Beautiful Mess I → Bellamy Blake

xxviii.

Alex nunca se había enamorado de nadie. En su vida en el Arca, no había tiempo para relaciones, ni siquiera solía ir a eventos sociales al menos que tuviera que conseguir la comida del día. Pero antes de que su vida se desmoronara por completo, había tenido una corta relación con una chica de sus clases. Sin embargo, la relación no prosperó mucho tiempo. Alex se vio obligada a dejar el colegio y no volvió a verla otra vez, dado que Hattie se había mudado a Phoenix en cuanto su madre consiguió un mejor trabajo.

No había vuelto a pensar en ella hasta aquel momento, luego de la noche que había compartido con Bellamy. Era difícil ponerle nombre a sus sentimientos cuando no podía pensar con claridad cada vez que se trataba de él, aunque a veces se preguntaba si a Bellamy le pasaba lo mismo. Sonrió, mirando entre la niebla que arrasaba los árboles. La forma en que la había mirado y tocado hacía dos noche atrás no tenía palabras. La Tierra podía ser un lugar peligroso pero había encontrado seguridad en los brazos de una persona y estaba segura de que Bellamy se sentía igual.

—Han pasado dos días y aún no hay noticias —oyó a Jasper detrás de ella, acercándose.

—Deberías estar trabajando en la pólvora, ¿no? —preguntó con una sonrisa.

Se encogió de hombros antes de contestar.

—He decidido tomarme un descanso.

Alex ladeó la cabeza, volviendo su vista al frente.

—Desearía que los terrestres pensaran igual —susurró, cortando por completo el aire liviano que cruzaba entre ambos.

—¿Crees que volverán?

Meditó la pregunta antes de hablar.

—Sí —replicó simplemente, girando la cabeza para mirarlo. Jasper bajó la cabeza, contemplando su respuesta. Creyó que Jasper tenía la esperanza de que la bomba los hubiera asustado por completo pero debería saber que solo los retrasaría, al fin y al cabo, aquel era el objetivo. Pero los terrestres habían sobrevivido cosas peores, esto era solo un rasguño que se cobrarían cuando aparecieran en el campamento.

Si pensaban decir algo más o disfrutar de la paz que se vivía allí fuera, sus deseos fueron interrumpidos cuando oyeron un grito en el interior. Ambos corrieron hasta ingresar para encontrarse con unas grandes llamas anaranjadas que provenían del almacén de comida. Vieron a Octavia alejarse a los tropezones junto a Murphy mientras tosían y caían al suelo en busca de aire. Jasper se adelantó al igual que Bellamy para atenderla pero Murphy se recuperó rápidamente y se puso de pie.

—¡Te dijimos que estabas echándole leña de más! —escupió, abalanzándose hacia el otro muchacho que estaba de pie con el rostro sucio, a quien Alex no había visto hasta aquel momento. Sin pensarlo dos veces, se adelantó para interponerse entre ambos mirando a Murphy, quien se vio obligado a retroceder en cuanto notó su presencia—. Esa era nuestra comida —susurró entre dientes. Su rostro aún estaba magullado por la tortura de los terrestres y, aunque a Alex no le caía bien, no podía evitar sentir cierta rabia por lo que le habían hecho.

—Lo sé, pero no podemos pelearnos entre nosotros —susurró, tomándolo del cuello de la camisa para empujarlo hacia atrás, alejándolo más del otro muchacho en caso de que quisiera volver a atacarlo. Oyó los baldes de agua caer sobre el almacén para intentar apaciguar el fuego.

Bellamy apareció a su lado.

—Ya la oíste —dijo mirando a Murphy—, vete —ordenó. Murphy los miró unos segundos a ambos en silencio y, antes de girar sobre sus talones, Alex juró haber visto una sonrisa asomarse en su rostro.