Admitidos

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Estuvo sentado allí por un ratito. Se oyó la puerta y una discusión a lo lejos se escuchó. Un hombre se acercó hasta la cama de Toria, era Martín y su cara no era de felicidad.

— Afuera — dijo enojado pero en voz baja — ya.

— Señor yo.

— Afuera, ahora.

  Luke bajó la vista y se puso de pie. Lo siguió hasta afuera de terapia intensiva. Tenía miedo que hiciera un escándalo. Se pusieron uno frente al otro, el asunto estaba tenso pero ambos sabían dónde estaban y ninguno haría nada fuera de lugar.

— Luke Peterson — inició el señor Rodriguez.

— Miré Martín — interrumpió — antes que se enoje o me grite o algo dejame decirte que ya se lo que piensa de mí. Se que la cagué, que fui un cobarde y que ella está allí por mi culpa, lo sé y lo siento en el fondo de mi corazón. Verla allí me partió en dos y me arrepiento de todo, de todo, menos del hecho que la amo. Lo hago y lo hice desde que la vi en ese caballo el primer día que llegué a la Estancia. Se que huí y no afronté la situación pero me superó. Cuando tuve la cabeza fría vi que tenia que estar bien yo, para poder ofrecerle a Toria mi ciento por ciento. Temo que no me perdone pero tenía que intentarlo, me equivoqué, soy humano pero soy responsable y afrontare las consecuencias.

  Martín lo miró fijo por unos segundos. Parecía satisfecho por esa declaración por una pequeña sonrisa apareció en su rostro.

— No eres ningún cobarde — inhaló profundamente y continuó —Sabes cuando yo estaba con la mamá de Toria sentía que era mi mundo, nos conocimos de muy chicos y fuimos padres muy jóvenes. El día que nació mi hija prometí que les daría todo y cuando me quedé sin trabajo, huí. Las había defraudado y entré en pánico. Si, me enojé porque dejaste a Toria y la lastimaste. Pero en hecho que hayas vuelto demuestra quien sos y que de verdad la quieres. Siempre supe que eras un gran chico pero uno debe hacerse el difícil para que lo tomen en serio. Fuiste valiente por querer y arreglar tus errores.

Luke pestañeo varias veces, no podía creer lo que estaba escuchando. Había pensado que lo iba a echar o algo peor. Y en vez de eso, lo estaba ¿felicitando?. Nada parecía real, estuvo unos segundo pensando una respuesta, y finalmente la dio.

— Gracias, pero — vaciló — no soy tan valiente, mire como está y por mi culpa.

— A veces la vida tiene mil vueltas, lo que ocurrió tenía que pasar de alguna forma u otra.

— Parece muy tranquilo y seguro que se va a recuperar.

— Lo estoy, la conozco y de esta va a salir. Estoy cien por ciento seguro, de todas formas la voy a ayudar en todo lo que pueda. En fin debo volver, a ti te están esperando — amagó a irse pero se volvió hacia Luke y le entregó un sobre — ten, no me he animado a abrirlo.

  Martín se dirigió hacia la puerta de la terapia donde se hayaba su hija. Luke miró el sobre, "Universidad Estatal Oficina de Admisión" decía el la parte de adelante. Era muy parecido al suyo, un pequeño pensamiento de ellos dos juntos en la Facultad cruzó su mente pero rápidamente lo negó, no quería ilusionarse. Fue hacía planta baja donde lo esperaban el resto de su familia.

— ¿La viste?—  Tessa le preguntó.

— Si.

— Punto para Tessa.

  Su padre enmarcó una ceja haciéndose el enojado y luego le guiñó el ojo. El clima era de tranquilidad entre ellos, el hecho que la operación haya salido bien y que se recuperaría rápido tenía a todos muy felices.

  Volvieron todos a la Estancia menos John, pues debía trabajar al otro día. Comieron algo y de fueron a dormir. Luke no podía dejar de pensar en Toria, una y otra vez buscaba escusas para no sentirse culpable, pero era en vano. El "fue por mis acciones" aparecía una y otra vez. Prometió que jamás volvería a hacer algo así, que iba a luchar contra todos sus impulsos. Finalmente pudo conciliar el sueño.

A la mañana siguiente madrugó, quería ver a su novia, si es que aún seguía siendolo, temprano. Tomó un café y le pidió las llaves de la camioneta a su tío, el cuál se las entregó sin dudarlo. Se subió al vehículo y cuándo iba a arrancar, vió un rostro familiar frente al capo de su auto, era Cameron.

— Sal, ahora.

"Mierda" pensó Luke. Le hizo caso porque sabía que se lo merecía.

— Te lo debo— le dijo Cam y luego le dio un golpe con su puño en la cara del joven Peterson, el cual hizo que cayera al piso. Le costó, pero logro recomponerse rápidamente. Se acercó a Cameron y ambos se dieron un saludo y se abrazaron. — Lo siento.

— Tienes una buena derecha. Yo me habría hecho lo mismo.

— Eres un buen chico, lo sé. Todos cometemos errores. En fin, ¿ibas para el hospital?

— Justamente.

— Recién hablé con Martín, la pasaron a habitación común. Me pidió que alguien vaya así el se venía a dormír.

— Yo voy si no hay drama.

— Bueno, si tu lo deseas. Ahora le confirmo al padre.

  Luke, un bastante dolorido, se fue en la camioneta había el establecimiento donde se encontraba Toria. Al llegar estacionó el vehículo en el estacionamiento de la calle de enfrente y se dirigió hacia la recepción.

— Hola, vengo a ver a — Inició, observó que era la misma enfermera que lo había recibido el otro día, sólo que lucía un ambo de colores.

— 216— respondió y vió que Luke se había sorprendido por la rapidez fe la respuesta — te recuerdo del otro día. A Toria Celeste Rodriguez vienes a ver.

— Si, muchas gracias.

— Niño ahora te envío hielo para tu ojo.

— Estoy bien gracias de todas formas.

  Fue hasta el ascensor y marcó el número"2" en el panel de control del mismo. El Hospital organizaba los números de habitación según un sistema práctico, el dos del doscientos dieciséis indicaba el piso; el uno el ala; y el seis el cuarto. Eran siete niveles en el edificio: dos subsuelos dedicados a estudios clínicos y almacenamiento. Cuatro pisos dónde se encontraban los distintos consultorios, guardias, habitaciones. Y en el último estaban las oficinas de los médicos socios y sala de reuniones. El la terraza una gran "H", marcaba el sitio donde aterrizaban los helicópteros en caso de emergencia.

  Luke y tardó en llegar a destino, era un lugar muy grande. Cuando halló el "216" en la puerta se puso muy feliz. Golpeó suavemente y espero hasta que Martín le abrió. Este, cuando vió la cara del joven Peterson no pudo evitar sorprenderse.

— ¿Fue Cameron? Buen chico — rió — ven, pasa. Yo me iré, pero te estaré vigilando. Si algo pasa me llamas inmediatamente.

  Luke sonrió y entró al cuarto. Martín tomó su campera y se retiró. Se quedaron los dos sólos: él y Toria. No la había visto desde el día anterior y, aunque se veía algo mejor, aún no se había despertado y, esa vida y luz que siempre tenía, no se dejaba ver. La culpa volvió a él, no podía superarla.

  Se sentó en la silla que se hayaba al lado de la cama. Era una habitación simple, por lo tanto no había otro paciente. La observó detenidamente, cada cable que comenzaba en unos tubos y terminaban en su piel. Lo reconocía ningún nombre de ninguna etiqueta pero aún así sabía que eran muchas cosas, y no podía ser bueno. Pero a pesar de todo lo malo que atravesaba su mente, su corazón aún latía y eso valía todo. Recordó el primer encuentro, el primer beso, la primer caricia, todo lo que habían vivido juntos y sonaba tan lejano. Una lágrima cayó, sabría que estaría bien pero le entristecía verla así.

— Hola — dijo en voz alta, sabía que no le respondería pero quería hablarle — se que no puedes oírme y como siempre yo no tengo la habilidad de decirte las cosas cuando tengo que, sino cuando ya es muy tarde. Lo siento, enserio. Se que lo arruine, otra vez. Tengo una gran capacidad para cagarla pero te juro que no lo hago a propósito. No supe que hacer, entré en pánico. Pero ya he resuelto todos mis problemas, he hablado con mis padres, he pedido perdón, he mandado a la mierda a William. He hecho todo porque quiero estar bien, bien por ti — tomó la mano de Toria — espero que me perdones porque yo te amo. Sos lo mejor que me has pasado en la vida. — tomó los sobres que aún tenía en su bolsillo, los abrió y los leyó — Tenemos una oportunidad para estar juntos y ahora en la Universidad. Espero que cuando despiertes podamos arreglar esto porque no soportaría verte y no poder tocarte y amarte.

  Toria movió su mano y luego abrió los ojos.

Estancia CarolinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora