Cap. 18 Resistencia.

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El sonido de su voz me hizo soltar un suave murmullo, simplemente recordándome que estaba entre sus brazos y a la vez no queriendo apartarme de él. En este momento aunque su olor llenaba mis fosas nasales, no sentía la necesidad de beber de él, sino que quería conservar aquella esencia hasta el último de mis días. Porque en ese momento, todo lo que deseaba, era estar con él. Sí, eso era definitivamente lo que quería. Luego él coloco sus manos sobre mi espalda con delicadeza acariciándola con la misma suavidad, esta vez me hizo volver a la realidad, a la situación en la que me encontraba. Abrazando a mi Tua cantante, inhalando su aroma. Me aleje de golpe de él, empujándolo un poco, pero sin ser tan brusca como para estamparlo en un árbol cercano. Alce la vista instantes después percatándome de su mirada confundida y de la mueca que embozaba, claramente lo había desconcertado con lo que hice. Sacudí la cabeza casi con violencia dejando de observarlo. No podía seguir pensando de aquella manera sobre él.

-Lo lamento. Yo…-no pude completar la oración dado que nada parecía tener orden en mi mente. Solo quería volver a estar entre sus brazos captando su esencia. –Lo lamento- repetí aquellas dos palabras con fervor. Sin saber ya si me refería a sus golpes, a haberlo arrastrado hasta aquí, o a que fuera tan irresistible para mí.

-Está bien, lo comprendo. No fue fácil lo que paso allá- soltó con suma tranquilidad haciéndome embozar una media sonrisa por su inocencia, y a la vez agradeciendo que me hubiera dado una coartada.

-Gracias- murmure, de nuevo sin saber a qué me refería.

-Descuida- me respondió en el mismo tono de voz, mientras hacia un gesto con la mano, restándole importancia al asunto.

Acto seguido pasó una mano por sus cabellos alborotados, haciendo con ese gesto más visible el golpe en su frente. Mi garganta comenzó a picar y sentí como de nuevo los colmillos querían brotar, pero mantuve mi boca cerrada con mis labios formando una línea recta. Coloque una mano sobre mi garganta, acariciándola, como si de esa manera pudiera apaciguar el ardor que se había apoderado de ella, mientras me convencía a mí misma de que debía de llevarlo a que atendieran esos golpes. Antes de que yo hiciera algo de lo que me arrepentiría.

-Debo llevarte a la enfermería- dije en voz alta. Aunque era un comentario dirigido más bien hacia mí. El rio un poco, a lo que lo mire enarcando una ceja sin comprender la causa de su repentino humor.

-Eso ya lo dijiste instantes atrás. Y de verdad, agradecería que no lo hicieras- respondió a mi pregunta silenciosa, y de paso a mi comentario sobre llevarlo a la enfermería de la escuela.

-¿Por qué?- susurre con la mejor voz que me fue posible, aunque aun así sonaba algo ronca, a la vez que pasaba por el alto el hecho de que estaba actuando como una tonta frente el, diciendo lo mismo, o sin responder como era debido.

-Es mi primer día, y no quiero problemas- soltó aquello acompañado de una sonrisa. Una que me hizo asentir a pesar de que no estaba del todo de acuerdo con lo que había pedido.

-Aun así deben de revisarte- insistí luego de unos segundos. Segundos que el aprovecho para tomar asiento en el pasto, con las piernas extendidas hacia mí.

El negó con la cabeza rápidamente, y palmeo una zona que se encontraba a su lado izquierdo, indicándome que tomara asiento a su lado. Vacile durante unos instantes, pero ante la mirada suplicante de aquellos ojos verdes termine accediendo, de nuevo. ¿Qué estás haciendo Renesmee? Me reprendí a mí misma de manera mental, pero aun así acate su petición. Al tomar asiento a su lado, abrace mis rodillas con mis brazos, sintiendo aun aquel ardor, que se intensificaba con el paso del tiempo. Pero tampoco podía alejarme de aquí. O de menos, no quería hacerlo.

A media luz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora