iii.

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Halló a Bellamy Blake junto a la nave donde Wells se retiraba alterado tras haber tenido un altercado con un muchacho blanco de cabello castaño y ojos claros que Alex no reconoció.

—Si van a matar a alguien, es mejor no anunciarlo —soltó Bellamy acercándose a ellos. Alex lo observó desde una distancia prudente.

—¿No eres un guardia, no? —preguntó el otro con una sonrisa mientras jugaba con un cuchillo que llevaba en la mano. Bellamy sacudió la cabeza.

—No —respondió sin desviar la mirada del otro. El aquel instante, Alex vio el momento justo para interponerse. Dio unos pasos hacia delante hasta llegar detrás del muchacho castaño. Bellamy fue el primero en verla y notó cómo tragaba saliva pero el resto de su expresión no se inmutó. El otro chico se dio la vuelta para verla y una sonrisa recorrió su rostro.

—Vaya, no eras la persona que esperaba ver —comentó. Alex se encogió de hombros. Estaba acostumbrada a tratar con esa clase de personas, las que cada vez que abrían la boca y dijeran lo que dijesen, un tono de amenaza se abría paso entre las cuerdas vocales.

—Soy la sorpresa del día —replicó ella, guardando sus manos en la campera que llevaba puesta antes de señalar con la cabeza a Bellamy, quien tenía los brazos en jarra—. Sabes que fue un guardia, ¿verdad? —preguntó volviendo su mirada al muchacho. Él observó unos segundos a Bellamy antes de volver a mirarla.

—¿Y?

—Y que no puede confiarse en alguien como él —continuó, esta vez acercándose. El chico la miró con cierta admiración pero a Alex no le importó—. Ni siquiera lleva una pulsera —señaló—. No sabe lo que es ser uno de nosotros —añadió sonriendo con sorna cuando notó que la sonrisa del muchacho se había disfumado para darle paso a un ceño fruncido mientras observaba a Bellamy, quien se mantenía callado mientras el otro lo analizaba—. No podemos confiar en él —finalizó, logrando que Bellamy reaccionara.

—Murphy... —llamó en un susurro dando un paso hacia delante pero Murphy se alejó alzando ambas manos.

—Tiene un punto —dijo señalándola con un dedo. Alex sonrió. Si ganaba la confianza de Murphy significaba un aliado, dudaba que Bellamy se encontrara interesado en otro delincuente y luego de que Murphy y ella expandieran la razón por la que no se podía confiar en Bellamy, entonces quedaría solo—. Debo pensar si quiero a un ex-guardia de aliado o a una asesina reconocida entre los delincuentes.

A pesar de que era lo que estaba buscando se sentió dolorida por el uso de aquella palabra que tantos recuerdos tormentosos le traía. Trató de mantenerse en personaje pero cuando miró a Bellamy notó que ya la estaba observando con la mandíbula tensa y se preguntó si había notado lo que estaba pasando dentro de Alex, pero como no dijo nada ella también se quedó en silencio.

—Déjenmelo pensar —pidió Murphy girando sobre sus talones y alejándose con el ruido de las hojas bajo sus pies.

—Me sorprende que no te hayan flotado —dijo Bellamy en cuanto estuvieron solos. Alex tomó aire antes de mirarlo. La forma en que la miraba no tenía nada en común con el momento en que la arrestó, mientras en sus recuerdos solo veía miedo y desesperación, allí había determinación. No tendría que haberse sorprendido. Estaban en la tierra rodeados de cien delincuentes, asesinos, ladrones, entre otros. Allí había que forjar un carácter si no querías acabar mal—. Mira —señaló dando un paso hacia delante para que solamente ellos dos pudieran oír la conversación—, no te tengo miedo —continuó sin alejar la mirada. Alex no respondió. Debía concentrarse en no perder los estribos. Lo suyo no era la violencia, pero tener a Bellamy tan cerca sentía que explotaría—. Puedes hacer lo que quieras mientras te mantengas lejos de mi hermana —añadió antes de alejarse sin dejarla responder.

