EL PAN TE HACE DAÑO MUJ-

Al final, la agradable velada terminó temprano por tener que llevar al exaltado rubio oscuro a la enfermería por el exceso de sangre que desprendía al morderse la lengua. 

Wounds  (Levi Ackerman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora