Empezando a recordar

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Afortunadamente el dolor de cabeza ya se me había pasado, me encontraba en mi casa arreglándome para salir con Thomas, y al mismo tiempo, para regresar a la casa de mi bisabuela. Un ruido me desconcertó, mi teléfono vibraba; había recibido un mensaje de él que decía:

"Hola preciosa, ¿ya estás lista?"

"Así es, ¿tú estás listo?:)"

"¿Qué pregunta es esa? Claro que sí, ¿nos vamos?;)"

Sonreí, tomé una bolsa y salí de mi habitación. Fuera de la casa se encontraba Thomas esperando, se ve encantador... ¿pero qué estoy diciendo?.

- Hola. 

-Hola.

-¿Nos vamos?- preguntó con su típica sonrisa de lado.

-Por supuesto- le sonreí de la misma manera.

Thomas y yo ya teníamos un tiempo caminando, no sabía a dónde íbamos pero cada vez que le preguntaba él solo decía que ya estábamos cerca. Hasta que finalmente llegamos a una cabaña que se hallaba cerca del bosque, la misma cabaña de mis sueños anteriores; esto me estaba asustando un poco. Al entrar en ella pude contemplar la belleza de esta, tenía dos pisos; el de abajo tenía la cocina, la sala, un estudio pero lo que más llamó mi atención fue el ventanal que daba hacia el bosque. Simplemente hermoso. Me acerqué a él y con suma delicadeza lo abrí, el aroma de las flores que se encontraban afuera era increíble, la vista era perfecta...

-¿Te gusta?- la voz de Thomas me sacó de mi asombro.

-Me encanta- le sonríe haciendo que su mirada se iluminara- de noche esto debe ser hermoso- dije de la nada volviendo mi vista al fantástico paisaje que se encontraba en frente de mi.

-¿A qué te refieres?- preguntó una vez que se encontraba a mi lado, ambos nos sentamos en un banco que se encontraba tras el ventanal.

-Me refiero a las estrellas, de noche se debe ver increíble. Mucho mejor de lo que se ve en la cuidad, deben de aparecer al rededor de miles alumbrando el cielo- él soltó una risita, demonios, lo arruiné- ¿de qué te ríes?

-No, de nada. Sólo que nunca pensé que a alguien le gustaría tanto las estrellas como a mi- lo miré y él estaba sonriendo mientras veía al cielo.

-Bueno, ya somos dos- se volteo a verme y ambos reímos. Todo en ese momento era maravilloso, pero sabía que tendría que acabar.

-Bella, ¿qué pasa? ¿Te sientes bien?- preguntó con una cara de preocupación.

-Sí sí, bueno, no en realidad- él me miró confundido- Thomas, ¿será que puedes acompañarme a un lugar?

-¿A dónde quieres ir?- una sonrisa satisfactoria se asomó en su rostro haciendo que sonriera de la misma manera...

-Llegamos- dije mientras abría la puerta de la casa.

-Bella, ¿dónde estamos?- preguntó Thomas un poco alarmado.

-Estamos en la casa de mi bisabuela.

-¿Y qué hacemos aquí?

-Estoy buscando algo, solamente que no estoy segura de qué- dije, hasta que todo empezó a verse un tanto borroso. 

-Isabellita, vuelve aquí- su voz se hizo presente al igual que unas cuantas risas. Mi versión de cinco años paso corriendo frente a mi, empecé a seguirla por la casa. La pequeña corría por las escaleras, estas se acabaron y se dirigió a la biblioteca de la bisabuela; al estar frente al estante se detuvo, se volteo y me sonrió; o eso creí. Detrás de mi se encontraba mi bisabuela, me pasó al lado y se le quedó viendo a la nena por un rato.

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