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Alex le echó un último vistazo de rodillas a su reflejo en un charco de agua que había junto a la nave. Los rastros de sangre habían desaparecido por completo, gracias a Bellamy, quien se había tomado el tiempo de borrarlos como si fuera de porcelana. Aún quedaban cicatrices, pero supuso que pronto se irían. Movió los cuchillos en una de sus manos, también los había limpiados pero en el mango quedaban algunas pequeñas manchas de sangre que tal vez nadie las veía pero Alex sabía que estaban allí. Cada vez que bajaba la mirada, aquella mancha tan desapercibida como un lunar parecía ocupar todo el mango.

—Alex. —Giró la cabeza. Bellamy se encontraba de pie, con un arma colgando a un lado—. ¿Estás lista? —preguntó acercándose a ella y tendiéndole la mano. 

Alex no la tomó enseguida porque su mente se vio nublada de recuerdos. El mismo muchacho que la había creído una asesina estaba ante ella, ofreciéndole ayuda. Era increíble pensar cómo en tan poco tiempo su relación había cambiado tanto. 

Bellamy era lo que más temía al comienzo, pero ahora era lo que más quería.

Tomó su mano, poniéndose de pie.

—Deberías tomar un arma —susurró. Alex miró a su alrededor, las armas habían sido ocupadas por los delincuentes que estaban preparados para ello. Ella aún no se sentía lista. Además, encontraba que se sentía más cómoda utilizando armas blancas que de fuego—. Se la pediré a Sterling —añadió Bellamy. 

Lo detuvo antes de que se alejara y enredó los dedos en los suyos.

—Estoy bien —aseguró con una sonrisa. 

Bellamy la observó de hito a hito, como si estuviera buscando algún indicio de que no lo estaba pero cuando se convenció de que no había nada más por hacer, asintió y se alejó de ella para ordenar que abrieran la puerta del muro.

—Recuerden —gritó Bellamy al frente del grupo—: mirada al frente —dijo antes de moverse a un lado para que la fila comenzara a salir. Sus miradas se encontraron por un segundo antes de que Alex avanzara, apretando sus puños en los cuchillos.

 Sus miradas se encontraron por un segundo antes de que Alex avanzara, apretando sus puños en los cuchillos

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—Supongo que es hora de dejar el campamento atrás —susurró cuando se encontró con Bellamy en la puerta. 

Ambos miraron la nave, la cual ya se encontraba vacía. Aquella era la paz que tanto añoraban pero se les había sido arrebatada. Alex lo miró pero él seguía con sus ojos dentro del campamento. Ya no vivirían allí, pero las dos personas que ella más quería en la Tierra estaban vivas... Con ella... En el presente.

Bellamy giró la cabeza cuando notó que lo estaba observando y, por primera vez en el día, Alex se sintió en paz. La que el campamento tanto emanaba en aquel estado se había incorporado en su cuerpo. Podía ser muchas cosas cuando se trataba de la supervivencia pero cuando Bellamy la miraba recordaba quién era realmente, y eso era algo que ningún terrestre ni ninguna batalla podía quitárselo.

Beautiful Mess I → Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora