xxxii.

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—Tenemos veinticinco rifles con aproximadamente veinte balas cada uno —comenzó Bellamy, de pie frente a la mesa donde había un pequeño mapa con soldados sobre este—, alrededor de 500 municiones. Hicimos unas mejoras mientras ustedes no estaban: la zanja está minada.

—Parcialmente, gracias a Murphy —dijo Raven sentada con la espalda contra la pared. Alex la observó unos segundos en silencio. Su estado había empeorado de forma rápida. Estaba más pálida, con ojeras bajo los ojos y sudor en su rostro.

—Si los terrestres pasan por allí, los escucharemos —continuó Bellamy—. Esto debería darles el tiempo suficiente para crear el aro de fuego —añadió con sus ojos sobre Clarke, quien parecía perdida en sus pensamientos pero asintió cuando notó la mirada de todos sobre ella.

—Raven lo logrará —aseguró en voz baja aunque todos la oyeron. Sabía que todos dependían del bienestar de Raven, la única persona que podría detonar el aro de fuego.

Clarke y Finn acompañaron a Raven, quien comenzó a explicarles lo que debían hacer para preparar la detonación y Bellamy se giró para salir al exterior con el arma en sus brazos. Alex lo siguió en silencio pero lo detuvo sosteniéndolo del brazo. Cuando giró a mirarla, notó que estaba tan asustado como ella. Si los terrestres llegaban y los sobrepasan, perderían. O peor aún, si Raven no sobrevivía, morirían.

—Bellamy... —empezó, buscando las palabras correctas pero, tal y como había pasado con Jasper, no encontró la forma de expresarse.

—No tenemos por qué hablar de esto —repuso, dispuesto a alejarse de ella pero Alex volvió a sostenerlo con el corazón en la mano. Estaban aterrorizados.

—No. Sí tenemos que hablar —replicó ella y tragó saliva—. Si algo sucede... —Bellamy sacudió la cabeza dándose la vuelta para comenzar a caminar—. ¡Bellamy! —llamó Alex interponiéndose. Bellamy miró detrás de ella, como si no estuviera allí pero notó por su mandíbula tensa que temía enfrentar la realidad—. Yo tampoco quiero hablar de lo que podría pasar pero... —Suspiró—. Debemos hacerlo.

Bellamy bajó la mirada con el ceño ligeramente fruncido y su mirada marrón apagada. Ladeó la cabeza.

—No quiero pensar en eso, Alex —dijo en un hilo de voz que le partió el corazón. 

Ninguno de los dos quería hacerlo, eso estaba claro pero Alex sabía que si algo le pasaba a ella, Bellamy sería capaz de interponerse entre el destino declarado y su vida. No volvería a cometer la misma acción de dejarla cuando los terrestres la capturaron, aquella decisión lo perseguía y no podría seguir viviendo si lo repetía.

—Si algo me pasa —dijo mirándolo a los ojos—, si los terrestres me atacan, no quiero que vengas a por mí —se apuró en añadir cuando notó que Bellamy iba a objetar pero no lo hizo cuando terminó de hablar—. No importa como termine este día, Bellamy, yo... —Carraspeó, bajando la mirada, controlando sus palabras—. No quiero que te arriesgues —continuó. Bellamy se balanceó en su lugar—. Prométeme que no arriesgarás tu vida en salvarme —insistió. 

Bellamy la miró a los ojos, negó con la cabeza de forma tan desapercibida que Alex creyó por un momento que lo había imaginado.

—No puedo —replicó con voz ronca.

Suspiró, aceptando que debía abrir su corazón.

—No vendrás por mí, Bellamy —aseguró—. Porque si después de esta noche, por alguna razón, nos separamos, volveremos a encontrarnos. No arriesgarás tu vida en vano —explicó. 

Bellamy bajó la mirada pero pronto volvió a subirla.

—Está bien —replicó. Alex asintió, dando un paso hacia atrás. No sabía si estaba satisfecha con su respuesta, creía que había algo más en él pero decidió no presionar más en caso de que se retractara. Ya estaba todo dicho—. Nos vemos luego.

Beautiful Mess I → Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora