Cap. 21 De recuerdos y remordimientos.

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Balancee mis pies con lentitud, con una tenue sonrisa en mis labios, mientras que con movía mis dedos sobre la rama, a un compás parecido al que llevaban mis pies, al moverse hacia adelante, y hacia atrás. El aire golpeaba mi rostro, sin mucha fuerza, provocándome una agradable sensación y los sonidos del bosque, llenaban mis oídos. Ya estaba atardeciendo, lo que significaba que Ethan llegaría en cualquier momento. Una risilla escapo de mis labios, con el simple hecho de pensar aquello. Si, actuaba como una colegiala, o incluso peor, pero eso era lo que provocaba en mí. Jamás me había comportado de esta manera. No con Alec, no con Derek. Con ellos fue diferente, intenso a su manera, pero nada comparado con lo que tenía con Ethan. Tal vez eran las circunstancias, el cómo se dio todo, no lo sé. Pero algo que si sabía, era que quería disfrutar de esto tanto como durara.

Porque, no, no sería un vampiro. No permitiría que llegara hasta ese punto. No pude evitarlo con Derek, porque era cuestión de vida o muerte, y no soportaba verlo morir, a sabiendas de que podía hacer algo al respecto, aunque eso significara condenarlo a una vida de sombras. Tampoco Edward pudo evitarlo con Bella, porque a decir verdad, es demasiado blando cuando se trata de ella. Le concede lo que pide, sea bueno o no, para ella, el punto es complacerla. Aunque eso los llevara hasta el punto, en que ella casi muere, también. Pero conmigo no sería así. Yo sabía negarle cosas a Ethan, podía hacerlo. Y si el negarle eso se me complicaba, solo bastaría con recordarme que ya era suficiente peligro el que añadía a su vida, al estar en ella. Si, si llegaba el momento de hablar sobre el futuro, podía negarle el convertirlo. Además de que, pretendía asegurar su vida, como si fuera lo único que tuviera. Por lo que no me vería en la necesidad de convertirlo para mantenerlo a mi lado.

Unos pasos lentos, y menos sonoros que como es usual, se hicieron notar entre los sonidos del ambiente, sacándome de mis pensamientos. La sonrisa que había disminuido un poco al pensar en el futuro, volvió a ampliarse, al entender que sucedía. Él trataba de no hacer ruido, para sorprenderme. Pero eso era imposible. No es que tuviera buen oído simplemente, sino que era mitad vampira, mis sentidos están muy agudizados, lo que el trataba de hacer, no servía de nada. Me quede quieta, con la vista clavada en el suelo, el cual se encontraba a unos doce metros de distancia. Y así, espere a que el tiempo pasara, y que Ethan llegara hasta esta parte del bosque, la cual ya se había convertido en nuestro lugar.

Instantes después, una figura salió de entre los arbustos. Vestía unos vaqueros oscuros, una camiseta de color gris, ceñida a la perfección a su cuerpo, y unos zapatos deportivos. Llevaba el cabello hecho un lio, con unas cuantas hojas de distintas tonalidades de verdes entre sus cabellos. Se veía adorable. A lo que decidí no bajar, y observar lo que haría a continuación desde mi lugar, en la rama del árbol.

Ethan miro alrededor, y al no encontrarme, se recargo en el tronco de un árbol cercano, y comenzó a quitar las hojas de su cabello, y ahí note que también unos pedazos de ramas se habían enredado. Rodé los ojos divertida, mientras él entre maldiciones y esfuerzos, limpiaba aquel desorden. Cuando ya casi terminaba con su labor, baje de un salto, y a una gran velocidad me coloque a su lado, e inclinándome a la altura en la que se encontraba, quite el trozo restante de rama, de sus cabellos.

-¿Acaso peleaste contra un árbol?- murmure en su oído a manera de broma, para luego sentarme a su lado, sosteniendo aun la ramita entre mis dedos.

Dirigí mi vista a sus ojos, los mismos, que ya me miraban mientras una sonrisa poseía los labios que se encontraban poco más abajo que ese par de orbes. Y entonces el tomo mis manos, entrelazando nuestros dedos. Al momento comencé a acariciar su dorso, con mi pulgar. Disfrutando de la calidez que su cuerpo emanaba. Y a la vez, escuchando como el ritmo de su corazón comenzaba a acelerarse. Y eso, solo con mi roce.

-May- murmuro, añadiendo un poco de fuerza a nuestro agarre.

-¿Si?- respondí, un tanto confusa. Por el repentino cambio en su expresión. La cual había pasado de alegría, a una más sombría.

A media luz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora