321. Anónima

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17 años


Mi historia empieza borrosa. Yo tenía 3 años cuando mis padres me inscribieron en un colegio que afortunadamente tenía de todo y en el que podría quedarme a estudiar hasta los 18, completando así la educación obligatoria y el bachillerato. ¿Qué significa eso? Los mismo compañeros durante quince largos años.


He dicho que mi historia empieza borrosa porque tan apenas la recuerdo. Mi psicóloga opina que pudo ser que mi mente bloqueara los recuerdos para no hacerme daño. Pero mis amigas y mi madre sí lo recuerdan todo.

Creo que comenzó cuando entré a la escuela más o menos. Los niños son crueles y no necesitan una razón para pegar puñetazos, patadas o tirarte del pelo. O al menos yo creo que no tenían ninguna razón para ello, solo era una chica más, común y que nunca destacaba, por lo menos a esas edades. Mi madre habló varias veces con los profesores pero la excusa que ponían era: "Son cosas de niños". Supongo que sí son cosas de niños, ¿pero eso significa que estén bien?

Cambié de etapa escolar y los profesores empezaron a hacer más caso. A la edad de 8-9 años más o menos no venía ningún grupo a meterse conmigo y parece que por fin podía tener una infancia normal. Pero tuve que meter la pata.

Esta parte de mi vida ya la tengo más clara y puedo decir y prometer que nunca fue mi intención. Juro que mi mente inocente pensó que sería buena idea, que necesitaba amigas y que ella parecía divertida y agradable. Pero me equivoqué.

Se llamaba Sandra, y no sé si ella me hacía bullying pero lo que ahora puedo ver es que lo nuestro fue una relación tóxica. Como esas mujeres maltratadas por sus maridos o novios que piensan que aún así ellos les quieren, versión amistad.

A mi madre no le gustaba mi amistad con Sandra, claramente. No podía gustarle cuando llegaba a casa con varios golpes y a veces llorando.

Ella era una niña violenta, eso seguro. Pillaba rabietas por cualquier cosa, no le daba miedo usar sus puños. De hecho si nos peleábamos no era precisamente de forma verbal. Y siempre ganaba ella. La verdad es que pelearnos era horrible, no solo por la parte que me llevaba sino porque yo pensaba que era mi amiga y pelearte con una amiga nunca es agradable. Llegaba a casa llorando por partida doble: por los golpes y por haber perdido temporalmente a una "amiga".

Pero esas peleas eran ocasionales. Lo que yo no sabía era que en nuestro día a día también me maltrataba. Pensaba que era normal que entre amigas se pegasen, que no se mantuviesen el respeto y que no se defendiesen frente a otros. Pero no es así. Y claramente no era equitativo, una parte siempre salía peor parada que la otra: yo.

Conforme crecimos encontró otra forma de joderme que era más efectiva a largo plazo y que causaba muchísimo daño: abuso psicológico. Desde insultos (gorda, fea, tonta) disfrazados de consejos de amiga hasta algún que otro discurso desmotivacional, que yo obviamente me creía porque era mi "amiga".

La verdad es que era bastante espabilada porque sin yo darme cuenta me fue alejando del resto de mis amistades hasta que prácticamente mi círculo social se reducía a ella. Era un poco acaparadora.

Sandra era muy rebelde y por su culpa me metí en numerosos líos, que a mis padres tampoco les gustaron un pelo. Podíamos hacer una guarrería en el baño de la escuela, molestar gente, entrar a oficinas cuyo paso teníamos prohibido, pegar a su hermano e incluso robar en pequeños negocios. Mirándolo ahora no sé cómo no pude darme cuenta de que lo que hacía estaba mal.

En resumen, me pegaba, me menospreciaba y me metía en problemas. Qué "amistad" tan enriquecedora.

A los 12 años ella empezó a beber alcohol. Por una vez en la vida, tuve criterio propio y decidí no seguirla. Se emborrachaba y los fines de semana salía de fiesta. A los 13 empezó a fumar marihuana.

Aún así, yo no quería acabar con nuestra "amistad" así que la seguía a cualquier parte y en todo lo que hiciera, a pesar de que yo me mantenía sana y no bebía ni fumaba.

El año que cumplí 14 ella se tuvo que mudar a su ciudad natal. Yo estaba desolada y lo pasé muy mal por su marcha. Hasta que un mes después peleamos por teléfono y perdí todo contacto con ella.

Así que no, no supe salir de esa relación tóxica, es más, me aferraba a ella como si fuese una amistad duradera. Me sacaron a rastras de ella sin yo saber que eso sería lo mejor.

A mis 15-16 años tuve que convivir con mis exmejores amigos. El año anterior yo había entablado una muy buena relación con tres chicos a los que consideré mis mejores amigos. Nos contábamos las rayadas, nos divertíamos, quedábamos y yo les cogí muchísimo cariño. Sin ninguna explicación de por medio al año siguiente me empezaron a ignorar. Además, como eran algo así como los "jefes" del grupo de los chicos de la clase, estos también me empezaron a ignorar. Incluso pasaba a otro nivel a veces y mis propios exmejores amigos me insultaban, me ponían la zancadilla o me lanzaban balones a la cabeza. Nunca supe por qué.

Como guinda del pastel, al término de ese año escolar mis mejores amigas me dejaron de lado. Tampoco supe nunca por qué. En especial una, María, me mandaba miradas de asco, me ordenaba callar si hablaba y siempre proponía no invitarme a las salidas. Fue una gran puñalada.

Para ese tiempo yo ya padecía depresión (más o menos estimo que desde los 12 años) así que me hundí en un gran pozo. Más medicación, más terapia y más revisiones.

Pasé el verano sola y empecé bachillerato con sentimientos encontrados. Por una parte estaba aliviada, porque las clases habían sido mezcladas y no iba a tener que convivir con ninguno de mis antiguos compañeros o examigos. Por otra parte, asustadísima, porque me encontraba sola y no sabía si iba a ser capaz de mantener una amistad o me iba a quedar sola. Incluso cabía la posibilidad de que hiciera amigos y luego me abandonaran como había pasado anteriormente.

A día de hoy tengo grandes amigos, mi círculo social es de lo más agradable, divertido, tolerante, cariñoso, respetuoso, diverso y no podría pedir nada mejor, aunque no tenga mucha gente. Me han aceptado, estamos muy unidos y me quieren a pesar de mis problemas, mis rayadas y ciertas enfermedades mentales que padezco (contando con la depresión, pasando por anorexia, trastorno obsesivo compulsivo y demás) y estoy muy agradecida con ellos. Aún así tengo miedo de que me vuelvan a abandonar sin explicación. Tengo que seguir aguantando a los idiotas de mis excompañeros por los pasillos con la cabeza gacha pero estoy contenta. Incluso una de mis amigas de la que Sandra me separó quiere recuperar su amistad conmigo y estamos hablándolo.

He aprendido (no sin sufrir) que la gente va y viene, que lo importante es quedarse con los buenos recuerdos de la relaciónvy que si te quedas solo o sola puedes encontrar otras personas con las que hacer una amistad sana. Supongo que si me vuelvo a quedar sin amigos intentaré hacer menos drama, buscaré el lado positivo y encontraré a otras personas para mí.

BULLYING STOPS HERE #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora