xiii.

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Alex estaba sentada otra vez junto a la fogata, la noche estaba tranquila pero ella no lograba conciliar el sueño. Luego de haber conversado con Jasper, él se había retirado hacia la nave para dormir mientras que ella se había quedado recostada sobre la bolsa de una tienda como almohada mirando al infinito cielo. Se preguntó qué harían ahora que las pulseras no funcionaban. Una parte de ella quería llorar pero había llorado tanto durante los últimos días que ya no tenía más lágrimas, además, comenzó a creer lo que Octavia había dicho el día de la muerte de Atom. En la Tierra, la gente moría. No solo eso, sino que también habrían miles de decepciones con las cuales Alex debería lidiar. Su mente se había tomado unas vacaciones de sus sentimientos durante el confinamiento pero algo en la Tierra los había vuelto a encender hasta aquel momento.

Debía comprender lo que significaba verdaderamente estar allí.

Y los delincuentes también. Cada vez que los observaba reír en grupos, hablar como si nada estuviera mal o acostándose entre ellos como si esto fuera una fiesta eterna, Alex recordaba el cuerpo de Jasper atado a un árbol, el cuerpo de Wells inerte y manchado de sangre, el muro que los dividía del peligro que acechaba día y noche del otro lado... Pero nadie parecía darse cuenta de eso excepto por Alex y Jasper, quien aún no había vuelto a ser el mismo luego de la lanza. No lo culpaba. Ella tampoco lo era luego de haber visto tantas atrocidades. Se encontraban en un lugar violento y nadie parecía notarlo.

Una luz en el cielo hizo que cerrara los ojos unos segundos antes de volver a abrirlos para encontrarse con una línea de color en la oscuridad. Se puso de pie, como si así pudiera averiguar de qué se trataba, por un momento creyó estar imaginándoselo pero pronto notó que algunos delincuentes salían de sus tiendas para ver de qué se trataba. Todos lo sabían aunque nadie dijo nada. 

Una nave.

—Espero que traigan champú.

Alex giró la cabeza para encontrarse con una las muchachas que había ido a la tienda de Bellamy, tapada simplemente por una sábana mientras que Bellamy se encontraba sin remera y detrás de ella. Sus ojos se encontraron unos segundos pero Alex fue la primera en romper el contacto visual.

—Tenemos que ir a por ellos —se interpuso Octavia frente a su hermano, quien suspiró como si no tuviera ganas de dejar a las mujeres con las que se había acostado.

—Iremos mañana a primera luz —anunció girando sobre sus talones para volver a su tienda aunque Octavia volvió a detenerlo.

—Si no vamos ahora, los Terrestres los alcanzarán —repuso desesperada. Bellamy la miró unos segundos con la mandíbula tensa.

—Tiene razón —interrumpió Alex sin pensarlo y acercándose a ellos. Miró a Bellamy de arriba abajo—. ¿Por qué no te vistes? Podrías morir de hipotermia —comentó, arrepintiéndose al instante por sus palabras pero tratando de mantener su rostro serio. Bellamy ladeó la cabeza hacia un lado y la giró hacia su hermana. Alex distinguió el asomo de una sonrisa.

—No conocemos los bosques de noche —replicó volviendo a su tono serio.

—Podemos usar el mapa de Clarke —se apuró en decir Octavia. Alex notó cómo los músculos de Bellamy se tensaban tras un bufido.

—Ve a dormir, Octavia —ordenó—. Nadie cruzará el muro esta noche. No cuando no sabemos lo que nos espera del otro lado —aseguró. Octavia no se movió pero tampoco parecía tener ganas de seguir discutiendo. Segundos después, suspiró rendida y dándose cuenta de que no había forma de convencer a su hermano que accediera, giró sobre sus talones para caminar hacia la nave.

Alex, con sus brazos en jarra, se dispuso a retirarse también pero se vio interrumpida cuando Bellamy la miró y dijo:

—Tú tampoco irás a ningún lado.

Beautiful Mess I → Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora