Alexandria Mendaro fue acusada por un crimen que jamás cometió y está segura de que, debido a las estrictas reglas del Arca, será expulsada de ella. Sin embargo, el destino tiene nuevos planes y, tras 97 años de una guerra nuclear donde la Tierra se...
—¿Te encuentras bien? —preguntó Bellamy detrás de ella. Alex observaba a Raven dibujar una equis en el pequeño tambor que contenía la bomba.
—Sí —replicó sin mirarlo y dio un paso hacia delante para hablar con Raven, aunque Jasper, Finn y Bellamy podían oír—. ¿Quieres decir que debemos disparar a la equis para hacerla explotar? —cuestionó. Raven la miró sonriente.
—Kapum.
Alex asintió con una sonrisa y levantó la mano para que Raven chocara los cinco. Había hecho un gran trabajo. Giró sobre sus talones para sonreírle a Bellamy pero se detuvo cuando notó su apariencia.
Bellamy pareció darse cuenta de su mirada, por lo que salió de la tienda a la noche oscura dando tropezones pero Alex no se quedó atrás.
—¿Bellamy? —llamó, tomándolo del brazo para que este se diera la vuelta. Su nariz sangraba.
—No me toques —ordenó con una voz raspada, que le hizo doler hasta a Alex, como si fuera ella quien estaba enferma—. Dile a Jasper que... —tosió, manchando su mano de sangre. Alex sacudió la cabeza sin poder creer que le estuviera pasando esto, recordó los cuerpos de aquella mañana inertes junto a la nave y un escalofrío recorrió su cuerpo. Esto lo habían creado los terrestres.
—¡Jasper! —gritó sin quitarle la mirada de encima a Bellamy. Su amigo apareció a su lado junto a Finn, ambos notaron enseguida el estado de Bellamy, quien los observaba desde una distancia prudente—. Llévenlo a la nave —ordenó. Cuando notó que su orden no se cumplía, los miró—. ¡Ahora!
Finn y Jasper se movieron abruptamente para tomar a Bellamy entre sus brazos, aunque él se negaba. Alex no se quedó allí para ver cómo seguía sufriendo debido a la enfermedad ni cómo Finn y Jasper se lo llevaban como si fuera una bolsa de residuo, en su lugar, entró a la tienda donde Raven esperaba atenta.
—Tenemos que irnos ahora —anunció. Raven frunció el ceño, sin comprender la actitud de Alex. Abrió la boca para responder pero ella se adelantó—: Ahora —repitió tomando un rifle entre sus manos, se aseguró de que tuviera una bala para no desperdiciar municiones y salió de la tienda, seguida de una Raven confundida.
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Alex sabía que debía dar ese único disparo para salvarlos de una muerte inminente. Sabía que los terrestres estarían caminando al puente vistiendo sus armaduras y lanzas, listos para atravesarlos con ellas y ver cómo la poca vida que les quedaba dejaba sus cuerpos. Alex tenía claro lo que debía hacer, pero la enfermedad tenía otros planes.
Cayó hacia delante sin lograr contenerse.
—¿Alex? —llamó Raven. La sintió agacharse junto a ella—. ¿Estás bien? —preguntó. Levantó la mirada, sabiendo perfectamente que no lo estaba. Podía sentir su transpiración en su frente, su cuerpo hirviendo a pesar del frío y las pocas fuerzas que le quedaban. Pero era de día y estaban cerca del puente.