Alex necesitaba aire. Más del que llenaba sus pulmones en el campamento. Quería alejarse del bullicio, de los delincuentes corriendo de un lado a otro, riendo, besuqueándose. Anhelaba un lugar tranquilo. Así que comenzó a caminar sin dirección alguna por el bosque hasta haberse alejado lo suficiente donde se detuvo para respirar, sus piernas se aflojaron dejándola arrodillarse en el césped y bajó la cabeza para inhalar el aire puro que los árboles de su alrededor le propinaba.

Desde que habían llegado, Alex no había tenido un momento para pensar y sentía que su cabeza explotaría en cualquier momento. Cuando estaba en su celda no hacía otra cosa que navegar por sus recuerdos o imaginar una vida diferente a la que tenía, a veces se cansaba de hablar sola en su cabeza pero ahora una parte de ella lo extrañaba. Se había acostumbrado a estar recostada en la litera mirando al techo gris y susurrar el nombre de Jasper cada vez que necesitaba que alguien la escuchara. Ahora, Jasper se había ido en una misión y estaba sola con personas que la miraban por el rabillo del ojo cada vez que pasaba por sus lados como si jamás la hubieran visto durante los almuerzos en el Arca. Extrañaba a la única persona que no la juzgaba.

Levantó la mirada y pestañeó varias veces para alejar las lágrimas de los ojos, sorprendiéndose. No imaginaba cuánta presión había estado sufriendo estas últimas horas hasta aquel momento, pero pronto su mente se despejó cuando, entre los troncos, vio agua. Una cascada. Su oído captó el sonido del agua chocando con las rocas al caer y sonrió. Era increíble.

Se levantó sin pensarlo dos veces y se acercó hasta el lugar, pero se detuvo lo suficientemente cerca para no tocar el barro. El agua era cristalina, dejando ver el fondo rocoso. Alex se puso de pie, quitándose las botas junto al pantalón, la remera y la campera. Caminó dejando que el agua helada subiera por sus piernas hasta su cintura. Su piel reaccionó erizándose ante el frío pero no le importó. Aquella sensación no la sentía todos los días; mientras sumergía su cabello suelto en el agua y abría los ojos bajo ella para observar la naturaleza borrosa, se dio cuenta de que estaba en la Tierra. Por primera vez en 97 años. Salió a la superficie en busca de aire. Aquel lugar era el paraíso. Alex nunca creyó que existiera algo así pero le habían cerrado la boca.

Comenzó a nadar en el agua, observando los árboles frondosos que se juntaban tapando cierta parte del lago pero dejando que los rayos de sol, que ya se estaba escondiendo, penetraran hasta iluminar el lago, haciéndolo brillar.

—Si tienes un plan en marcha, no deberías abandonarlo.

Alex giró asustada para encontrarse con Bellamy agachado sobre el suelo, la miraba con una sonrisa de costado. Alzó ambas cejas oscuras y estiró uno de sus dedos hacia delante donde colgaba un objeto que Alex reconoció en seguida como una de las pulseras.

—¿Qué hiciste? —preguntó ahogada en su propia voz. Bellamy se encogió de hombros antes de bajar la pulsera.

—Tú te fuiste, yo me quedé con Murphy —replicó como si estuviera hablando del toque de queda en el Arca. Se puso de pie al tiempo que Alex sentía cómo su corazón se hundía—. Debiste haberlo pensado mejor —finalizó. Dejó caer la pulsera inerte en el suelo antes de darse la vuelta y desaparecer entre los árboles como si fuera un rey que acababa de dar una sentencia de muerte.

Alex clavó sus ojos en el objeto. Sus ojos se llenaron de lágrimas sin previo aviso. Se había distraído. Había dejado que la situación la sobrepasara y no había pensado con claridad. Bellamy había sido más astuto y había logrado convencerlos a todos de que se quitaran las pulseras. Ahora todos lo seguirían mientras en el Arca pensaban que estaban muertos, inclusive su madre.

Se había comportado como una ingenua.

Beautiful Mess I → Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora