xxix.

6.6K 515 35
                                    

Alex soltó un quejido cuando la empujaron al suelo tras entrar a una cueva escoltadas por dos terrestres cuyos rostros estaban cubiertos por máscaras, y la misma que había estado en el puente con Clarke: Anya. Las habían arrastrado encadenadas por el suelo hasta que recuperaron la conciencia para volver a caminar. Su cuerpo entero ardía y sentía la sangre seca debajo de su nariz debido al golpe que la dejó inconciente.

Ninguna de las dos habló mientras Anya recorría el lugar, pensando qué hacer. Alex sabía cómo terminaría aquello. Ni Clarke ni ella saldrían con vida. No las habían vendado, habían visto gran parte del camino hacia aquella cueva y contado los kilómetros caminados. Solo debían aguardar su muerte.

Pero entonces, Anya descubrió una cortina envejecida que había a un costado para revelar el cuerpo de una niña sobre una mesa. Alex sintió que sus piernas se aflojaban y, si no hubiera estado ya arrodillada en el piso, hubiera caído. Notó que Clarke se sentía de la misma forma. La niña estaba luchando por respirar.

Anya se acercó a Clarke con un cuchillo en la mano y cortó la soga que la amarraba.

—Cúrala —ordenó y señaló con la hoja a Alex, quien la observó en silencio—, si no lo haces, ella muere.

Su corazón comenzó a latir con rapidez ante la simple amenaza. Miró a Clarke, quien ya tenía sus ojos azules en ella. Asintió, infundándole confianza. Alex la imitó, demostrándole que había comprendido pero cuando Clarke se puso se pie, deseó pudiera salvarla. Si lo hacía, caminaría de allí con libertad y si no, solo bastaba esperar que los delincuentes las encontraran, con suerte. Dudaba que lo hicieran. A pesar de estar en el interior de una cueva donde solo había velas encendidas y donde no entraba ningún rayo de luz del exterior, supo que era de noche. Los delincuentes no podían arriesgarse. Bellamy no podía salir en busca de ellas. Si lo hacían, no solo moriría ella, sino ellos.

Se puso de pie, con los ojos de los dos terrestres sobre ella. Tal vez temían que fuera a atacar, pero Alex apenas podía moverse debido al viaje que habían tenido hasta aquel antro, no podía atacarlos, además, sus manos atadas se lo prohibían. Se acercó a Clarke, quien estaba examinando a la pequeña niña, cuyo rostro estaba sucio y apenas mantenía los ojos abiertos mientras luchaba por un poco de aire.

—¿Dónde estuvo? —susurró Alex, horrorizada con tan solo pensar en qué había pasado para que terminara de aquel modo.

—Estaba en el puente cuando su bomba explotó —replicó Anya del otro lado de la mesa. Alex se encogió de hombros, de repente enojada.

—¿Y qué hacía allí? —cuestionó—. ¿Cómo pueden llevar a una niña a una guerra? ¿Qué les pasa? —añadió pero se detuvo cuando Clarke posó una de sus manos sobre su brazo, advirtiéndole que se detuviera. Alex miró a Anya, lista para que la golpeara o matara allí mismo en un ataque de furia pero la tranquilidad en el rostro de la terrestre la asustó más que si la hubiera atacado.

—Así es como entrenamos a nuestros guerreros —replicó simplemente. Alex dio un paso hacia atrás, sin poder creer lo que estaba oyendo. Aquella niña no tendría más de trece años y estaba siendo preparada para una batalla, una que no le concernía. Debería estar viviendo como una niña, no como una guerrera.

—Se está ahogando en su propia sangre —susurró Clarke pasando junto a Alex para tomar un pequeño cuchillo del suelo, de los elementos que los terrestres le habían entregado. Alex la observó hacer una pequeña herida entres las costillas e ingresar un fino tubo en ella.

—¿Qué haces? —cuestionó Anya acercándose a Clarke lista para pegarle pero Alex se interpuso de una forma tan abrupta que los terrestres creyeron que iba a atacarla, así que se adelantaron dándole un puñetazo en el rostro que la dejó en el suelo.

Beautiful Mess I → Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora